Reflexiones de vida.
- German Posada
- Jul 20
- 5 min read

Fabio Becerra Ruiz acompañado de sus 4 hijas. De izq a der: Diana Mariela, Karen, Sheila Tatiana y Carolina. Enero, 2025. Bogotá.
Por: Fabio Becerra Ruiz
Dos matrimonios, cuatro hijas que se pelean por consentirme, dos en cada matrimonio, y ya mi vida en ruta a los 82 abriles, son hechos que me permiten afirmar que tengo la suficiente experiencia de vida, para aconsejar a los padres jóvenes de hoy día, así no hagan caso a mis recomendaciones, para que ojalá no cometan los mismos errores que hemos cometido muchos padres, por un exceso de amor hacia nuestros hijos, que en muchas ocasiones conlleva a situaciones, que les dificultan su evolución y su desarrollo como seres humanos, ya que requieren desde pequeños, es ser formados con cierta independencia, para afrontar su propia vida.
Nos ocurrió, junto con mi esposa, como padres de Diana Mariela, la tercera de mis cuatro hijas, y la primera de mi segundo matrimonio, quien a mi entender, fue demasiado consentida por un exceso de amor nuestro, ya que creció siempre sobreprotegida por nosotros sus padres, llegando a la Universidad Javeriana a iniciar una carrera profesional de la cual no estaba segura, y que al no tener certeza de ser la adecuada, pero no decidirse por ninguna otra, colapsó física y emocionalmente, debiendo retirarse, para atender su salud, afectada con el estrés que ésta difícil situación le presentaba, con miras a su futuro profesional.
Reconozco que el mayor dolor que he sufrido en mi existencia, fue como padre, tener que hospitalizarla hace unos 25 años, aunque por pocos días, y mientras evolucionaba favorablemente su salud, pero a la vez, la mayor alegría que en contraste también he tenido en mí ya algo larga existencia, ha sido ver a nuestra hija luchar con decisión, con fortaleza, y con valor, hasta recuperarse de ésos delicados problemas de salud que la afectaron, incluso aumentados con imprevistos accidentes, dificultades de las cuales se recuperó, y así pudo iniciar sus estudios en la conocida Universidad EAFIT, en la cual se graduó como profesional en Lenguas Modernas, hablando hoy fluidamente además de su idioma natal español, también el inglés, el italiano, el Francés, y concretando su aspiración de vivir en el exterior, al residir desde hace varios años en Londres, donde se acompañan con nuestra hija menor Sheila Tatiana, ciudadana Colombo- Británica, con lo cual, ambas nos dan la satisfacción como padres, de saber que pese a la distancia, viven en un país más civilizado, con mayor calidad de vida, y con mayores prerrogativas, lo cual nos tranquiliza, y nos alegra, al visitarlas anualmente, y compartir vivencias y experiencias inolvidables, lo cual hago yo igualmente con mis otras dos hijas mayores, Karen, la odontóloga residente en San Diego California, y madre de mi linda nieta Amelia, y en Medellín con mi segunda hija Carolina publicista, madre de mi adorable y querido nieto Lucas Guevara Becerra.
Es mi hija Diana Mariela, una mujer valiente, que la admiro como hija, como mujer profesional, y como ser humano, pues he sido también su alumno, y ella mi profesora de Francés, en el Servicio Nacional de Aprendizaje -SENA-, donde se desempeñó varios años, y donde pude comprobar su excelente calidad como docente, que le fue reconocida incluso por los directivos del -SENA- entre ellos el Dr. Anthony Triana, experimentado docente y ejecutivo de dicha empresa estatal, además de haber sido objeto de distinción con un "Honoris Causa" otorgado por la "Fundación Educativa Tomas Moro", siendo postulada a dicho reconocimiento, por el famoso y reconocido escultor, pintor, y Embajador Cultural de Tuluá (Valle). Maestro Ángel Eduardo Bernal Esquivel, su profesor de pintura, campo en el cual Diana Mariela, también se luce con su propio estilo pictórico.
Ha sido nuestra hija Diana Mariela, una valiente y tenaz luchadora de la vida, amable en su trato con sus amistades, cariñosa con sus padres y hermanas, especialmente con su hermana menor Sheila Tatiana, que la ha apoyado abierta y permanentemente.
Es Diana Mariela, una esforzada mujer que ha afrontado numerosas dificultades, entre ellas un serio accidente que le ocasionó un irresponsable motociclista que la atropelló y le causó lesiones, y también una caída en bicicleta, que le causó fractura del brazo, y le aumentó desequilibrio que desconocíamos padecía, por falta de irrigación sanguínea cerebral, que le fue diagnosticado por el Dr. Fernando Hakim, y le fue tratado con cirugía, por el eminente científico colombiano Remberto Burgos, quien le implantó la conocida válvula de Hakim, y a pesar de todos sus contratiempos, hoy nuestra hija, sigue adelante en Londres con sus planes y proyectos, como lo que ha sido, una valiente y tenaz mujer, que ha salido adelante mirando con desafío el futuro, con orgullo y decisión la vida, y superando las adversidades que incluyeron también un fracasado matrimonio, todo lo cual ha superado, permitiéndonos a sus padres y hermanas, admirarla como la mujer guerrera, valiente, tierna, dedicada, y solidaria que es, además de ser la luz de nuestras vidas, lo cual nos lleva a afirmar orgullosamente en nuestro caso como padres, que "ésa es la hija, de la cual nosotros sus padres, nos sentimos orgullosos por su valor, su decisión, y su manera de ser, echada p'alante, pues "para atrás, ni para tomar impulso", como dice el viejo refrán popular."
Que el hacedor del universo le conceda la salud, el bienestar, y la concreción de sus planes y proyectos, que se merece, a ese ser de tan excelente calidad humana, como lo es nuestra querida hija, Diana Mariela Becerra Díaz, de quien podemos tomar su vida y sus luchas, como ejemplo, pues nos enseñan sus experiencias, que todos debemos actuar como si pese a dificultades y tropiezos, todos hoy tuviéramos excelente salud, fuerza, empuje, iniciativa, y lucidez, que no debemos desperdiciar, cualidades, y que muchas personas, darían su vida por tenerlas, pero algunas veces no nos valoramos a nosotros mismos, aprovechando y viviendo como debiéramos hacerlo, con el propósito de usar las adversidades para crear fuerza, como lo ha hecho nuestra hija, que siempre se levantaba en sus momentos de dolor, aunque sufriera por dentro, lo que le creó la coraza de resiliencia, que hoy tiene, para salir adelante, como se lo propuso y lo ha logrado, dándonos alegría y satisfacción a quienes la conocemos, la amamos, y la admiramos.
Pero vuelvo a mi reflexión inicial de padre de familia y octogenario, para aconsejarle a los jóvenes padres de hoy, que no cometan los mismos errores nuestros, de sobre proteger a sus hijos, a quienes hay que educar y formar, inculcándoles su independencia, tanto física como emocional, pues en poco tiempo deberán enfrentar con valor su vida de adultos, con los retos que les deparará la existencia, para ocupar su lugar en la sociedad, como ciudadanos del mañana, y arquitectos de su propio futuro.
(Esta columna es de estricta responsabilidad del autor y no representa la opinión de este portal)



