Jaime Echeverry Loaiza.
Más de cinco décadas dedicadas al ejercicio de la locución, es una suma bastante considerable que expresa, sin duda alguna, el amor, la pasión y la entrega por el maravilloso, mágico y excitante mundo de la radio. Este es el tiempo que Jaime Echeverry Loaiza, a quién se le reconoce entre otros apelativos, como “El Tenor de la Radio Vallecaucana”, ha dedicado sagradamente a esta actividad.
El sacerdocio, como a otras personalidades de la radio en Colombia, llamaba su atención, pero pudo más el magnetismo de las ondas hertzianas encontrando en ellas, la sabrosura necesaria para deleitarse a través de la palabra, entre micrófonos, consolas y música.
Jaime Echeverry Loaiza, es un convencido de que hablar es el principio de la comunicación y fue así precisamente como él sin imaginárselo, se inició en una carrera que le ha resultado próspera y fructífera y en la que ha ganado con méritos propios, reconocimiento, respeto y éxito.
Atrás quedan recuerdos imborrables en la vida de este señor locutor, que lo trasladan hacia su infancia plena de fascinación por la radio, pero que, al regresar al futuro, no hacen más que corroborar, que la radio es la esencia de Jaime Eheverry Loaiza, aquella que a través de la magia e imaginación, le cambiaron su vida para siempre y con la cual quiere dejar un legado a las nuevas generaciones porque simplemente para él: “La radio nunca morirá.”
Por: Germán Posada
Creí que usted era de Cali, pero resulta que sus orígenes vienen de Antioquia. ¿Es así?
Yo tengo una mezcla de Caldas y Antioquia. Mi papá es de Jardín Antioquia y yo nací en Riosucio-Caldas. Por parte de mi mamá son caldenses. Ese sentimiento paisa está definitivamente arraigado en el corazón.
Leí algo somero de su historia de cómo se inició su gusto por la radio, en donde hay algunos personajes como sus primas, una dedicación y una emisora llamada Radio Guayaquil. ¿Cómo se juntan estos personajes?
De niño lo que yo pensaba era ser sacerdote, pero apareció en el pueblo un técnico que arreglaba radios y de súbito montó una emisora que la llamó Radio Guayaquil, a una distancia de dos casas de la mía. Alguna vez estaba sentado en el andén de mi casa con unas primas y en la emisora se escuchaba música guasca y quise complacerlas con música. Me dirigí al señor y le pregunté por el valor de las complacencias y me respondió que eran a 30 centavos, y yo le pedí dos, pero con algunas especificaciones, que a él le parecieron demasiado extensas por lo cual me sugirió más bien hacerlas yo mismo. Me dio las indicaciones al explicarme que cuando se encendiera una luz roja era el momento en él tenía que hablar. Cuando lo hice, el señor quedó tan sorprendido con mi versatilidad al hablar que hasta me invitó para que le colaborara en la emisora y que en pago me daba frutas y yo acepté.
Recuerdo que a las 4 de la tarde cuando salía de la escuela, descargaba mis útiles en la casa y rápidamente me iba para la emisora. Anunciaba la hora, pasaba servicios sociales y colocaba música. A través de esta experiencia aprendí a conectarme con radio en onda corta, recuerdo a Radio Tucumán en Argentina a quienes les escribí y en respuesta me enviaron unos banderines.
Esa fue mi fiebre e inicio en la radio.
¿El señor cómo se llamaba? ¿Cuánto tiempo le ayudó? ¿Ese sería su maestro, su mayor influencia en la radio?
No recuerdo bien el nombre del señor, le estuve colaborando unos cuatro meses y lo que más me regalaba eran mangos, mandarinas y aguacates. Si, este señor fue quién me inyectó la radio, allí me di cuenta de que la radio era muy sabrosa y cambié completamente mi idea de irme para el seminario.
Pero también llegó al pueblo la emisora Armonías del Ingrumá en donde entró a trabajar como operadora una prima hermana. Yo me iba por las noches a acompañarla y a observar lo que ella hacía en el control de la consola, hasta que yo también tuve la oportunidad de hacerlo reemplazando unas vacaciones.
En Cali lo conocen como el tenor de la radio vallecaucana. ¿Cómo le parece tan elocuente distinción?
