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Iván Darío Chahín: “La radio me apasiona profundamente.”

Updated: Oct 24, 2022


Iván Darío Chahín.



La radio es capaz de hacerme viajar a formas de pensar distintas., es una de las frases que identifican los conceptos que, en materia de radio, tiene el periodista, investigador y catedrático, Iván Darío Chahín.

Para este apasionado de las ondas hertzianas, su niñez no pasó de largo sin haber disfrutado de las mieles que producen el encanto y el embrujo del mágico mundo de la radio, cuando a través del poder de la voz, empezó a recrear en su imaginación, aquellos primeros héroes de infancia.

Pasado el tiempo y las circunstancias de la vida, se encargarían de mostrarle de manera contundente, que la radio, sería su destino. Pero contrario a la radio comercial, aquella que, en el común de los casos, atrae y deslumbra por su poder de concentración, a Iván Darío Chahín, lo deslumbró y maravilló, la radio comunitaria.


Empecé a descubrir que no solamente en la radio tenían cabida esas voces profundas de locutores sino también las voces comunes y corrientes, pero además cargadas de sentido.”, comenta emocionado Iván, quién junto a su esposa, Gladys Herrera, forman un exitoso equipo de trabajo que ya suma décadas dedicado a estudiar y profundizar en aquella radio que como bien explica Iván:

“En la radio comunitaria si es muy importante que exista un recurso económico, pero hay una sostenibilidad más importante que la económica y es la sostenibilidad social.”



Por: Germán Posada



¿Qué le gustó de las comunicaciones que decidió ser periodista?

Creo que soy parte de una generación que creció con una radio colgada al oído. En esa radio contaban historias, pasaban radio dramas, se narraban eventos deportivos, la radio era el lenguaje en donde vibraba el lenguaje de la emoción.

Desde niño, permanentemente veía cosas en mi mente escuchando todo lo que circulaba a través de la radio en Bucaramanga y siempre quise formar parte de ese lugar, poder ser parte del grupo que contaban historias, que fueran capaces de contarnos que el mundo era más grande que la calle en donde vivíamos. Que había personas en otros lados que tenían otras formas de vivir, de sentir, de cantar, de soñar. Eso fue lo que me hizo enamorarme de la radio y lo que me hizo pensar terminando la secundaria, que ese era el lugar, en el que quería hacer mi vida.



¿Cuántos años suma dedicados a la radio?

Estoy dedicado de lleno a la producción radiofónica desde el año 87. Mi primer programa se llamó Mi campo verde, que se emitía aquí en Bucaramanga a través de radio Atalaya, una radio tradicional de mi ciudad y tenía una particularidad. En aquel momento era el único programa radial de la ciudad hecho para el campo y desde el campo.

Me iba a las veredas montaña arriba y montaña abajo, buscando a los campesinos para capturar sus voces, su música, su forma de hablar, para que salieran a través de la radio y la ciudad también escuchara el campo. Mi programa era un lugar de expresión del campesino donde hablábamos de cultivo, pero también hablábamos de la vida cotidiana.



¿Y de aquellas historias en particular qué recuerda?

Algunas historias me quedaron profundamente marcadas. Recuerdo cuando tenía unos 7 años, que escuchaba de un ser humano muy grande y fuerte. Lo imaginaba hasta de 2 metros con 10 centímetros, al que llamaban Pelé. Era tan espectacular la narración de lo que este hombre hacía en una cancha de fútbol que yo me imaginaba un ser que no había visto nunca. Cuando lo vi por primera vez, me sorprendí tanto como cuando vi por primera vez a Claudia de Colombia. A la que igual imaginaba, por la calidad de su voz, como una mujer grandísima. Cuando los conocí descubrí seres humanos comunes y corrientes, que a través de la radio nos habían logrado comunicar una emoción que nos hacía imaginarlos de mayor tamaño.

También cuando tenía unos 9 años, recuerdo con mucha fuerza en mi memoria un fuerte temblor que se presentó y recuerdo que todos empezaban a repetir la misma frase: “prendan la radio, prendan la radio”. La radio era la conexión con el mundo y desde ahí me empezó a sembrar el deseo y las ganas de conectarme con ella.



