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Writer's pictureGerman Posada

Santiago Chaparro González: “El primer profesor de la música es la sencillez”

La vida de Santiago Chaparro González es exclusiva, exuberante y trágica, es melodiosa y musical, es alegre y también triste. Está llena de todos los matices que hacen de manera muy especial, que sólo para algunos como él, este breve recorrido de nuestra existencia sea único e irrepetible.

La estrella que siempre lo acompaña es la música y a través de ella tres hechos importantes han marcado su vida.

Nació en 1955 en pleno auge del rock and roll cuando lanzaba sus primeras notas Bill Haley y sus cometas. Esta es una coincidencia que según Santiago, nunca olvidará. La fecha en la que el cantante John Lennon fue asesinado, inesperadamente la locución apareció en su vida marcándole de manera inusitada un destino que nunca imaginó, y fue también la música, la que a través de un concurso, milagrosamente le brindó una esperanza más de vida.

Santiago Chaparro González nació con carisma y con talento. La radio se cruzó en su camino y lo hizo célebre en el tiempo que debía estar. Luego, otros capítulos de su vida fueron más confusos y oscuros pero nunca le robaron su espíritu cariñoso, bondadoso y de servicio hacia los demás.

Su voz no canta, más bien encanta con sus palabras, con la magia de sus composiciones, con las rimas que salen desde lo más profundo de su alma para llevar a través de su música señales de amor.


Santiago Chaparro González.



Por: Germán Posada


¿Cómo recuerda su vida de infancia? Tengo entendido que viene de una familia de músicos. ¿Es cierto qué su mamá era pianista?

Mi infancia fue supremamente agradable. Yo tuve la fortuna de coincidir en varios entornos que fueron muy formadores y enriquecedores en cercanías con el arte y en especial con la música. Mis abuelos eran músicos de renombre. Mi abuela fue una pianista sogamoseña perteneciente a una familia muy distinguida en la música y todos sus hijos estudiaron música. Mi madre tocó en algunas orquestas pero cuando yo tuve uso de razón ella estaba dedicada a mi formación. Mi abuelo era violinista e interpretaba la bandola y tuvo una agrupación llamada Alma Boyacense con la cual ganaron un concurso de los 400 años de la fundación de Bogotá. Yo crecí viéndolos ensayar todos los días, además en mi casa se hacían veladas musicales en las cuales llegaron a participar pianistas como Oriol Rangel, Manuel J. Bernal, Gabriel Pite Cárdenas y Cecilia Prieto, entre otros.



Usted dice que fue estúpido porque no quiso estudiar música. ¿Por qué en su momento no quiso estudiar música?

Resulta que yo dentro de mis cualidades resaltó la terquedad y esta me llevó a negarme a la querencia de mi querido abuelo para que estudiara música. El como músico era muy respetado y nunca dejó de insistirme para que estudiara el piano pero yo no quise. Mi madre al ver mi oposición lo que hizo fue enseñarme a escuchar música. Esto me llevó a desarrollar un oído muy especial que me permitió a la edad de doce años montar canciones en piano, guitarra e incluso en acordeón. Junto a mi madre tocábamos piezas de Bach, Beethoven y Schubert, yo le ponía cuidado y tocaba las partituras pero era mentira porque en realidad no estaba leyendo la partitura, lo que hacía era repetir lo que ella tocaba. Esa facilidad me dio una confianza engañosa porque yo sentí que no necesitaba estudiar y me sentía un genio de la música.

En aquel tiempo era muy contada la producción discográfica que existía. Mi madre en vez de discos lo que tenía era partituras. De manera que la música de artistas como Agustín Lara, José Alfredo Jiménez y José A. Morales, mi mamá compraba las partituras para tocarlas.

Yo comencé a escuchar canciones en la radio y antes de que mi mamá comprara las partituras yo ya las tocaba. Mi mamá se asombraba al ver lo que yo hacía y por eso desistió de seguir enseñándome a leer. Yo me arrepiento y es en lo que más les insisto a los jóvenes con talento, que estudien música. El talento agregado a la pedagogía musical eso hubiera sido para mí otra vida totalmente.



Tengo entendido que usted perteneció en los años 60s a una agrupación llamada Los Famódicos. ¿Cuál era su aporte?