Me da mucha alegría y satisfacción que me den un grado tan alto. He sido un estudioso de la voz y me encanta poder con ella transmitir en forma natural. Es uno de los tantos calificativos que me han dado, algunos de ellos, son La Voz y Maestro, quizás por aquello de mi actividad como docente por más de treinta años formando profesionales de la comunicación.
Entre otros personajes de radio novelas participó en la recordada serie Kalimán. ¿Cuál fue su papel?
Mis primeros pinitos como locutor fueron en Cali en el año 69. Un amigo de mi papá, llamado Albeiro Cadavid Cadavid, locutor paisa, era el director de la emisora La Voz del País, que pertenecía al diario El País, y mi papá le mencionó que a mí me gustaba la locución, y el señor Cadavid, me invitó a pasar a la emisora. En aquel entonces yo tenía 14 años. En La Voz del País, me encontré una radio completa, algo muy grande y distinto a lo que conocí en Armonías del Ingrumá.
Yo aprendí de mi papá a nunca decir no y para poder trabajar allí, a todas las preguntas que me hacían, respondía afirmativamente, demostrando experiencia.
De esta manera comencé a trabajar como control y en alguna ocasión un locutor me permitió hablar en su programa. El gerente, William Botero, me escuchó y no podía dar crédito que había sido yo. Me invitó a participar de nuevo al día siguiente y fue así como comenzó mi experiencia al aire. Don William Botero me prometió que cuando él se fuera a otra parte me llevaba conmigo y fue así como resulté trabajando en Todelar en el año 71, realizando labores como control máster en Radio Eco. Allí conocí al locutor Miguel Arango Debia, con quien tuve buena empatía y quién me invitó a participar en La Ley contra el Hampa.
Allí, el director del Elenco Todelar me dio la oportunidad de participar haciendo bolitos, que eran participaciones muy cortas. Mi primer papel fue el de un cajero de un banco al cual atracaron en su día de trabajo.
El escritor de las radionovelas en Todelar, Fulvio González Caicedo, me había escuchado siendo locutor de Radio 1 y me invitó a participar en la audición de la radionovela Dos días y una canción y resulté siendo el protagonista al lado de su esposa, Betty de González. También actué en la radionovela Chanlipo, un detective privado chino y que escribió Fulvio González Caicedo, y que pasó por las 72 emisoras de Todelar a nivel nacional.
Posteriormente tuve la fortuna de trabajar con el elenco de Bogotá, con figuras como Gaspar Ospina y Erika Krum, en el capítulo Los hombrecitos azules, donde interpreté a un extraterrestre.
Precisamente fue a sus 16 años que tuvo la oportunidad de trabajar en Radio Todelar. ¿Cómo recuerda esa gran escuela de locutores de Colombia?
Todelar fue mi universidad en donde yo aprendí totalmente el ciento por ciento.
En Todelar trabajé 15 años y pasé por emisoras como La Voz del Rio Grande, y Radio Cristal.
En Todelar, gané la primera medalla, Bernardo Tobón de la Roche te premiaba por el buen manejo de la voz. Fernando Franco García llevaba 10 años identificando con su voz a Todelar y Bernardo Tobón de la Roche quería darle paso a otra voz y yo fui el elegido. La identificación en Radio Cristal decía: Desde el radio centro Todelar en Medellín les habla Radio Cristal, somos Todelar, el circuito del pueblo colombiano.
Lo mismo hacía en Radio Continental en Bogotá o La Voz de Cali en Cali. Aprendí a modular como a don Bernardo le gustaba. Toda mi carrera como locutor se la debo a Todelar. Allí hice actuación, locución, producción, etc.
¿Y cómo se dio que en Todelar fuera programador?
Al programador de Radio Eco lo despidieron y yo escuché cuando el vicepresidente de Todelar, Jairo Tobón de la Roche, el coordinador nacional Paco Luna y su esposa Guillermina Lucas, directora general, se preguntaban cómo iban a suplir su programador.
Yo me ofrecí inmediatamente, pero Jairo Tobón de la Roche no estaba muy convencido porque yo estaba muy joven y sin experiencia. Yo le dije que tenía experiencia como control y que tenía muy buen conocimiento de la música. Le propuse nombrarle 10 títulos de canciones para que sonaran y que si tan sólo uno entre ellos, no se podía programar, yo no era la persona indicada para ocupar el puesto de un programador. El aceptó y a la cuenta de 8 canciones me hizo parar y me nombró nuevo programador de la emisora.