Cuando mencionó a ese hombre alto y fuerte me imaginé que iba a referirse a Kaliman…

¡Claro! También lo escuché, me pareció fascinante. Igualmente, Cumbres Borrascosas.

Muchos años después, El Derecho de Nacer, que también tiene unas historias fantásticas no sólo por el drama que se narra en él, sino por la forma en la que hubo que reconstruir el drama en cada país.

Para mí, la narración de ese hombre llamado Pelé, era maravillosa.

Igualmente me pasó con Martín Emilio Cochise Rodríguez, a quien la vida me dio la oportunidad de conocerlo. Fue muy especial descubrir con pinceladas de emoción a través de la radio, que existía un gran ser humano que había logrado una gran gesta siendo campeón mundial.



¿Por qué su interés por la radio comunitaria?

Cuando ingresé a la universidad descubrí un derecho que ignoraba, el derecho a la comunicación, el cual, en muchos lugares no se podía llevar a la práctica. Si bien las radios abrían sus micrófonos a muchas personas, también había restricciones para que te pudieras expresar. Empecé a descubrir que no solamente en la radio tenían cabida esas voces profundas de locutores sino también las voces comunes y corrientes, pero además cargadas de sentido. Te estoy hablando de mediados de los años 80s en los que vivíamos el asesinato del ministro Rodrigo Lara Bonilla.

Era muy importante que las comunidades también pudieran expresarse y no solamente aquellos que tenían una licencia de locución.


También tuve la oportunidad de escuchar en una jornada a un colectivo de productores radiales colombianos que se llamaba Dimensión Educativa narrando historias de emisoras comunitarias. Recuerdo una en particular que sucedía en las afuera de Lima, que se llamaba Las Calandrias, en donde semana a semana contaban el valor que tenía para sus hijas e hijos, un vaso de leche que podían entregar a través del trabajo comunitario.

Otra de aquellas historias era como contaban la vida del cura Salcedo que un día descubrió que las ondas de radio, como reza el mito, andaban mucho más rápidas que su caballo y decidió hacer alfabetización a través de la radio. Estoy hablando de la Radio Sutatenza.

Todo este contacto desde la universidad me acercó al mundo de la radiodifusión comunitaria. A la posibilidad de que, sin necesidad de tener mucho dinero, o de pertenecer a un gobierno o a una iglesia, las comunidades pudieran tener su propia radio, poner su música, contar sus palabras, narrar sus historias, ser parte de esta gran conversación que se da a través de la radio.

Todo esto hizo en mí, mirar el atractivo de la radio comunitaria. Descubrir que la podíamos llenar de muchas voces, colores y de historias que nos contaran de la vida de la ciudad desde lugares distintos a los oficiales.



¿A propósito cual considera usted fue el legado qué dejó Monseñor Salcedo con Radio Sutatenza?

Monseñor Salcedo y todo su colectivo nos mostraron un camino que intuíamos pero que no habíamos visto con claridad. Nos hicieron ver que la radio podía ser una aliada en el desarrollo.

A partir de allí, nació no sólo Sutatenza, sino todo un colectivo de radios similares en América Latina que luego se integraron en acción cultural popular y en lo que hoy es ALER (Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica). Grandes radios que se dedicaron a formar a poblaciones que no tenían posibilidad de acceder al mundo educativo. Ese creo que fue el gran legado que nos dejó Sutatenza.

Hay una fecha muy significativa que me gustaría recordar. En el año 88 finalmente el modelo de Sutatenza pierde fuerza y es en febrero de ese año cuando vende su frecuencia y sus equipos a una cadena de radio comercial colombiana. En ese momento muchas personas sentimos que era como si se hubiera caído un árbol inmenso que nos estaba mostrando todo lo que podía de la comunicación educativa y comunitaria.

Seis meses después se convocó en el recinto de Quirama, cerca de Medellín, el primer encuentro colombiano de radio comunitaria. No tengo ni idea de donde aparecimos 110 personas venidas de distintas regiones del país y nos dimos cuenta de que debajo del gran árbol que había sido Sutatenza y que no se había podido sostener, existía una gran cantidad de pequeñas radios que estaban creciendo y palpitaban al ritmo de nuestros municipios. Este encuentro sumamente emocionante nos enseñó que, si bien había desaparecido nuestra madre, esta había sido fértil y esa fertilidad se notaba en nuestros municipios.

Esas radios están llenas de anécdotas y tal vez la que más se ha repetido en Colombia, es aquella del curita que con su pequeño transmisor que no cubría más de 4 o 5 calles del pueblo, gritaba en las mañanas: “Buenos días, América”, parodiando a La Voz de los Estados Unidos de América y el pueblo entero se reía porque sabía que América era la señora que le colaboraba en la parroquia.



¿Cómo fue esa experiencia de crear radio comunitaria en Colombia a principios de la década del 90?

En realidad, no soy un pionero en el tema. Tuve la fortuna de estar en el grupo de esas 100 personas que queríamos empezar a construir radio y nos organizamos en grupos distintos. Una parte de este colectivo se concentró en lograr transformaciones de la ley en Colombia que permitieran que las comunidades organizadas tuvieran una licencia de funcionamiento sin estar por fuera de la ley.

Otra parte nos dedicamos a que la radio fuera legitima y a que nos escucharan por gusto. Ahí, fue en donde yo tuve la oportunidad de desempeñarme y empezamos a formar grupos de comunicación de producción radial popular en toda Colombia y luego en toda América Latina.

Finalmente, esto tuvo un florecimiento a mediados de los 90s cuando fuimos una radiodifusión legal y a finales de esta década nos otorgaron las primeras licencias que sumaban un poco más de cuatrocientas a lo largo del país.



¿Qué le dejó su experiencia de 5 años liderando la Asociación Mundial de Radios Comunitarias para América Latina y el Caribe?

Esto fue fabuloso, haber trasladado todo ese descubrimiento y trabajo a toda América Latina y además en el mundo entero. AMARC es la Asociación Mundial de Radio Comunitarias y tiene capítulos en todo el planeta. Sumarnos a esa diversidad fue muy interesante y pudimos aprender de muchas maneras de hacer radio.

En el año 92 en la quinta asamblea mundial tuvimos una experiencia fascinante. Un productor radial mexicano y otro australiano juntaron a productores radiales de todo el mundo. En total éramos unos 500, narrando en lenguas distintas la historia de los dos grandes picos nevados junto a la Ciudad de México, el Iztaccíhuatl y Popocatépetl, y así, en idiomas distintos, montamos un radio drama y en ese ejercicio colectivo íbamos aprendiendo maneras de hacer radio.

Luego AMARC empezó a consolidarse gradualmente en América Latina. Tuve la oportunidad de ser el primer representante en Colombia y luego pude estar al frente de la dirección del programa de formación en América Latina. Allí, dimos cuerda a toda la gente que formaba colectivos en América Latina, les suministrábamos herramientas, producciones y gestionábamos recursos, tratando de que cada país encontrara su propia manera de hacer radio.

En pleno centro de Buenos Aires, FM La Tribu, una radio de estudiantes universitarios, cada año cambia su programación siempre ligada a movimientos alternativos y desde AMARC, sus radios campesinas están ligadas tratando de reconstruir su historia. Esta diversidad fue las que nos permitió construir el programa de formación entre 2004 y 2009, tiempo en el que estuve al frente como su director.



Como anécdota personal le cuento que en mis inicios de vida en Montreal busqué la manera de contribuir en una emisora comunitaria en español y literalmente me rechazaron porque no pertenecía a una organización guerrillera. Hay quienes siguen asociando la radio comunitaria como una radio guerrillera. ¿Cómo aclarar este apelativo?

Tal como te pasó nos pasó a nosotros todo el tiempo. En muchos lugares asumían que por ser nosotros comunitarios éramos guerrilleros e incluso asumían que todas las personas de las emisoras comunitarias tenían pensamiento de izquierda y en realidad, esto no es así.

Volviendo atrás, lo que nos llamó la atención cuando empezamos a trabajar en el mundo de la radio comunitaria no era una posición ideológica, era un derecho, en el que nos interesaba trabajar para que las comunidades pudieran tener acceso a los medios de comunicación.