Cerca a mi casa vivía la familia Parra conformada por músicos muy connotados y fue la primera agrupación tropical que se formó en Boyacá conocida como Los Famodicos y su estilo era muy apoyado en los vientos tipo Lucho Bermúdez y Pacho Galán. Algún día no se presentó el bajista y me invitaron a mí en su reemplazo. En aquel entonces tenía 12 años y rápidamente monté el repertorio y ese fue mi debut como miembro de varias orquestas. Con Los Famodicos estuve dos años y medio, luego estuve en el grupo Los Únicos tocando el piano.

Me di cuenta de que quería tocar música de mi autoría y formé los grupo de rock que se llamaron Los Pecadores y Zafari, eran grupos de colegio y no tuvieron ninguna trascendencia porque la música que se imponía en las fiestas era la tropical. Los otros miembros de estas agrupaciones si siguieron con el estilo tropical y hasta hoy en día lo siguen haciendo.

También acompañé el dueto de las Hermanas Vargas de mucha acogida en Boyacá.


Le escuché esta frase: La música me libera de mi tiempo cronológico y me muestra el tiempo infinito de cualquier instancia. Háblenos más de esta bella inspiración. Le salió así ese día, de repente?

Yo tengo 66 años y soy una persona que se goza los discos que graban artistas como Dua Lipa, Taylor Swift, Demi Lovato ó Ariana Grande, porque siempre encuentro el valor en la buena música y me mantengo muy cercano a esto. Descubrí que al componer una canción yo no tengo porque sentirme como esos compositores anquilosados que tienen que hacer la música de sus tiempos, sino que yo sigo evolucionando porque la música me permite despegarme de eso. Cuando compongo una canción y puedo hablar como un joven que está mirando a una niña y sintiendo ese cosquilleo en el estómago que puede sentir cuando se enamora por primera vez me digo que yo no tengo esa vejez que obliga a la gente a decir no me pongan esos discos porque me duele la cabeza. No me hacer decir que solo la música de Los Beatles es lo que cuenta y el resto no, eso no es así.


¿Usted que no se identifica con géneros musicales específicos qué opina de todo este boom del reguetón tan escuchado por unos y odiado por otros?

El reguetón a mí me gusta como otra postura más de la música. En un principio cuando apareció me gustaba más. Fue como cuando aparecieron otros ritmos y géneros como la guaracha, la cumbia, la puya, etc.

En lo que no estoy de acuerdo con esto es en universalizar y convertir a todos los artistas como si fueran uno sólo. Yo no distingo absolutamente en nada a Nicky Jam de Maluma o de J Balvin. Me parece que todos hablan, se visten, mueven las manos y aparecen en sus videos de igual manera. No me gusta que se acabe la cultura en la lírica. Me parece que uno no puede hacer letras solamente porque los acentos terminan igual. Todo el tiempo es el mismo sonsonete.

Creo también que es lo mismo que está pasando con la música popular. Si escuchamos a un artista como Juan Gabriel interpretando lo que llamamos un bolero-ranchera, es muy bonito pero si todos se ponen a hacer lo mismo, ahí nos fregamos.


Usted no fue a una academia de música pero considera sus profesores a la radio, una guitarra y mucha terquedad.

El primer profesor de la música es la sencillez. Debemos aceptar que la música se aprende de los que la saben hacer. Mi madre me decía que toda la música estaba hecha que lo que había que hacer era estudiar a aquellos que la habían hecho.

Yo experimenté con Bossa nova, con tango, también con valses de Chabuca Granda, con pasillos de José A Morales y Jorge Añez, con la salsa Johnny Pacheco y Rubén Blades que son unas enciclopedias de la salsa.

El mayor regalo que me dio mi madre fue enseñarme el amor por la música. Ella me decía que si uno ama la música, ella misma busca la manera de devolver ese amor. Ahora si hay algo que cambia de cuando era niño y es que soy una persona supremamente atenta a la sencillez, entendí que la música es un arte en el que se debe profesar un amor inmenso más allá de la superficialidad, de la marca comercial, la música que yo adoro es aquella que para mí baila por sí sola. A la música hay que vestirla para que ella luzca hermosa y uno como artista despreocuparse de los atuendos. Si uno logra transmitir esto, en mi caso si logro componer una canción en donde yo vea que la música queda linda creo que estoy cumpliendo con mi deber.



En algún momento de su vida fue el primer programador de la emisora Radio Espectacular FM Estéreo en Tunja. Cuéntenos de esta experiencia en radio.

Yo no tenía ninguna experiencia en radio, cuando Hernán Olano me comentó que tenía la idea de crear una emisora distinta en Tunja. A comienzos de los ochentas existía en Tunja la Cadena Coral compuesta por Radio Única que transmitía la música que llamamos de plancha. Radio Tunja con música tropical y popular y Radio Boyacá que transmitía la música vernácula de la región. También estaba Radio Triunfo que era enlace de RCN Bogotá.

