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Mi suegro Josué Díaz Puerto (Q.E.P.D.)


Fabio Becerra Ruiz.






Después de leer la estupenda novela "Tizones de Viernes Santo”, del novelista Fernando Calderón España, quedé impactado del desenlace final, donde el personaje central de dicha obra literaria, en un acto de venganza descontrolada, mata a su yerno Pastor, mata también a su propia hija, y a su nieto el pequeño e inocente Pastorcito.


Con el peligroso personaje de ésa interesante novela, quien profesaba un desaforado odio hacia su yerno Pastor, que terminó afectando a su propia hija la indígena Lucía e incluso a su nieto Pastorcito, me doy por bien servido con mi suegro Josué Díaz Puerto, un hombre bueno pero godo atravesado de esos de antaño, que amenazaba con matarme, pues decía que prefería ver a su hija con un embolador, y no con ese desgraciado del Fabio Becerra.


Es que otra hija suya es casada con un hermano mío, y por lo tanto nos conocíamos de antemano, y cuando yo me separé de la paisa madre de mis dos hijas mayores, el suegro Josué me acompañaba ocasionalmente en algunas actividades etílicas, y hasta “me hizo cuarto” en Duitama bebiendo y engatusando en un bar a un amigo de él que era abogado, mientras yo me veía con la esposa de ése abogado para "ir a rezar", y a quien finalmente algunos años después ella lo mató de un tiro en la frente, y otras veces el suegro me acompañaba a Facatativá a verme con una novia con la cual sólo me faltaron los hijos, y claro que cuando se enteró que yo le "caminaba" a su hija, se enojó y no quería verme ni pintado, pues me convirtió en su peor enemigo.


Con la aprobación de mi santa madrecita que le daba tristeza verme solo y muy desjuiciado, me llevé para San Andrés a quien es hoy mi esposa y madre de mis dos hijas menores, y le dije que contara alguna historia como que nos habíamos casado en Venezuela o lo que fuera, y en efecto me fui a vivir con ella sin casarme, pues en esa época no existía el divorcio en Colombia y la bigamia era un delito que tenía cárcel, y no nos aparecimos por allá en la casa de los papás de ella hasta algunos años después que ella quedó embarazada, y muy nerviosa por su primer parto y sintiéndose sola en ese difícil trance, optó por volver a la casa de sus padres de visita, y aunque yo no entré, la esperé cerca, porque temía tener un serio problema con el papá de ella, pero al hombre al ver a su hija con casi ocho meses de embarazo, se le salieron las lágrimas de padre, la abrazó, y pocos días después la mamá y él le dijeron a mi esposa que volviera a la casa paterna, a su pieza que abandonó por irse con el sinvergüenza ese del Fabio Becerra, para que estuviera con ellos y con sus hermanos y hermana, que la apoyarían y la acompañarían para el parto.


Yo venciendo mi temor, entré como una semana después con ella a la casa de sus padres, y mientras la suegra, que fue una adorable persona me atendía, el suegro Josué Díaz ni siquiera me determinó, pero yo no era tan pendejo de quedarme sólo, y como al tercer día cuando vi que le acomodaron habitación a mi esposa, pues ni corto ni perezoso me acomodé también al lado de ella ahí como quien no quiere la cosa, y un mes después al nacer nuestra hija Diana Mariela, mi suegro miraba a la niña de medio lado y desde lejitos, al tercer día ya gritaba que la niña estaba llorando, y al quinto día se le olvidó la piedra conmigo, y terminé acomodándome allá en casa de los suegros como año y medio, mientras nuestro apartamento permanecía vacío, pues apenas íbamos a veces a barrerlo, y a pesar de todo, con los años terminé siendo yo su yerno preferido, y hasta incluso intenté que otra hija de él y hermana de mi esposa, se cuadrara con otro hermano mío que es soltero, aunque no se concretó mi iniciativa, con lo cual hubiéramos quedado tres hermanos con tres hermanas.


Así vivimos con mi actual esposa como unos 25 años sin casarnos, y después me costó un trabajo largo y el tenaz convencerla que se casara conmigo, pues ella se negaba a hacerlo, porque ya no le daba ninguna importancia al matrimonio, y la tenía sin cuidado seguir viviendo, así como estábamos, en unión libre.