¿Qué generó la confusión? Que fueron muy famosas en los años 80 y 90, las radios comunitarias ligadas a movimientos guerrilleros. Podemos mencionar, por ejemplo, entre otras, a Radio Venceremos, del FMLN en El Salvador y Patria Libre en Colombia. Muchas personas asimilaron una cosa con otra.


Parte del trabajo de este colectivo colombiano fue decir: “No somos iguales, las nuestras no son radio ligadas a un proyecto político guerrillero, somos radios ligadas a un derecho fundamental que es el de la comunicación.”

Nuestras radios son las que se organizan en la acción comunal, los colectivos de jóvenes que quieren hacer música, que intervienen en los planes de desarrollo, los grupos de mujeres que deciden organizarse para trabajar por la equidad de género, los grupos de hombres que proponen la nueva masculinidad, los grupos campesinos que promueven cooperativas.

Ese ha sido parte del trabajo. Romper el mito de que comunitario es sinónimo de guerrilla. Creo que, en Colombia, hoy en día, desde que tenemos la legalidad y más de 700 emisoras comunitarias al aire, ese mito está clarificado. Ha quedado atrás.



Creo que soy parte de una generación que creció con una radio colgada al oído.


¿En qué se diferencian la radio comunitaria y la radio comercial?

Lo primero que tengo que decir es que me gustan todas. Me encanta que tengamos radio comercial, universitarias, educativas, culturales, de interés público, aquellas que sirven de voceras de los gobiernos. Yo creo que esa diversidad es muy importante porque desde cada orilla se cuenta cosas distintas. ¿En qué creo yo que está el punto diferencial entre comunitarias y comerciales, siendo las dos muy buenas y ambas necesarias? En algunos momentos las radios comerciales cuando tienen que tomar una decisión, dan una especial importancia al criterio comercial, a la sostenibilidad económica de la radio.


En el caso de la emisora comunitaria, importa la sostenibilidad económica, claro que sí, porque sin dinero nos toca cerrarla. Si es muy importante que exista un recurso económico, pero hay una sostenibilidad más importante que la económica y es la sostenibilidad social. Necesitamos siempre mantener una relación muy fuerte con nuestra audiencia con un producto de tan buena calidad que quieran estar con nosotros. Ahí, está para mí, un matiz importante que diferencia a la una de la otra.

Necesitamos diversidad en la radio. Si existen radios religiosas, ojalá que sean de distintas ideologías para que la radio pueda nutrirse de esos distintos puntos de vista. Si existen radios de izquierda que también las haya de derecha y de centro, para que uno como oyente pueda nutrirse de todo esto. Pasa como con los libros, lo más valioso de una biblioteca es su diversidad.


¿Qué es Habilidades para la Vida?

Es una iniciativa que se propuso en el año 1993 desde la Organización Mundial de la Salud. Esto resultó luego de que un equipo de 21 investigadores de distintos países del mundo analizase experiencias desarrolladas con gente joven. Lo que hicieron en el análisis fue preguntarse ¿Qué hace que la gente joven afronte con mayor capacidad desafíos como el de la droga, la invitación a participar en grupos delictivos, acoso escolar, discriminación?

Luego del análisis descubrieron 10 habilidades básicas que en la medida en la que todas las personas las fortalecemos eso nos permite tener mayor cantidad de opciones cuando tenemos un desafío.

Personalmente yo me inicié en este proyecto en el año 2003 pero estoy concentrado desde el año 2009 con la formación de colectivos a lo largo de América Latina ligados a gobiernos en España, a organizaciones comunitarias y empresariales tratando de fortalecer esas 10 habilidades.

Una de ellas es como fortalecer la capacidad creativa, para que cuando nos encontremos frente a un problema no nos choquemos de frente con él, sino que seamos capaces de encontrarle una salida distinta. También fortalecer la capacidad crítica, para ser capaces de tener motivos y pensamientos propios cuando nos dicen que tenemos que hacer.