Hernán Olano lo que proyectaba era una emisora que transformara la ciudad, que educara el gusto de las nuevas generaciones en la buena música.

En F.M. la emisora líder era Caracol Estéreo que basaba su programación en la música adulta contemporánea, el jazz y la música bossa nova brasileña.

Dentro de las averiguaciones cuando estaba desarrollando el proyecto la gente recomendó mi nombre por considerar que yo tenía un buen conocimiento de los géneros actuales y el gusto para hacer una programación diferente a lo que se escuchaba.

Así comenzamos pero con el tiempo me di cuenta que el aporte que podía hacer a la emisora no se limitaba a la música anglo, sino que en la música folclórica podíamos mostrar la influencia del jazz en los nuevos intérpretes, la riqueza de la música clásica, el jazz suave, el bolero feeling y otros géneros que nos convirtieron en la primera emisora crossover en Frecuencia Modulada.



En su vida usted describe más de dos décadas de infierno. ¿Qué pasó en estos veinte años de su vida?

Con la música comencé a ganar dinero tempranamente, por eso dejé de estudiar y me casé muy joven cuando apenas tenía 17 años.

Mi padre me consiguió un trabajo en el Poder Judicial y estando allí comencé a alternar el trabajo con la programación de la Emisora en su etapa de prueba. Terminado este periodo de prueba Hernán me ofreció la dirección y me retiré del trabajo judicial.

Comencé a hacer libretos para nuevos programas cuyas voces se grababan en Bogotá. Siempre queríamos locutores de primer nivel, trabajamos con Manolo Bellon, Gustavo Niño Mendoza, Edgar Oviedo, Armando Plata, Juan Clímaco Arbeláez y otros.

Por mi mente nunca pasó hacer locución hasta cuando el 8 de diciembre de 1980 ocurrió el asesinato del cantante John Lennon y algunos amigos propusieron que un hecho como ese no podía pasar por alto y decidí hacer un programa para rendirle un homenaje. Ante el agrado de la audiencia comencé a hacer mis propios programas junto con los que hacían las voces de prestigio.

Así vino una etapa en mi vida que incluía ser alguien influyente en la actividad cotidiana de mi ciudad. Mi vida en la radio y fuera de ella era muy frenética y por ese entonces en el año 81 sufrí un accidente grave que exigió una hospitalización en Bogotá de varios meses, cuando empecé a recuperarme debido a los dolores de las secuelas utilicé la droga como calmante sin imaginarme a lo que me llevaría al punto que terminé en la calle del Cartucho.



Yo quisiera aprovechar mi último tiempo de vida en crear una nueva historia.

Santiago Chaparro González.



¿Pero por qué conoció la droga mientras estaba enfermo?

Yo quedé bastante afectado con el accidente y los dolores eran muy fuertes. Cuando regresé a Tunja tenía que usar muletas y el edificio de la emisora estaba sin terminar y eran once pisos. En mi estado, muchas veces tenía que utilizar las escaleras a pié. Los esfuerzos que yo hacía para trabajar en la emisora me causaban muchísimo dolor y empecé a usar la droga que me quitaba el dolor. Naturalmente lo que estaba haciendo era disfrazar mi cuerpo con una energía que no era real y así podía llevar el ritmo de la emisora que no paraba nunca. El consumo de la droga se hizo más regular y me volví adicto, no podía controlarme y así vino la mezcla con el alcohol y llegó el momento en el que no pude seguir trabajando.


Volviendo al tema de la radio usted tuvo mucho éxito como programador y locutor y gozaba de reconocimiento en Tunja, además lo conocían en Bogotá. ¿Acaso tuvo ofrecimientos para ir a trabajar en la capital?

Recuerdo que en nuestra búsqueda de voces nuevas visitamos radio Fantasía, una emisora en A.M con el mejor rock que se ha transmitido en Colombia. Allí conocimos a Hernán Orjuela y él a su vez tenía un socio que era Hernando Romero 'el Capi', la química con ellos fue inmediata y Hernán Olano los contrató para que trabajarán ya no desde Bogotá sino viajando los fines de semana a Tunja a hacer directos.

Fue el mejor momento de Espectacular Estéreo y de esa amistad vino la propuesta para pensar en ofrecer mi capacidad a las Emisoras de cubrimiento nacional. El tacto que tenía para programar música les hacía creer que podía tener una buena respuesta en ligas mayores pero mi vida se descontroló completamente y después de 8 años dejé la radio para siempre. Fueron muchas las oportunidades que se perdieron por el camino equivocado y destructivo que recorrí.