Hoy día después de casi 45 años de vivir y compartir con ella, le dije en alguna ocasión que, si algún día ella se conseguía otro, me tendría que llevar a mí, porque yo no me le despego ni por el 'chiras', pues es la madre de mis dos hijas menores, la mujer que amo y ha sido solidaria conmigo soportándome, es quien me cuida, me cocina, me atiende, me transporta en el carro etc. Y en otra oportunidad le dije que yo quería irme a vivir a Medellín dónde está mi segunda hija con su esposo y mi querido y único nieto Lucas, y que si no se iba conmigo me iría yo solo y me conseguiría una madrastra para mis hijas, pero ante mi seria «amenaza", me respondió que eso le parecía bien, pero que me la consiguiera con plata, para que le diera también a ella. No. no. no…así no se puede… Así no se puede…


Mi hija menor Sheila Tatiana, que vive en Londres y es muy "mamagallista", no sabía que sus padres no éramos casados, y le decía en ésa época a sus tíos maternos, que estaba sorprendida que sus taitas vivieran "arrejuntados", y a la mamá le aconsejaba que no se casara conmigo si no le cambiaba el carro, pero finalmente convencí a mi esposa de casarse conmigo aunque con una dificultad muy grande, pues era reacia a aceptar mi propuesta matrimonial, y para tratar de convencerla, de regalo anticipado de bodas le compré un Mercedes Benz usado pero de una muy bonita presencia y ni se inmutó, y seguía negándose a casarse conmigo, pero finalmente le aclaré como abogado, que si me pasaba algo, la pensión a la que ella tendría derecho, sería un problema para ella reclamarla, pues debería comprobar que vivía conmigo, que tenía dos hijas conmigo etc, pues para colmo ella ni sabía si yo seguía casado con mi primera esposa, ya que me separé de la ex, pero seguimos casados legalmente muchos años, pues como no había divorcio en esa época, pues no podíamos divorciarnos, lo cual hicimos como un año antes de casarme nuevamente en la Notaría de un buen amigo en Tabio, y con mi buen amigo David Cañón y su esposa Cecilia Granados como nuestros padrinos, en ceremonia privada a la que asistieron exclusivamente unos hermanos míos y algunos hermanos de ella, y al ser el salón del despacho del Notario muy pequeño, “mi padrinito” David, descomplicado como yo, propuso cuando estábamos preparándonos para comenzar la ceremonia, que mejor nos fuéramos todos a su casa, y en la cigarrería más cercana salió y compró unas canastas de pola, saco unas botellas de whisky de sus reservas caseras, en un restaurante compró comida para todos, y arrancamos de manera improvisada con el Notario para la casa de mi padrinito David y su esposa Cecilia ahí mismo en Tabio, donde pasamos la tarde de mi segundo matrimonio hace como unos 20 y pico años, de los 43 años que lleva ella soportándome, ya que ella también es de Duitama, igual que mi suegro quien murió a sus 95 años, que los vivió muy lúcido, y disfrutó la vida, pero a quien no le gustó "nara nara" como dice Robert mi yerno australiano, que me metiera con su hija, que fue Reina de la Feria de Duitama, y tenía un novio médico que yo le espanté, diciéndole que ese novio tenía pura cara de matarife, pues debía haber estudiado en alguna carnicería, además de tener cara de malo, de malvado y de solapado, y que hasta debía ser casado, mientras la convencía partiéndole el corazón al decirle que pobrecito yo, sólo en la vida, con dos chinitas hermosas que ya tenía, y que necesitaban una madrastra linda como ella, y cuando le consulté a mi hija mayor Karen si aprobaba que me uniera a ella, al contestarme que sí, comenzó otra película de mi vida.


Pero lo más chistoso es que cuando me casé por segunda vez, ni siquiera me acordé de pagar los derechos notariales, de lo cual hoy día nos reímos con el Notario Onofre Molina, buen amigo ya retirado, que nos casó, y que me echa en cara riéndonos cada vez que nos vemos, recordándome que no solo “lo tumbé ” al no pagarle los derechos notariales de mi matrimonio, sino que lo puse a pagar de su bolsillo a la Superintendencia de Notariado, los derechos que el Notario debe girar a la Superintendencia, por cada divorcio, matrimonio o escritura que celebre, aunque nunca me dijo nada por ser muy buen amigo mío, y vine a caer en cuenta como dos años después en que casual y jocosamente nos encontramos me recordó mi " tumbada".


Lo tierno para mí de esta historia, es que, a su muerte, entre los efectos personales de mi suegro Josué Díaz Puerto, encontraron sus hijos que la única foto de sus yernos, nueras y nietos que conservaba en su cartera, era una foto mía con su hija y esposa mía Gladys, y dos fotos pequeñas de mis dos hijas menores y nietas suyas.



(Esta columna es de estricta responsabilidad del autor y no representa la opinión de este portal)










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Germán Posada es natural de la ciudad de Medellín (Antioquia). Estudió Locución para Radio y Televisión en el Instituto Metropolitano de Educación (I.M.E). 
  
En Medellín colaboró en el programa Buenos Días Antioquia transmitido por la Cadena Colmundo Radio y participó en la animación y programación del programa Mirador Comunitario a través del Sistema Radial K (Armony Records). Ambos bajo la conducción y dirección del Periodista antioqueño Carlos Ariel Espejo Marín (q.e.p.d). 

 

Desde el 2001 reside en la ciudad de Montreal en donde ha participado en la realización y animación de los programas radiales Escuchando América Latina  (CKUT 90.3 FM), Onda Latina (CFMB 1280 am) y La Cantina (CFMB 1280). 
  

 

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