Esta experiencia me llevó a estar 37 años como director artístico en la radio colombiana, le di personalidad a la radio porque hice en Cali la primera estación 24 horas de rock, con Radio Color, que les ganó a emisoras especializadas en géneros como el bolero, salsa y tropical.
Aprendí que lo que uno construye en una empresa se queda en la empresa como imagen institucional. Soy un productor innato.
Ahora que menciona al señor Paco Luna, recuerdo una anécdota en entrevista con Sergio Ramírez, El Mundialista, quien me dijo que, a él, lo había despido, diciéndole que para locutor no servía. ¿Tiene conocimiento al respecto?
Al señor Paco Luna yo lo respeté mucho porque sabía mucho como director y producción de estilos. Creo que yo aprendí a torear a los grandes toros de la locución. Yo le demostré a través de mi trabajo que era bueno para lo que me encomendaban.
Paco Luna quedó muy impactado por mi voz la cual tengo desde los 17 años. Cuando el me oyó por primera vez, no lo creía, porque a él le parecía estar escuchado a alguien más adulto. Por eso me tomó mucho aprecio y me apoyó siempre.
Recuerdo muy especialmente que durante un fin de semana apagaron los teletipos de la agencia española EFE y la United Press, razón por la cual no hubo noticias y no llegó el periódico El País a Todelar. Al lunes, Paco Luna se madrugó a Radio El Sol de Cali, sin ningún material y se dirigió a los oyentes expresando que no sabía que decirles, pero instantáneamente comenzó a imaginar y a narrar la entrada de una mosca a la cabina y describía todo lo que la mosca hacía y esto tuvo un gran impacto.
En ese instante supe la enorme capacidad de improvisación que él tenía. Eso fue fantástico. Por espacio de una hora habló de la mosca. Eso fue una enseñanza muy grande y es por esto que yo me le quito el sombrero a este señor.
¿Usted que se formó a pulso, a punta de amor y pasión por la locución, si nota esos mismos sentimientos en sus alumnos?
Son dos etapas muy distintas. Nosotros fuimos unos quijotes de la locución. Nadie nos enseñó porque no había docentes de locución. Nosotros éramos empíricos y conquistadores del aire. Pero cuando ya nos formamos empezamos a enseñar. Yo, por ejemplo, llevo 30 años enseñando la locución.
Ahora la locución tiene una base tecnológica muy grande. Antes para sacar una transmisión improvisábamos espacios y baches en donde las ondas hertzianas no llegaban. Nos tocó usar la creatividad y esa magia de la radio con mucho respeto hacia los oyentes. Todo esto ha cambiado muchísimo, al punto que hoy en día es muy común percibir que la preparación de muchos para hablar frente a un micrófono es muy pobre e irrespetuosa.
Hay quienes, incluso gente de radio, que son apáticos a las academias de locución. ¿Qué tiene ACAGEL que haría cambiar este desinterés?
Yo formé una institución que tiene todos los atractivos necesarios para que el nuevo comunicador tenga la facilidad de formarse. Tenemos toda la fundamentación para formar reporteros, periodistas, presentadores de televisión, productores de radio y televisión, comunicadores organizacionales, líderes de la comunicación, doblaje de la voz, DJS, influenciadores, etc.
Los estudiantes encuentran aquí docentes universitarios con una compilación excelente de teoría y práctica, con excelentes resultados y que le han dado prestigio a la academia.
¿Qué locutores que gocen de reconocimiento han pasado por su academia?
La lista es larga. Mario Andrés Moreno, es conductor de noticias en Univisión, Fransuá Martínez periodista de Blu Radio y ganador de Premios Simón Bolívar, Carlos Alberto Gutiérrez, periodista de Señal Colombia, Wilson Morales, periodista Telepacífico, Stiven Arce, en Caracol Deportes Radio, Pablo Cruz en CityTV Noticias, Bryan Gómez y Valeria Pérez, de El Mañanero de la Mega en Cali, Mauricio Etallo, director de Bésame 106.5, Anita Giraldo, Stefanía Tabima y Karen López, entre otros.
“La radio es un medio de comunicación tan grande y poderoso, que más creo yo, que pueda perder la televisión.”
Jaime Echeverry Loaiza.
Usted viene de la vieja escuela en donde la voz señorial, prácticamente era la ideal, la que ganaba reconocimiento. Ahora, si bien esta voz sigue vigente, la voz más informal, ha ganado terreno. ¿Cómo trabaja esa disyuntiva entre lo señorial de su época y lo informal de ahora?
