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Eliecer León: “Nunca he dejado de hacer radio”

Updated: Sep 26, 2022


Eliecer León.



Definitivamente el mundo de la radio está lleno de historias de todos los calibres, colores y sabores. En la nuestra, una de estas historias es la del locutor, Eliecer León, un cachaco ciento por ciento, porque así, él se describe.


Su talento como locutor lo descubrió nada más y nada menos que aquella mítica figura de la locución colombiana, ‘El Padrino’ Carlos Alberto Piedrahíta Pacheco. De ahí en adelante, su carrera tomaría un rumbo lleno de sorpresas que lo llevarían a protagonizar experiencias y anécdotas tan particulares, que hoy después de tanto tiempo de haberlas vivido, merecen con ímpetu ser contadas.


Su imaginación le dio las llaves para entrar en el universo de la radio, personajes como Yamid Amat y Jorge Barón Televisión, lo tenían en cuenta para sus proyectos. Por su espíritu aventurero y su pasión por la radio, no se negaba a aceptar desafíos inusuales. Su integridad física y mental, fue puesta sobre la balanza por guerrilleros y militares. Insólito como sorprendente, recibió por su abnegada labor periodística un televisor, una invitación a un almuerzo y un pasaje para ir a la costa, viaje que nunca pudo realizar.


Haciendo alarde a su nombre, Eliecer León, batalló como un león en medio de la jungla, y a través de la radio y su creatividad, acompañó y alegró los corazones de un puñado de colombianos que sobrevivían casi en el olvido.


Para este periodista que se hizo prácticamente a martillazos, cómo así él lo describe, le ha pasado el tiempo pleno de experiencias y aprendizajes, de alegrías y sinsabores, de satisfacciones y frustraciones, pero también de bendiciones, porque hoy lo acompañan y llenan su hogar, aquellos hijos que acogió y que colman su vida de amor, fe y esperanza.




Por: Germán Posada




¿Cuántos años dedicado a la locución?

Desde muy joven trabajé en la radio. Yo diría que toda la vida. Comencé la carrera desde mensajero, control, grabador, locutor y posteriormente periodista.

Por allá en los años setenta era imprescindible tener una licencia expedida por el Ministerio de Comunicaciones para hablar frente a un micrófono. Mi primer trabajo como locutor oficial lo hice en Radio Tunja de Boyacá. Mi licencia fue la número 0139.



¿Por qué escogió esta profesión?

Mi madre que era boyacense trabajó como trasmisorista de una emisora en Bogotá que se llamó Radio Metropolitana. Por ese contacto permanente con ese medio de comunicación me vinculé siendo mensajero de esta entidad y allí pude ver todo lo que hacían dentro de una emisora.


¿En dónde se inició como control?

En RCN en la emisora Nueva Granada, la matriz de la cadena RCN. Recuerdo que yo controlaba la presentación del último gran musical en vivo de la radio colombiana, que se llamó "Noches de Candilejas" que animaba Fabio Becerra Ruiz con el famoso cantante Alberto Granados, y Fabio también leía "Actualidades RCN" y animaba "El show de Hebert Castro". En Nueva Granada trabajé unos cuatro años.



¿A quién en especial recuerda como locutor de aquella época de hacer radio?

A Fabio Becerra Ruiz, siempre ha sido un hombre muy inquieto, muy sencillo y especialmente muy sociable. Era el lector y presentador del noticiero en RCN y se hizo muy amigo de Hebert Castro y de Montecristo.


También trabajé con David Cañón, Alberto Piedrahita Pacheco, Fernando González Pacheco y tantos que hicieron parte de esta familia de RCN de la época de la radio actuada.



¿Quién le dio confianza para que se animara a hacer locución?

Alberto Piedrahita Pacheco que era el director de los deportes de Nueva Granada me mandó al autódromo que iban a inaugurar en el Norte de Bogotá. Un día antes de la inauguración, fuimos a probar los equipos y el sonido, y luego de haberlos instalado, Piedrahita Pacheco me ordenó hablar y al mismo tiempo dio la orden de que el sonido saliera al aire.