En Quibdó hay un colectivo que se llama Semillas de Oportunidades y han creado una forma de jugar al fútbol entre niñas y niños que no pretende formar jugadores de fútbol, sino que compartan para ser capaces de saber que hacen con sus emociones, que sean capaces de jugar sin agredirse, de convivir entre sexos opuestos, que no se discriminen por el color de la piel o el origen de dónde venimos. En resumen, son herramientas para la convivencia.



Transcurso” me gusta porque forma habilidades para la vida. ¿De qué se trata?

Es un curso en línea que ya va en su edición número 27 y que certificamos desde la Fundación EDEX y se ofrece a través de la Escuela Iberoamericana de Habilidades para la Vida.

¿Sabes que es lo que más están demandando las empresas a la gente joven que llega a trabajar? Realmente no te piden que seas muy hábil haciendo algo en particular. Lo que más está en demanda son personas que sean capaces de trabajar en equipo. Personas tranquilas y creativas.

Los países hoy en día estamos muy polarizados, no solamente Colombia, también Estados Unidos y en Europa, políticamente estamos casi que partidos en dos pedazos. De lo que se trata es de comenzar a juntarnos y aprender a convivir. No se trata de tener razón sino de aprender a razonar con la persona que es distinta a mí, y descubrir que esa otra persona puede tener algo de razón que yo no tenga y viceversa.

Es aprender a vivir y a convivir a partir del fortalecimiento de las habilidades para la vida.



Desafíos de la Radio en el Nuevo Milenio es un libro en donde José Ignacio López Vigil escribe una capitulo que titula: La radio y el internet hacia un matrimonio tecnológico. En la radio comercial precisamente por este avance en la tecnología muchos predicen su muerte. ¿Cómo está en este sentido la radio comunitaria?

Me arranca una sonrisa tu pregunta. En Ciespal conocí a José Ignacio quien en su momento dirigió la Asociación Mundial de Radios Comunitarias para América Latina. Con él, recibimos un gran caudal de información y comprendimos lo que significaba el derecho a la comunicación.


Yo soy un convencido, como lo dice Salman Rushdie, que somos el animal narrador de este planeta. Cuando miro la historia de la radio me doy cuenta de que siempre ha sido fértil en este terreno de ser animales narradores. Cuando se acabó Sutatenza, muchos pensamos que moría ese tipo de radio, pero no, porque había sido fértil y había dejado la semilla regada en todas partes.


Creo que ahora ha quedado atrás el AM, tal vez pueda empezar a quedar atrás, aunque no estoy tan seguro aún, el FM. Ya quedó atrás la onda corta, pero somos hijos de una raíz muy fértil del ser humano porque hoy tenemos nuevos transmisores que viajan a través de internet. Ahí es en donde vamos a seguir siendo animales narradores y ahí es en donde seguramente hay futuro para la radio. No creo que la radio dependa de que el transmisor salga por una frecuencia u otra.

La radio es un invento humano a través del cual le damos salida a esa capacidad narradora y creo que su futuro está en pasar por esa nueva línea de transmisión llamada internet.



¿La radio comercial sobrevive a través de la pauta comercial cómo sobrevive la radio comunitaria?

Hay varias fuentes. Se recurre en algunos casos a pauta comercial de carácter nacional y se hace a través de las redes de radios. Otra forma es activando la economía local ofreciendo tarifas especiales para el comercio local.

También ligándose a proyectos de desarrollo. Aquí le recuerdo una coproducción tratada con el Ministerio de Educación Nacional que hicimos con radios del oriente colombiano en Norte de Santander y Boyacá que se llamó A Gatas. En ella promovíamos formas de educación en primera infancia contando lo que la gente hace para trabajar con menores de edad de cero a cinco años.


Una parte era una producción central y luego cada radio, agregaba su propia producción. Esta es otra manera de capturar recursos que permiten no hacerle publicidad al Ministerio, sino que ese tema que es fundamental para la calidad de vida, incorporarlo a la programación. Todos los temas que tienen que ver con el desarrollo son también un área en la que las radios pueden obtener recursos para su funcionamiento.

También se promueven proyectos comunitarios que pretenden ser sostenibles en lo económico, pero también en la parte social que, en el fondo, es la fundamental de la radio comunitaria.



¿Cuál es el desarrollo de la radio comunitaria colombiana en comparación a las de otros países?