Yo empecé a estudiar la voz y me di cuenta de que los locutores de mi época, a los que yo les aprendí, impostaban la voz y tenían unos sonsonetes muy particulares. Lo que yo enseño ahora es el manejo del sonido de la voz en diez técnicas, que incluyen: la medida, la entonación, la dicción, el matiz, la vibración, el ritmo, el manejo del aire por la boca, no por la nariz, el manejo del bostezo, la naturalidad.
Es muy importante darle esa sonoridad a lo escrito pero muy natural. Aquellas maravillosas voces impostadas pasaron de moda. Claro está, que se siguen utilizando para ciertos momentos especiales en los cuales se requieren.
¿Nos recuerda aquella época de la canción hablada en donde el reconocido locutor Gonzalo Ayala, fue uno de sus protagonistas?
De esa época yo también hice parte porque me gustó. Lo que pasa es que yo le copié a Gonzalo Ayala su estilo de locución. Yo quise ser como Gonzalo Ayala.
Cuando Gonzalo Ayala era el director de Radio Tequendama y yo era locutor de Radio 1, vino a Cali a montar el Sistema de Radio Tequendama en Radio 1, y él iba a escoger las voces de la estación.
En Radio 1, algunas personas no me querían y dijeron que yo iba como locutor bombillo, aquel locutor que hace el turno de la media noche hasta las seis de la mañana. Yo imitaba la voz a Gonzalo Ayala y él dijo que mi voz era la mejor que tenían en Radio 1 y que yo debía estar en tiempo triple A en la estación. Por esto me pusieron en el turno de 9 a 12 del día y de 3 a 6 de la tarde. O sea, los tiempos espectaculares de la emisora.
Así comencé, haciendo un gran aprendizaje de aquellas canciones habladas como La carta que nunca envié, y Estaciones en el Sol. Tuve la oportunidad de grabar Caballos dorados, una canción de Arturo J. Ospina y además, Si amar es Vivir. También grabé Desiderata. Para mí, la que mejor me quedó.
Tiene una extensa trayectoria en televisión regional y nacional. Yo tengo un recuerdo muy vago de El Show de Isadora, ¿Cómo recuerda esa época de la televisión en Colombia?
Cuando descentralizaron la televisión en Colombia, Fernando Parra Duque creó el Grupo de Televisión, Proyectamos Televisión del cual yo fui la voz institucional. En el Show de Isadora se me dio la oportunidad de ser un DJ que desde un estudio de radio presentaba cada semana los éxitos de la semana.
En algún momento me invitaron a la grabación del primer programa de El Show de Isadora, ya habían transcurrido unas dos horas sin poder comenzarlo. Ella era una cantante famosa pero no tenía experiencia como presentadora de un programa en televisión.
Yo le propuse a Fernando Parra Duque de vestirme con smoking y acompañar a Isadora en la presentación para así darle confianza. A él le gustó la idea y así lo hicimos, con un resultado fantástico. En ese momento me hice presentador nacional de televisión sin haber nunca recibido una clase de televisión.
Yo siempre he aprendido de los otros, de lo bueno que les veo.
A propósito de la televisión, en una entrevista que le hicieron en el programa MINUTO 30 usted manifestó su frustración porque no pudo llegar a ser presentador de noticias en televisión. ¿Qué pasó?
Isaac Nessim, un excelente presentador de noticias, quien se había preparado en una universidad de Texas, ha sido para mí, el mejor presentador de noticias que ha tenido el país. El me llamó y me dijo que en Caracol Televisión iban a hacer una prueba para un presentador de noticias para los fines de semana y se ofreció prepararme. Me contó que, a Yamid Amat, le gustaban las manos limpias, sin accesorios, traje negro, camisa blanca y corbata roja y así llegué vestido.
Tres colegas caleños fuimos al casting a Bogotá y cada uno pasaba un día distinto. Los días, eran sábado, domingo y un lunes festivo que era un 20 de julio, ese día me tocaba a mí, pero al colega del domingo le pospusieron la prueba para ese mismo día. En su prueba le apagaron el Teleprompter, y luego en el apuntador le dijeron algo que él no entendió, en ambos casos lo único que se le ocurrió fue decir que había fallas técnicas y que había que suspender la transmisión. La verdad, esto de lo que fui testigo, me sirvió mucho para mi prueba.