Cerré mis ojos y muy nervioso comencé a narrar imaginándome que había mucho público en el autódromo y a los corredores compitiendo. Cuando abrí mis ojos yo estaba en medio de unas vacas pastando. Esa anécdota nunca la voy a olvidar.


Alberto Piedrahita Pacheco sorprendido con el tono de mi voz, me animó a prepararme para ser locutor.



¿Por cuales emisoras hizo recorrido?

Mi primer trabajo fue en Radio Tunja de Boyacá anunciando música, presentando canciones y leyendo boletines informativos.


En una de las etapas de la Vuelta a Colombia, que pasaba por Duitama, el director de la emisora, por cierto, un oficial retirado del ejército, dijo que había que transmitirla. La emisora le servía como monitor a RCN para la transmisión.

Cuando RCN nos dio el cambio desde Bogotá, nosotros transmitimos el paso de los ciclistas. Alberto Piedrahita Pacheco, en ese entonces director y coordinador de los deportes, le pareció muy buena mi participación y me invitó para Bogotá, ciudad en donde me dieron trabajo en Radio Mundial, una emisora musical de RCN. En Radio Mundial yo manejaba un programa llamado Los Tres a los Tres en donde a diario invitábamos artistas de moda en especial aquellos que salían del Club del Clan. Allí duré un buen tiempo y conocí a figuras de la radio, como Pacheco, Álvaro Ruiz y otras personalidades.


Estando en el Hotel Tequendama en el cubrimiento de un evento con el presidente Alfonso López Michelsen, nos reunieron a los locutores en una mesa en la que se apareció un señor que estaba buscando directores de emisoras para la provincia. En aquel entonces, al político, Hernando Turbay Turbay, le concedieron licencia para montar una emisora en Florencia Caquetá que se llamó La Voz de la Selva. El señor preguntó quién quería ir a dirigir esta emisora y a mí me gustó la idea y acepté irme para el Caquetá como director de La Voz de la Selva en 1977.



¿Y una vez instalado en el Caquetá que pasó con la emisora?

Cuando me fui para La Voz de la Selva aproveché para montar mi primer programa de música en vivo haciendo programas los fines de semana invitando a los artistas y esto fue todo un éxito. Al comenzar la década de los 80s y mientras dirigía la emisora, la guerrilla del M-19 le declaró la guerra al gobierno del presidente Julio Cesar Turbay Ayala y su principal escenario bélico se concentró en las selvas del Caquetá, por lo que Florencia se convirtió en una fábrica de noticias, razón por la cual Caracol me nombró corresponsal en esa ciudad y esto me abrió también la oportunidad de ser corresponsal para televisión en el Noticiero 24 Horas.


También apareció Jorge Barón Televisión con quien comencé una especie de intercambio de promoción de artistas, él desde la televisión y yo desde la radio. De esta experiencia salieron Los Hermanos Quezada una agrupación que interpreta música colombiana.


Como director de La Voz de la Selva estuve desde 1977 hasta 1982 y luego me regresé para Bogotá porque me hacía falta mi familia. En Bogotá le coordiné unos meses a Jorge Barón su programa La Nueva Estrella de las Canciones, pero por su alto nivel de exigencia no pude amoldarme a su estilo ni a su temperamento y decidí seguir haciendo radio.


Me hice periodista prácticamente a martillazos y fui corresponsal de Caracol Radio por espacio de un año.


Como anécdota especial, le cuento que durante mi estadía en el Caquetá como corresponsal de Caracol y del Noticiero 24 Horas, fue muy especial porque logré comunicar por primera vez y además que fue chiva mundial, la noticia del avión que secuestró la guerrilla del M-19 en Barranquilla, llenándolo de armas y llevándolo al Río Orteguaza.



¿Terminado el ciclo con Jorge Barón qué más hizo en radio?

Un día Yamid Amat, quién amigablemente me decía negro’, me llamó y me dijo que un amigo de él estaba proyectando montar en Puerto Carreño la primera emisora del país que funcionaría con energía solar y me preguntó que si quería irme para allá.


