Las buenas cosas en la vida indudablemente tienen que celebrarse y hoy celebro una de ellas porque recientemente y de manera inesperada, me llegó una proposición para entrevistar al “Espectacular del Gol”, Jorge Eliecer Campuzano.
Conversando con él, volvieron esos recuerdos imborrables de esa magistral actuación en la que Nacional le dio por primera vez a Colombia una “Copa Libertadores de América” en 1989 frente al Olimpia de Paraguay. Esos momentos sublimes de fiesta y celebración en mi adorada Medellín y narrados en el estilo inconfundible de Jorge Eliecer Campuzano, quedaron atiborrados para siempre en mi memoria.
Sería completamente iluso desperdiciar esta excelente oportunidad de entrevistar a este personaje que hace más de cinco décadas, el primero de septiembre de 1964 comenzó sin imaginárselo el periplo que lo llevaría a ser reconocido como uno de los locutores ilustres en la narración deportiva colombiana.
A Jorge Eliecer Campuzano, Buga lo vio nacer y Medellín no dudó en adoptarlo.
Por: Germán Posada
“Cada que tengo la oportunidad de narrar lo disfruto porque el estadio es mi segunda casa.”
Jorge Eliecer Campuzano
G.P.: ¿Por qué le pueden decir que es buen, regular o mal periodista, más no una mala persona?
J.E.: Esto lo he comentado con mis hijos. Les pueden decir eso de mí, pero en realidad no me interesa porque la locución es un apéndice en mi vida. La amo entrañablemente pero lo que si no me pueden quitar es que soy buena persona en todo el sentido de la palabra. Procuro ser una persona de bien, un buen amigo, un buen compañero. Todas esas cosas que durante tantos años de mi vida he hecho sobre todo en la amistad con la gente. Eso es como la principal razón que tengo frente a esta pregunta. Hace poco uno de los comediantes más importantes de Colombia, Dany Alejandro Hoyos, el amigo “Suso”, me hizo un programa y me entregó un trofeo sencillo pero yo lo guardo en el sitio más importante de mi oficina porque dice: “A Jorge Eliecer Campuzano por ser buena persona”. Este reconocimiento yo lo valoro muchísimo. Antes que ser un buen profesional uno tiene que ser una buena persona.
G.P.: ¿Porqué su casa es su bunker, su sitio de seguridad?
J.E.: Uno en la calle pertenece a toda la gente, a los amigos y demás. Mi casa es mi zona de seguridad. El blindaje que tengo yo de mi vida lo comparto con los seres que más quiero. Infortunadamente no todos están conmigo. Unos porque ya no están, como mi madre, mi padre, mi hermano. Otros porque están lejos como una parte de mis hijos. Toda esa parte del blindaje de mi vida la hago con un enorme gusto cuando llego a mi casa porque es lo que más disfruto. Por eso cuando me vine de Bogotá para Medellín decidí con mi esposa buscar un sitio rural donde me encanta ver los amaneceres, los atardeceres, darle de comer a los pájaros, ver las flores de las plantas, eso me hace feliz. Me parece que ya se han cumplido los años y obviamente cada que tengo la oportunidad de narrar lo disfruto porque el estadio es mi segunda casa.
G.P.: Parece que los recuerdos de su primera comunión le causaron mucho impacto en su vida. ¿Por qué?
J.E.: A los 7 años hice la primera comunión como cualquier muchacho. Éramos bastante pobres y mi madre siempre tuvo un corazón muy generoso. En lugar de recibir regalos, ella invitó a otros niños más pobres que nosotros y les dio presentes. En total eran 12 y no llevaron nada. Esto tuvo un significado especial porque marcó mi vida. Ya luego he contado qué me casé muy joven y no sabía si en ese momento estaba haciendo la primera comunión o casándome. En ese entonces tenía solo 16 años. Con mi último hijo los dos primeros años le hicimos una fiesta para los niños pobres y los regalos los daba él y en el tercero ya protestó, entonces tuvimos que hacer cambios para que en la fiesta le trajeran a él los presentes.
G.P.: ¿Cómo define la ciudad de Medellín?
J.E.: Yo admiro mucho a Medellín como admiro a Manizales. Manizales estuvo al borde de perderse totalmente por el volcán del Nevado del Ruiz y salieron adelante. En Medellín pasó lo mismo con el gran virus del narcotráfico, la droga, todo esto nos dejó unas secuelas violentísimas, en una ciudad con gente tan maravillosa cómo son los antioqueños. El cariño de la gente antioqueña me “movió el piso” para venirme acá. