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Víctor Mora: “Mi único compromiso fue conmigo mismo”

En las memorias de la historia del atletismo colombiano, específicamente hablando de las carreras de fondo, el nombre de Víctor Mora, siempre será un referente de suma importancia a tener en cuenta cuando del tema se trate.


A Víctor Mora lo conocí hace algunos años cuando me enteré que había llegado a la ciudad de Montreal. Por aquel entonces lo entrevisté por primera vez para un portal web para el cuál colaboraba. Como aquella primera vez, muy amablemente me atendió vía telefónica, esta vez desde Brossard, localidad en la cual vive con su esposa e hija.


El palmarés de Víctor Mora es impresionante. Según sus cuentas, unos ochenta países suman el recorrido en el mundo en donde estuvo compitiendo y que dan prueba de sus capacidades atléticas. Sin embargo fue la popular carrera de San Silvestre en Sao Paulo (Brasil) la que le dio renombre a nivel nacional y por la cual se le recuerda por la sumatoria de sus logros, en total, cuatro victorias.


Víctor Mora estuvo a punto de ganar una Maratón de Boston y representó a Colombia en dos justas Olímpicas de las que guarda amargos recuerdos. Fiel a su personalidad seria y moderada, Mora se dispuso a responder mis preguntas en las que en esos minutos volvieron a brotar los recuerdos de antaño que lo ubican como una de las figuras deportivas más prominentes del país y por lo que a título personal, se siente satisfecho de la labor realizada.


Víctor Mora. Foto: El Espectador.



Por: Germán Posada



¿Cuál es su sentimiento de ser el atleta colombiano que más ha ganado la legendaria carrera de San Silvestre?

De todas maneras eso siempre es un orgullo haber podido representar al país y haber ganado más de una vez. Debo aclarar que la competición de San Silvestre no es una maratón como todavía mucha gente la llama. Es una carrera atlética de calle de quince kilómetros que ha cambiado la distancia en varias ocasiones.


¿Por qué esta carrera ha ido perdiendo la importancia que tenía años atrás?

Uno de los motivos es porque aunque sigue siendo el 31 de diciembre de cada año, ya no es en la media noche sino en el día, específicamente a las 9 de la mañana y esto ha hecho que pierda el interés de antes.

Lo otro es que ya no invitan a los mejores del mundo y se limitan a aceptar un grupo de atletas determinado que ofrece un representante. También es que A Gazeta Sportiva la creadora de la Fundación Cásper Libero, fundadores de la Carrera de San Silvestre, prácticamente vendió alrededor del ochenta y ocho por ciento de la carrera. Su papel ahora se limita simplemente en controlar que la carrera salga de sus instalaciones y que finalice allí mismo.




En su momento la Gacete Sportive lo describió a usted como un extraterrestre por ser el corredor que más había ganado la carrera de San Silvestre. ¿Qué opina al respecto?

En eso hay una cosa que es un poco exagerado a mi manera de ver porque los extraterrestres realmente yo creo que mientras que no los veamos es de suponer que no existen.

Esto ha sido como una forma de engrandecer lo que se hizo. Y en realidad en esta carrera yo le gané a grandes atletas como el portugués Carlos Lopes, el finlandés Lasse Viren y el keniano Henry Rono, que llegaban de ser campeones del mundo.



Martín De Francisco, figura de los medios en Colombia quién actualmente hace dúo con Hernán Peláez en la W, decía en sus inicios con su estilo mordaz, que la competencia de San Silvestre era una carrera para borrachos. ¿Usted qué piensa?

Yo creo que él lo dice a su estilo de una manera muy folclórica y se basa tal vez en el horario de la carrera de antes que era justamente a la media noche el 31 de diciembre en donde hay fiesta y licor, pero lo que él quizás no sabe, es que el evento como tal es una fiesta deportiva pero en donde no hay absolutamente nada de licor. Me imagino que su estilo como comunicador es realizar sus actividades profesionales como la política que es como un circo.



¿Tiene idea en cuantos países ha estado compitiendo?