Yo acepté. Era una emisora en FM que se llamó Ondas del Orinoco. En Puerto Carreño la energía eléctrica sólo funcionaba de 4 a 10 de la noche. En la mañana y parte de la tarde la emisora funcionaba con unas pilas solares que instaló Mario Frick, un ingeniero electrónico alemán, que instaló los trasmoviles en RCN y en Caracol.


La situación en Puerto Carreño comenzó a hacerse insoportable, yo madrugaba a hacer un programa a las 5 de la mañana, pero tenía que utilizar velas. Se hizo una labor digna, con mucho cariño y la gente de la región quería su emisora. También hice buenos amigos en Venezuela, pero por las condiciones deplorables del lugar, finalmente me aburrí, el clima además era muy caliente.


Resulté en diferencias con Caracol porque en ese entonces su gerente nunca aceptó mi traslado a Bogotá, por tal motivo, renuncié. Ya en Bogotá me dieron trabajo en Radio Continental de Todelar en donde leí el noticiero por espacio de unos meses.



Regresemos un poco atrás y cuénteme lo de su experiencia con aquella historia del secuestro de un avión por la guerrilla del M-19.

Al gobierno de Julio César Turbay Ayala, el M-19 le declaró la guerra y el escenario preciso fue en las selvas del Caquetá. Entre sus contundentes acciones bélicas se encuentra el secuestro del avión de Aeropesca, el que llevaron a Panamá para cargarlo de armas y regresaron al Caquetá, para fondearlo sobre el lecho del río Orteguaza.


Cuando en el país, según los medios de la época, hablaban de la desaparición de dicha aeronave, un piloto de la FAC lo localizó en el río Orteguaza, semihundido en un banco de arena.


Siendo director de la emisora La Voz de La Selva, corresponsal de Caracol Radio y del noticiero 24 Horas, obtuve de primera mano esta noticia extraordinaria que sorprendería al mundo, ya que el avión había sido tirado intencionalmente sobre el caudaloso río.

Yo me comuniqué con el noticiero y Yamid me pidió de conseguirme una lancha para ir hasta allí y hacer la nota. Es una historia más larga, pero para resumirle, le cuento que con la ayuda del alcalde Caquetá y luego de superar algunas dificultades, logramos llegar al sitio del suceso, con la cámara y equipos de grabación, registramos la escena de cómo el M-19 dejó allí el avión que iba repleto de fusiles y otra clase de armas que habían cargado en Panamá.


Me acompañaban el camarógrafo, el lanchero y su hija de 12 años, Contentos con el material periodístico, ya que era una noticia extraordinaria y exclusiva, íbamos de regreso a Florencia, pero desafortunadamente en un tramo del río nos salió al paso un grupo de hombres armados quienes, a punta de ráfagas de ametralladoras, nos obligaron a orillarnos y se identificaron como miembros del M-19. Quien comandaba el grupo, me dio una entrevista y la confirmación de que ellos habían secuestrado el avión para cumplir la misión de armar a sus hombres, nos hablaron de su lucha armada y sus razones. Nos decomisaron todo el material periodístico junto con los equipos, indicándonos que ese material llegaría a Bogotá y sería entregado a sus respectivas sedes, o sea a Caracol y al Noticiero 24 Horas.


Por espacio de una semana estuvimos secuestrados hasta que finalmente el M-19 nos liberó. Salimos a una carretera que conducía a Florencia, en esas pasó una volqueta y su conductor me reconoció y me dijo que todos hablaban del secuestro del cual habíamos sido víctimas.


Con la entrevista a los guerrilleros explicando porqué estaban luchando, el noticiero 24 Horas pagó una página completa en El Tiempo y El Espectador y La Agencia France Press, en donde Mi hermano trabajaba, también recibió ese material y luego lo replicaron. Lo propio hizo Caracol y el Canal 24 horas. Esto fue todo un boom.


Caracol recibió un premio de periodismo por el cubrimiento. A mí como premio, Caracol me dio un televisor, me invitó a un almuerzo con el presidente Turbay Ayala y un pasaje para ir a la Costa a descansar. Lamentablemente esto no se realizó porque a los pocos días de mi liberación, una patrulla del ejército nacional me raptó, llevándome para el Batallón Juanambú.