Gustavo Niño Mendoza también me decía de no quedarme anquilosado en Tunja y me animaba para irme con mi talento a Bogotá. Modestia aparte, creo que como programador tenía muchísima valía, tanto es así que las casas disqueras que me enviaban las canciones para promover yo tenía el tacto de hacer sonar las canciones que iban a ser éxito y al mismo tiempo cuáles no.



¿Se aisló completamente de todo?

Si. Yo traté por todos los medios de que esto no afectara a ninguno de mis seres queridos y me alejé totalmente de la vida pública y de la música hasta que vino la convocatoria de Cesar López para los artistas de la calle y ahí empezó una nueva etapa de mi vida.

Yo sufría mucho en este mundo. Mi familia siempre supo que yo estaba vivo y mis hijos que vivían en el exterior me regalaron una guitarra y así comencé a cantar en los buses. Alternaba mi vida entre vivir en aquel lugar y cantar en los buses. Por el respeto que yo sentía hacia esa guitarra, hacía esfuerzos para estar limpio y cantar.


¿Cómo fue cantar en los autobuses?

La experiencia en los buses fue hermosa en el sentido de que estás en manos de tu capacidad de seducir, de llegarle, de tocar el corazón a personas que en ese momento no están esperando eso. Yo interpretaba a Mocedades, Piero, Nino Bravo, Serrat, yo no soy un cantante, yo no tengo voz, pero lo hacía de una manera especial. Y lo otro era la manera como yo hablaba. Eso a mí me trajo cosas bonitas porque vi cariño en mucha gente hacia mí.

También debo decir que todo esto fue cambiando. Yo experimenté esa transición en el sentido de que la gente cada día se volvió menos culta. Pero siempre habrá un reto y uno tiene que adaptarse, a lo último no era tanto en la canción sino más en las palabras que utilizaba como introducción que llamaba la atención de los pasajeros.


¿Y cómo se dieron las cosas para participar en la convocatoria Invisibles Invencibles.

El día anterior para terminarse la convocatoria, una señora me dijo en un bus que me estaban buscando. Al día siguiente me presenté al Teatro Jorge Eliecer Gaitán con la guitarra que me dieron mis hijos y preparé una canción de Nino Bravo. Cuando entré vi por lo menos a unas cuatrocientas personas en la fila. Prácticamente yo era el último. Creo que el jurado ya estaba cansado de oír gente. Antes de mi turno al entrevistarme con una de las personas que hacían parte de la convocatoria le confesé que adoraba la música pero que no era un cantante y ella me dijo que lo que realmente estaban buscando era carisma. Yo sentía miedo porque ya había escuchado concursantes con buena voz.

Después de lo que me dijo esta persona, decidí cambiar la canción que había preparado por una canción escrita por mí. Antes de cantar me inspiré diciéndoles que de toda la gente allí presente en la convocatoria después de esa presentación podían tener una segunda oportunidad pero que para mí era la última. Además les dije que en un minuto y medio no podía cantarles la canción completa y que para escucharla toda debían elegirme. Estas palabras creo que los conmovió y canté La rosa que hay en ti. Luego vino el proceso de selección en el que fui ganando empatía con la gente y muy especialmente con Cesar López creador del evento. Me convertí en el líder del grupo al cual representaba dentro del concurso y terminé componiendo una canción para una película.

Creo que por mi falta de lucidez en ese momento no tuve la suficiente perspicacia para hacer que mis canciones se comercializaran. Pero lo positivo de esta experiencia es que sin duda alguna me cambió la vida, me dejó buenos amigos y una manera de ser.

Tengo entendido que la canción para la final de la convocatoria fue Diana Carolina, pero usted tiene otra que se llama Vivir la vida. ¿Podría ser esta la canción qué define su vida?

Es una canción que esta sin grabar. Es una canción insignia para mí porque se la mirada que me han hecho las personas ante las cuales yo la he cantado. Siempre que lo he hecho hay alguien que queda afectado, es decir le toca el corazón. Creo que es muy difícil volver a repetir ese sentimiento que tuve en ese momento de contarle a la gente como es de triste ver a todo el mundo corriendo tras el éxito y dejando de lado la vida para más tarde.