Recuerdo que la presentadora era una periodista llamada Claudia, una antioqueña muy linda. Comenzamos con mi prueba y a mí me sucedió idéntico que, al otro colega. Cuando se apagó el Teleprompter, yo supe improvisar y seguí con la trasmisión. De hecho, ni dejé hablar a la presentadora.
Cuando terminé, la productora me dijo que había gustado mucho y que me contrataban. Me habló de un lucrativo sueldo y las coordenadas con la aerolínea para recogerme en Cali el fin de semana y regresarme nuevamente el lunes.
Yo me vine de Bogotá feliz, pero con tan mala fortuna que al miércoles siguiente me llamó la productora para informarme que por orden de la Junta de Caracol no se iba a contratar presentador de noticia para el fin de semana ya que se iban a alargar los turnos de los presentadores que ya estaban contratados. Eso como es evidente, fue muy frustrante para mí.
Luego vino otro casting de RCN Televisión, el cual también pasé y que era con la idea de montar noticieros regionales, pero Telepacífico le puso una tutela a RCN considerando que no podía quitarles fuerza a sus noticieros regionales, Noti5 y 90 Minutos. Ahí también perdí esa oportunidad.
¿Qué es Días de Radio?
Los locutores estábamos habituados a hacer la radio tradicional en el AM o el FM. Con la llegada de la radio online por internet, yo quise apostarle a tener mi propia radio online y hace 7 años la tengo y se llama HJEL Estéreo.
Conversando con mi socio de la academia le pregunté por un nombre para este programa y él me sugirió llamarlo Días de Radio como el título de la película.
Lo inicié con la locutora Judy Lizalda Echeverry, de 6 a 8 de la mañana y empezaron los enlaces internacionales desde Nueva York y luego de España y actualmente participan alrededor de 30 corresponsales en el mundo.
A quienes han pasado por televisión también les pregunto que prefieren más, si radio o televisión. ¿Cuál prefiere usted?
A mí me fascina la radio porque fue la que me dio la oportunidad de todo. Me encanta y la respeto profundamente. La magia de la radio es que no te ven, sólo te oyen y puedes estar haciendo las locuras más grandes internamente, pero estas dando una imagen al aire muy distinta.
Ambas son hermosas, pero definitivamente me quedo con la radio por la inmediatez.
¿De su primera experiencia tan primípara en la radio a la tecnología avanzada de hoy, cómo describe el futuro de la radio en la que, a pesar de estos avances, algunos insisten en que a la radio poco tiempo de vida le queda?
Le quiero decir lo siguiente. La radio se está transformando en televisión. Ahora se puede transmitir radio y ver a los locutores narrando.
La radio nunca morirá. Siempre está en el aire. La radio es un medio de comunicación tan grande y poderoso, que más creo yo, que pueda perder la televisión. La radio se viene comiendo a la televisión poco a poco.
En radio todavía nos valemos de la imaginación. De aquella magia que hace visualizar en el oyente las cosas. Que hace llorar, reír y toca los sentimientos del ser humano en su profundidad.
Obviamente la tecnología va de las manos en ambos casos y actualmente en la academia la estamos aplicando en la enseñanza de hacer radio. Próximamente nos podrán ver en Días de Radio realizando nuestra transmisión.
¿Su Premio Cristo Rey es la exaltación a su carrera?
Ha sido una linda idea de Sandra Rivera de hacer esta premiación. Cristo Rey es un símbolo muy grande en nuestra ciudad. Esto es para resaltar a las personas que hacemos comunicación. Me llenó mucho, es un reconocimiento a una labor que he sembrado para que las demás personas cosechen. Por eso estoy dejando poco a poco un legado para que recuerden con cariño y respeto a Jaime Echeverry Loaiza.
He recibido una gran cantidad de reconocimientos y son muy importantes, pero hay que conservar siempre la humildad. Pienso que por mucho que nos aplaudan debemos seguir siendo los mismos.
Cuando nuestra humildad desaparece, dejamos de ser nosotros mismos.
Muchas gracias.
Muchas gracias a usted. Lo felicito por lo que está haciendo. Usted está escribiendo la historia de los seres que hemos podido de una u otra manera sembrar los medios de comunicación para narrar la historia de un país como Colombia. Recuerden que hablar es el principio de la comunicación.
“A mí me fascina la radio porque fue la que me dio la oportunidad de todo.”
Logotipo Programa Días de Radio.
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