Yo vivo muy satisfecho de mis recuerdos y de lo que logré a través de la radio porque compartimos con mucha gente necesitada.”

Recorte de un periódico que narra las labores del periodista Eliecer León.



¿Cómo así y qué pasó?

Después de recuperar mi libertad, volví a mis labores cotidianas como director del Noticiero regional de La Voz de La Selva. No habían pasado 4 días cuando una noche al salir de la sede de la emisora, miembros de una patrulla militar me obligaron a abordar una camioneta y me llevaron para el Batallón Juanambú ubicado en la parte sur de la ciudad de Florencia.

Allí, en una cancha de futbol, me retuvieron junto con un buen número de campesinos, todos traídos de distintas regiones del Caquetá, señalados por el ejército de pertenecer o ser auxiliadores de la guerrilla del M-19.

Fui sometido a una serie de interrogatorios señalándome como amigo y/o miembro del M-19. A los retenidos no se nos permitía ir a orinar, entre otros abusos, vi torturar a varios de ellos, introduciéndolos dentro de un tubo metálico que colgaba en forma de campana, luego golpeaban el tubo con un riel produciendo un sonido ensordecedor y las víctimas se desmayaban con hemorragia por nariz y oídos.

Se rumoró con insistencia que muchos de esos retenidos fueron desaparecidos, que, con el cuento de su traslado a la Novena Brigada con sede en Neiva, los subían a un helicóptero y a gran altura los lanzaban en la espesura de la selva, esto nunca se comprobó.

Por los menos 10 oficiales del ejército me interrogaron esa noche, fue tal el sometimiento que después de más de 8 horas de pie y sin poder hacer nada, me oriné en los pantalones. Un alto oficial que llegó bien avanzada la madrugada, quiso persuadirme de que le contara la verdad, de cómo había programado la entrevista con los guerrilleros del M-19, fuertemente armados en las selvas del Caquetá.

Fue tal mi situación sicológica que exploté y me enfrenté verbalmente con ese militar a gritos, lo insultaba, lo incitaba a que me pegara un tiro. A gritos le recriminaba el supuesto asesinato y desaparición de los detenidos que trasladaban a la Novena Brigada en Neiva. Comenzaba a aclarar el día y yo estaba dispuesto a que el tipo me disparara.

Por un costado del campo de futbol salió una camioneta con unos soldados hacia el centro de la ciudad con unas cantinas de leche para la tropa, luego me enteré que uno de aquellos soldados me conocía y al percatarse de que yo estaba allí, en una cajetilla de cigarrillos escribió mi nombre y la entregó al portero de RCN que a esa hora comenzaba el noticiero de la mañana, los colegas avisaron a los periodistas de La Voz de La Selva que también iniciaba a esa hora el noticiero y éstos llamaron a Caracol Bogotá para informar de la situación mía. Yamid Amat se comunicó con el Obispo de Florencia, Monseñor José Luis Serna Alzate, quien estaba mediando entre el M-19 y el gobierno del presidente Julio César Turbay Ayala.


Finalmente fue Yamid Amat quién pasó el comunicado y después de difundirse lo que pasaba con mi vida, me sacaron en un avión a las 9 de la mañana de Florencia para Bogotá.



¿Después de estas dos experiencias tan perturbadoras que pasó con su vida?

A raíz de todas esas cosas que me sucedieron y con el apoyo de Yamid Amat, me enviaron a manejar una emisora en Popayán que se llamó Ondas de Ecos de Puracé.


Desde 1988 a 2011 fui gerente Radio Super Popayán. Allí hice una labor de la cual estoy muy satisfecho como periodista y comunicador porque encontré una forma distinta de utilizar el medio de comunicación en favor de la comunidad.


Se me ocurrió hacer un programa que se llamó Por Los Caminos del Cauca, que consistía en coordinar con las Juntas de Acción Comunal, las grabaciones del programa para recolectar fondos con el fin de reconstruir la escuela, mejorar la cancha de fútbol, restituir el servicio de la electricidad, todo esto resultó muy benéfico para las comunidades.