Yo estuve compitiendo más o menos en unos 80 países. Hago la cuenta de lo que es toda América desde Canadá hasta la Patagonia. Además muchos países del Asia y Europa, Bélgica, Alemania, Holanda, antigua Checoslovaquia, antigua Yugoslavia, Rusia, Irlanda, Suiza, Suecia, Francia, España, y muchos otros que se me escapan.



Seguramente se le ocurrió en algún momento establecerse en uno de estos países. ¿Lo pensó?

Hay dos países en los que a mi inicialmente me llamó la atención establecerme y fueron en su momento en 1967 en Canadá cuando vine a correr a Winnipeg. Y el otro hubiera sido Bélgica.

Recuerdo que en el año 77 recibí una oferta para venirme a vivir a la ciudad de Laval (Canadá) pero yo tenía en ese momento mis cosas bastante definidas en Colombia y no acepté, además, por aquella época estaba lesionado.

Después de mi participación exitosa habiendo ganado el Circuito de los Masters en La Florida, en marzo de 1991 decidí no seguir viajando más en competencias internacionales pero seguí haciéndolo a nivel nacional. Mis salidas al exterior eran más por representación e imagen.


Al parecer sus participaciones en Olímpicos pudieron haber tenido mejores resultados pero no fue así. ¿Cómo nos puede explicar esto?

Alguna vez alguien me dijo que eso sonaba a disculpas. Pero la realidad es que hubo torpeza en mis dirigentes en ambas ocasiones, tanto en Munich como en Montreal.

Para los Juegos Olímpicos de Munich en 1972, se hizo una inversión para irnos a vivir a Estados Unidos y hacer una preparación durante casi ocho meses, y al final por el resultado de una carrera, o sea mi buena participación en la maratón de Boston, me obligaron a correr el maratón en los Olímpicos y yo todavía no tenía la mentalidad de maratonista. Yo era un corredor de pista, de hecho yo viajé unas semanas antes a Alemania para convencer a los dirigentes de que yo debía correr en pista y no en maratón. Participando allí en un chequeo que se hizo de 3 mil metros planos en el estadio olímpico, corrí un tiempo de 7,53, con esto les demostré que era capaz de llegar tal vez a la final de los 5 mil metros en los Juegos Olímpicos. Era imposible ganar porque las marcas estaban muy lejos de mis tiempos, pero estaba seguro de que por muy mal que me fuera, podía hacer un tiempo de 13,48 que hubiera sido record nacional y suramericano en aquel entonces.

Pero ellos estaban deslumbrados con mi actuación en Boston que fue una prueba que estaba dentro de mis planes de preparación y que quizás pude haberla ganado pero que por desconocimiento de la distancia al principio corrí muy despacio. Finalmente en Munich terminé si no estoy mal de número 52.


Con los Juegos Olímpicos en Montreal, para la época yo estaba viviendo y estudiando en España y desde allí, apliqué para una beca en Italia que me gané y al mismo tiempo me validaron mis estudios en Administración Deportiva que hacía en España. En Italia gracias a la beca pude tener un entrenador del Comité Olímpico Italiano, me pagaban habitación y alternaba mis estudios con trabajos en la cafetería de la universidad, en un supermercado y en una gasolinera. Después de unos tres meses de preparación en Italia, a los dirigentes de las Federación Colombiana de Atletismo se les ocurrió vender un torneo en Bogotá, según ellos, para conseguir fondos y darles mejores viáticos a los atletas que viajarían a los Olímpicos.

La empresa que los patrocinó exigió que estuviéramos en la carrera, Domingo Tibaduiza y yo, y así firmaron el contrato. Yo siempre estuve en desacuerdo con ir a Colombia a ese evento y mis planes junto a mi entrenador era de viajar unas seis semanas antes a Suiza para entrenarnos en la altura y luego ir a Montreal dos días antes de la carrera. Empecé a tener presión por parte de la Federación y me dijeron que si no competía en la carrera me sacaban del equipo. En otras palabras fue un vil chantaje.

De la Federación colombiana hablaron con la gente del Comité Olímpica Italiano y llegaron a un acuerdo porque a mí me faltaba un año para terminar mi carrera y la idea era que yo aceptara ir a competir en Colombia con la condición de tener un tiquete de vuelta a Roma para terminar mis estudios. A Chinnini, mi entrenador de ese entonces, que siempre me animaba para ir a los Juegos Olímpicos y de acompañarme, nunca le enviaron su tiquete.