Creo que Colombia es uno de los países que ha marcado algunos momentos muy significativos en las historias de las radios. Fuimos el primer país del planeta que obtuvo licencias dignas para sus emisoras comunitarias. No las que queríamos, pero fueron licencias dignas que nos dieron la posibilidad de empezar a emitir, crecer y fortalecernos.

Esto hace que Colombia sea un punto de referencia significativo para América Latina y para el Caribe. Las radios comunitarias colombianas están planteando la posibilidad de mejorar su marco legal, algo que me parece está lleno de sentido. Ese es el gran desafío actualmente desde mi punto de vista de las emisoras comunitarias. Seguir creciendo, llevando el derecho a la comunicación a espacios más allá del FM o del AM, como había sido una pelea que se dio hasta hace un tiempo.



Junto a su esposa se ha dedicado a trabajar y fortalecer proyectos para la radio comunitaria. ¿Cómo ha resultado esta experiencia en pareja?

Venimos trabajado juntos hace más de 35 años y hemos hecho entre muchas cosas una hija. En este trabajo juntos lo que hemos logrado es una gran cantidad de producciones que por fortuna han podido llegar a distintos tipos de radios de América Latina.

Por ejemplo, Por si las moscas, la rana, es una mochila de cuentos a la colombiana. Es una de aquellas producciones de la cual nos sentimos enormemente orgullosos y muy satisfechos.

El Árbol de los abrazos, fue una coproducción con radialistas de América Latina en la que contábamos como comunidades de América Latina eran capaces de lograr los objetivos de desarrollo del milenio cuando aquel era el horizonte del planeta.



¿Qué es la radio para Iván Darío Chahín?

Es el canal de la emoción desde el cual es posible reflexionar y darme cuenta de que el mundo es más que la calle que conozco. La radio es capaz de hacerme viajar a formas de pensar distintas. La radio, no es cierto que solo me hable, yo como oyente le hablo a la radio todo el tiempo. La radio es el lugar en el cual puedo hablar con el mundo con la diversidad de seres humanos que habitamos el planeta.



¿Qué significa el poder estar ejerciendo lo que en algún momento eligió para hacer en su vida?

Es algo que me llena de mucha alegría. Yo no produzco radio desde el año 2009, pero cada vez que tengo la posibilidad de conectar con los colectivos que formamos, lo que encuentro es que siguen siendo capaces de transmitir aquello que a mi me estremeció, y era la alegría, la mirada de un mundo más amplio, la emoción y desde ahí, el alimento para la reflexión.

Eso creo que es lo que se siente cuando tienes un micrófono al frente, cuando tienes posibilidad de usar un efecto de sonido o de contar un relato. Eso fue lo que me capturó e intenté compartir con mis audiencias cada vez que se dio la oportunidad.



Muchas gracias

Es un gusto. Este es un tema que me apasiona profundamente. La radio para mí es el canal exquisito de comunicación con quienes habitamos y con el mundo. Ha sido muy grato poder recordar y compartir esto que pudimos construir con muchas otras personas, desde el oriente colombiano en Bucaramanga.



“La radio es el canal de la emoción desde el cual es posible reflexionar y darme cuenta de que el mundo es más que la calle que conozco.

Iván Darío Chahín, en uno de sus Talleres de Habilidades para la Vida con Colectivos de Mujeres en Ciudad Obregón, Sonora, México.










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Germán Posada es natural de la ciudad de Medellín (Antioquia). Estudió Locución para Radio y Televisión en el Instituto Metropolitano de Educación (I.M.E). 
  
En Medellín colaboró en el programa Buenos Días Antioquia transmitido por la Cadena Colmundo Radio y participó en la animación y programación del programa Mirador Comunitario a través del Sistema Radial K (Armony Records). Ambos bajo la conducción y dirección del Periodista antioqueño Carlos Ariel Espejo Marín (q.e.p.d). 

 

Desde el 2001 reside en la ciudad de Montreal en donde ha participado en la realización y animación de los programas radiales Escuchando América Latina  (CKUT 90.3 FM), Onda Latina (CFMB 1280 am) y La Cantina (CFMB 1280). 
  

 

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