Coordinábamos todo esto un día anterior, luego yo llegaba con un equipo de grabación y allí me tenían preparado un escenario rustico en donde se podían presentar los artistas de la región y participaban candidatas a reinados locales de la simpatía. La reina de la simpatía de cada vereda era la que lograra recaudar más dinero para los propósitos sociales y urgencias que le he mencionado. A ellas se les premiaba con un anillo, un par de aretes o un radio que estuviera de moda.


La comunidad aprovechaba y contaba sus problemas y a la vez se hacía una especie de bazar. Cientos de campesinos acudían y se recolectaba buena cantidad de dinero. Yo no tenía ninguna autonomía en estos dineros, pero si les dejaba un formulario para saber los gastos y las ganancias.

Así me recorrí palmo a palmo el Cauca. La única parte que no visité fue Gorgona. Todo esto se convirtió en un calendario que no daba abasto atender. Se hicieron muchas obras. El programa era grabado los domingos de 6 am a 10 am.


Llegó un momento en el que Popayán estaba pobre de espectáculos y los artistas populares iban al Coliseo, pero muchas personas no podían pagar para verlos. Yo me inventé un programa que se llamó Fiesta en mi Barrio en el que cada ocho días iba al Polideportivo o a un parque de un barrio y hacía un espectáculo presentando orquestas, cantantes y conjuntos. Los cantantes famosos hacían acuerdos conmigo, yo me comprometía a programarles sus canciones de éxito a cambio de que ellos regalaran un espectáculo gratis y allí vendían sus discos.


Esto me dejaba gran satisfacción porque al final de cada programa todas aquellas mujeres cabezas de familia me daban las gracias porque con lo que vendían podían llevar comida a sus hijos. Este programa se convirtió en un modo de supervivencia para las personas menos favorecidas y disfrutaban de un espectáculo de gran calidad totalmente gratis.


Esta emisora que yo manejaba tenía gran éxito, pero resulta que entre los años 2000 y 2003, DMG una captadora ilegal de dinero, cuyo creador fue David Murcia Guzmán, se llevó más de 600 mil millones de pesos de la ciudad de Popayán.


Todos mis clientes y anunciantes habían invertido allí y resultaron afectados y como consecuencia me quedaron debiendo pagos en nuestros contratos. Para todos los medios de comunicación en Florencia fue un golpe terrible.


Esta organización dejó en la ruina a cientos de personas. La familia Pava Camelo, dueña de la emisora, tomó la decisión de arrendarla a una empresa y posteriormente la vendió, por tal motivo, se me acabó el trabajo en 2011.



¿Siguió haciendo radio?

El 31 de agosto de 2011 entregué la Emisora Radio Super Popayán y a comienzos de 2013 me trasladé a Cali para trabajar con la familia Pava en su Canal de televisión CALI TV. Con ellos trabajé durante dos años para después regresar a la ciudad de Popayán.



¿Y a tenido la oportunidad de seguir haciendo radio?

A partir del 2015 cuando regresé a Popayán, me dediqué a poner algunas cosas en orden, no volví a trabajar, no encontré empleo en Popayán, en su gran mayoría amigos y políticos me cerraron todas las puertas. Esa ingratitud afectó mucho a mi familia, lo que provocó mi salida o abandono de la ciudad.


Comenzamos a contemplar la idea de radicarnos en otra ciudad y después de pensarlo mucho nos decidimos irnos a vivir a Tunja con nuestros hijos.


A comienzos del 2018 por algunas circunstancias personales, aplazamos el viaje para el 2019. En ese año llegó la pandemia que me afectó gravemente y transcurrió otro año en Popayán. Finalmente nos radicamos en Tunja el 13 de agosto del 2021.



¿Y por qué emigró a Tunja?

Me vine para Tunja porque la ciudad de Popayán se ha convertido en una ciudad invivible, insegura, plena de narcotráfico, problemas con guerrilla. Allí, nos manteníamos con un negocio familiar y mi trabajo en la radio, pero cuando llegaron los problemas mencionados decidimos salir de esta región.



¿Cómo es su vida en Tunja con su nueva familia?