Efectivamente acepté y en Bogotá yo gané la carrera pero con la mala fortuna que terminé lesionado en mi tendón de Aquiles derecho como consecuencia del mal estado de la pista del Estadio El Campín. Muy adolorido y con mi pierna hinchada por la lesión, al día siguiente fui donde un médico que terminó diciéndome que era fatiga y que los deportistas colombianos frente a un evento grande nos arrugábamos. Aquí viene -la historia de lo de las disculpas- que le había comentado antes. Como comprenderá mi enfado con este señor fue inevitable.

Luego otro médico me sugirió infiltrarme lo que no acepté. Finalmente como sugerencia mía viajé a Montreal con el primer grupo de atletas para ponerme en un tratamiento médico, la inflamación nunca cedió y el médico advirtió a la Federación que lo mejor era que no participara porque corría el riesgo de que se me rompiera el tendón. Pero yo quería correr y el día anterior a la carrera me hicieron un vendaje especial y alcancé a realizar un entrenamiento pero la realidad fue que no pude hacer una mejor actuación y terminé de once en la eliminatoria de mi serie y para finalizar terminé con un yeso en mi pierna.



Yo soy de pocos amigos, quizás por mi temperamento. Para mí el amigo debe ser incondicional.

Víctor Mora acompañado de su esposa Dora Yanet Ovalle y su hija Lina Sofia Mora Ovalle.



¿De estas experiencias, digamos poco ortodoxas, qué puede decir?

Nunca se los dejaré de refregara los dirigentes. En junio de 1976 yo era en diez mil metros el cuarto en el mundo y en cinco mil metros el sexto. Estaba a 19 segundos del record del mundo. Los dirigentes no fueron capaces de evaluar y potencializar el buen momento en el que yo estaba. Yo también soy consciente y seguramente no iba a estar en el pódium pero sé que tenía las condiciones necesarias para haber estado entre los cinco finalistas.


La Maratón de Boston es muy reconocida. ¿Siente decepción no haberla ganado?

La verdad, no me produce nada. Soy consciente que en ese momento no tenía la experiencia para correr un maratón. No niego que me hubiera gustado haberla ganado, de hecho volví en el año 1981 y terminé de décimo pero mejorando la marca que había hecho en el 72 en donde terminé de segundo. Esto por ejemplo es más importante para mí que lo hecho en Brasil. Yo siempre he dicho que más vale ser cola de león que cabeza de ratón.



¿Qué es lo que más lo llena de su carrera deportiva?

A mí lo que siempre me llenó es que yo hice las cosas como a mí se me ocurrieron. Yo no le debo a nadie de haberme iniciado, dirigido o haberme dado en el atletismo y tampoco nadie me debe nada a mí. El país nunca me dijo venga para acá, haga esto a cambio de esto, eso nunca me le dijo. Y yo nunca hice un compromiso o un contrato con el país a representarlo.

Mi único compromiso fue conmigo mismo, a hacer las cosas lo mejor posible, a dejar el nombre de Colombia lo mejor posible donde quiera que estuviera. Y así conforme lo hice corriendo, también lo hice en mi vida personal y profesional. Por ejemplo yo viví y salí de España con una muy buena calificación como deportista y como persona. Cuando salí de Italia salí con una calificación más alta que la de España, de hecho hace algunos años unos deportistas colombianos estuvieron en Italia y los fueron a buscar para preguntarles por mí, por la buena imagen que dejé mientras viví en ese país.

En Argentina fue el mismo caso. Allí trabajé en una empresa metalúrgica manejando un presupuesto anual de más o menos 7 millones de dólares siendo el encargado de proyecto deportivo de la empresa. Meses después de mi gestión logré que un programado llamado -Eventos Especiales- lo incluyeran en las actividades deportivas de este proyecto.

En Colombia fui el fundador de un Club Deportivo de Atletismo de la empresa Edis, una empresa de aseo del distrito.



¿Y qué lo ha decepcionado dentro de su carrera?