Hoy por ejemplo, pensaba qué es lo que a nosotros a esta edad nos llena de alegría o satisfacción. No es asistir a una cena oprobiosa porque pocas cosas podemos comer, no es ir a una fiesta increíble con chicas porque nuestra juventud ya se nos fue, es reunirse con los amigos de la niñez y compartir los recuerdos. Finalmente, es si uno escogería de hacer eso o se queda tratando de reunir plata para comprar la quinta casa y morir contento por haber dejado un patrimonio grande.


¿Cuantas canciones propias ha escrito?

Unas sesenta canciones de la cuales hasta ahora he podido grabar solo seis. Tengo muchas cosas en ciernes y proyectos, el problema ahora es la pandemia que ha dificultado mucho las cosas y la música está pasando por un momento muy difícil. El reto más grande de mi vida es lo que viene. Hasta hace poco logré comprarme un piano para poder desarrollar mis proyectos. Yo tengo una pelea con la vida que es bonita, amigable, que me voy a morir en el intento o voy a salir adelante pero de aquí hasta el día en que mi corazón falle seguiré en mi propósito de que mi música salga adelante. Estoy es alistándome para esto.

Yo entiendo que muchos se sientan orgullosos de haber estado en el infierno de la droga y haber salido pero no sé si es que me pasa solo a mí. A mí esto no me sumió en otros hábitos, ni en cambiar mi educación, ni ser agresivo por haber conocido miles de experiencias en la calle. Ningún especialista me vio, tampoco me influenció la religión, en mi hizo el milagro el amor. El amor que otras personas le tienen a uno y el amor que uno puede profesar en ellas. Cuando yo vi por primera vez a mi nieta mayor, esos son golpes muy fuertes. Cuando conocí por primera vez a Cesar López y ver la manera como él me trataba y luego cuando estuve en la televisión de no tener idea de quienes eran las estrellas y recibía invitaciones a diferentes programas en donde personalidades me trataban muy bien, todo esto me daba una fuerza interna y empecé a mirar la vida de otra manera. Se necesitan unas circunstancias muy especiales que ni siquiera podría yo decidir cuáles son. Lo único que si tengo muy presente es que yo nunca decepcioné a las personas que me dieron la mano.



¿Cómo se siente actualmente?

Primero que todo tengo que ser muy sincero. Yo podría decir soy el ser más feliz del mundo de pensar que tengo una oportunidad en la vida y claro que eso me da una inmensa alegría, pero también tengo que ser consciente de algo, el hecho de que haya podido superar mis problemas y empezar una vida diferente no quiere decir que se termine la lucha, uno tiene que darse cuenta de cuantas cosas perdió, cuantas cosas hubieran sido distintas si la vida que uno llevó no hubiese sido la vida que forma ese pasado.

Me da una alegría inmensa el saber que aprendí a que todos los días me levanto a crear mi propio día y a que todos los días tengo la oportunidad de hacer algo que me va a enriquecer y que me va a acercar más a lo que yo soy.

Cuando fui parte ganador del concurso comenzó un proceso de cambio en mi vida que duró un espacio largo de tiempo pero desde hace algunos años vengo dedicado a la música y viviendo la vida como la había soñado.



Muchas gracias.

Gracias a usted por haber creído que era importante hacer esta entrevista. Yo no me jacto de haber superado ese tiempo horrible de mi vida pero sé también que esto es grandioso, uno nunca piensa que pueda lograrlo, siempre creí que moriría así, algunos me han sugerido ayudar a otros a través de mi testimonio, pero yo sé que no puedo dar un consejo dando el secreto para dejar las drogas, eso es mentira, ni yo mismo lo comprendo. Yo quisiera aprovechar mi último tiempo de vida en crear una nueva historia.



El mayor regalo que me dio mi madre fue enseñarme el amor por la música.

Sabtiago Chaparro González.

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Germán Posada es natural de la ciudad de Medellín (Antioquia). Estudió Locución para Radio y Televisión en el Instituto Metropolitano de Educación (I.M.E). 
  
En Medellín colaboró en el programa Buenos Días Antioquia transmitido por la Cadena Colmundo Radio y participó en la animación y programación del programa Mirador Comunitario a través del Sistema Radial K (Armony Records). Ambos bajo la conducción y dirección del Periodista antioqueño Carlos Ariel Espejo Marín (q.e.p.d). 

 

Desde el 2001 reside en la ciudad de Montreal en donde ha participado en la realización y animación de los programas radiales Escuchando América Latina  (CKUT 90.3 FM), Onda Latina (CFMB 1280 am) y La Cantina (CFMB 1280). 
  

 

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