Mi esposa y yo, tenemos una modesta pensión, y estamos tratando a través de alguna entidad si es posible, obtener una beca para los estudios de nuestros hijos. Son muy buenos estudiantes. La niña, especialmente es primera en todo. Ellos conocen su historia y aún con nuestras dificultades, nunca nos ha faltado un techo o un pedazo de comida. Amamos a nuestros hijos.

Somos todos muy felices.



¿Qué piensa de todas esas experiencias vividas cuando estuvo en el mundo de la radio?

La tecnología se apropió del mundo y cambió todas las cosas. Yo vivo muy satisfecho de mis recuerdos y de lo que logré a través de la radio porque compartimos con mucha gente necesitada.

Nunca he dejado de hacer radio. Hasta la pandemia los mejores recuerdos en mi carrera en radio lo hice en el Cauca


Aquí en Tunja me gustaría hacer algún programa de radio, quizás como lo hice en el Cauca en donde hacía un programa llamado Amanecer en Piyama y era el desayuno de todos los caucanos.



Forma parte de la historia de su vida la partida de su hijo. ¿Nos la comparte?

Nuestro único hijo, Yamid León Valbuena, estudiando medicina en la Universidad del Cauca y en un diciembre del año 2005, mientras viajábamos hacia el Caquetá a unas vacaciones, Yamid sufrió graves quebrantos de salud ocasionados por su diabetes y falleció en plena carretera. Nos encontramos con un trancón impresionante que nos demoramos dos horas para poder salir de ahí sin poder llegar al hospital, y una vez lo pudimos hacer, ya él estaba sin signos vitales. Yamid falleció el 5 de enero del 2005.



En sus documentos personales encontramos un proyecto de un sueño que él tenía, que era trabajar por las personas vulnerables, los niños y los ancianos. En el año de su fallecimiento creamos la Fundación Yamid León Valbuena, en su honor. En ella albergamos niños a partir de dos años, huérfanos, desamparados y en estado de vulnerabilidad. Entre esos niños, dejaron abandonados a tres y nosotros en memoria de nuestro hijo, los adoptamos y hoy por hoy, son nuestros hijos con los que vivimos en la ciudad de Tunja y los tres están cursando séptimo, octavo y noveno años consecutivos de sus estudios secundarios.


El manejo de la Fundación entró en crisis porque nunca se tuvo apoyo de ninguna entidad gubernamental ni del ICBF, razón por la cual regresé a Popayán y decidimos entregar los niños al ICBF porque ya no teníamos la solvencia económica para sostenerlos, pues nosotros preveíamos de forma gratuita, alimentación, hospedaje, educación, vestido, etc.


Cuando llegó la Pandemia del COVID-19, resulté afectado gravemente, estuve intubado varios días, casi muerto, pero por un milagro de Dios me recuperé y estoy en un tratamiento intenso, porque este virus me dejó una gran cantidad de falencias que afectó terriblemente mi salud, desarrollándome un cáncer en la sangre. Pero aquí estoy vivo contándole mis vicisitudes en el mundo de las comunicaciones.



Muchas gracias por compartirnos su historia.

Muchas gracias por compartir con sus lectores esta vida nuestra. Tal vez nunca había tenido la oportunidad de contar mis experiencias, mi vida como locutor y periodista.



Amamos a nuestros hijos. Somos todos muy felices.”

Eliecer León y sus tres hijos.

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Germán Posada es natural de la ciudad de Medellín (Antioquia). Estudió Locución para Radio y Televisión en el Instituto Metropolitano de Educación (I.M.E). 
  
En Medellín colaboró en el programa Buenos Días Antioquia transmitido por la Cadena Colmundo Radio y participó en la animación y programación del programa Mirador Comunitario a través del Sistema Radial K (Armony Records). Ambos bajo la conducción y dirección del Periodista antioqueño Carlos Ariel Espejo Marín (q.e.p.d). 

 

Desde el 2001 reside en la ciudad de Montreal en donde ha participado en la realización y animación de los programas radiales Escuchando América Latina  (CKUT 90.3 FM), Onda Latina (CFMB 1280 am) y La Cantina (CFMB 1280). 
  

 

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