Claro que tengo frustraciones dentro de mi carrera como atleta. Las resumiría como pocas pero interesantes y hago énfasis especialmente en mi decepción más grande que fue haber soñado con una mejor actuación en los Juegos Olímpicos de Montreal y no haberlo podido lograr.



La muerte del corredor Álvaro Mejía aún esta reciente. ¿Qué puede decirnos sobre esta otra leyenda del atletismo de fondo colombiano?

Mis palabras siempre fueron, son y serán de admiración y de respeto, de reconocimiento muy especial porque fue una persona como yo, digamos que inconformes, siempre estuvimos reclamando mejores cosas para el atletismo en Colombia, logramos algunas de ellas y eso es muy satisfactorio. Me alegra haber compartido con él muchísimos momentos, algunas veces ganándole, otras veces ganándome él a mí, en homenajes en donde siempre reconocí que el primero que hace las cosas merece una mención en especial.

Y si mañana me toca hablar de otro competidor lo voy a hacer con el mismo respeto. En mi vida no he tenido enemigos y menos dentro del atletismo. He compartido con personas que no han estado de acuerdo conmigo pero que al final me han dado la razón.

También admiro mucho a Domingo Tibaduiza, lo respeto. Fue mi gran competidor, me ganó muchas veces y viceversa. La última vez que competimos juntos fue en Montreal en 1981 cuando ganamos el Maratón de Montreal por equipos, en esa ocasión le ganamos a África.

Yo soy de pocos amigos, quizás por mi temperamento. Para mí el amigo debe ser incondicional.



Seguramente usted tiene su lista de atletas a los cuales admira. ¿Algunos nombres en particular?

Como todos yo también tengo mis ídolos. Uno de ellos fue Ron Clarke, maratonista australiano extraordinario, llegó a tener bastantes records mundiales. Otro loquísimo pero genial era el británico Ron Hill, también Carlos Lopes de Portugal.

Yo competí con ellos. A Ron Hill le gané varias veces en Brasil.

Otro gran atleta a quién admiré muchísimo fue Gaston Roelants, de Bélgica. Una maravillosa persona y campeón del mundo, recuerdo que hasta resultamos bailando alguna vez en Puerto Rico en donde realizan una competencia que se hace como cierre de las fiestas patronales. Después de la carrera celebramos, después de que uno se tome unos traguitos poquitos uno baila de todo (jajaja).

De nuestro país admiré a Álvaro Mejía (qepd), Domingo Tibaduiza, Silvio Marino Salazar. A varios que sin haber sido muy reconocidos fueron mis pupilos, aquí vivió una señora a quien yo dirigí durante algún tiempo en Colombia y la encontré recién llegado. En Texas viven algunos atletas que yo también entrené. Yo admiro a todo el que intente hacer atletismo porque hacer esto es sumamente difícil y duro, aunque para algunos les parezca muy fácil.


¿Y cómo ha sido su vida en estos tiempos de Pandemia?

A mí como para muchos deportistas esto de estar enclaustrado no es desconocido. Nosotros estamos en concentración durante mucho tiempo, y mientras nos preparamos y nos entrenamos, lo que hacemos es comer y dormir sin ninguna otra distracción.

En familia la hemos pasado afortunadamente bien.


Los dirigentes no fueron capaces de evaluar y potencializar el buen momento en el que yo estaba.

Víctor Mora en el Estadio Campín de Bogotá.


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Germán Posada es natural de la ciudad de Medellín (Antioquia). Estudió Locución para Radio y Televisión en el Instituto Metropolitano de Educación (I.M.E). 
  
En Medellín colaboró en el programa Buenos Días Antioquia transmitido por la Cadena Colmundo Radio y participó en la animación y programación del programa Mirador Comunitario a través del Sistema Radial K (Armony Records). Ambos bajo la conducción y dirección del Periodista antioqueño Carlos Ariel Espejo Marín (q.e.p.d). 

 

Desde el 2001 reside en la ciudad de Montreal en donde ha participado en la realización y animación de los programas radiales Escuchando América Latina  (CKUT 90.3 FM), Onda Latina (CFMB 1280 am) y La Cantina (CFMB 1280). 
  

 

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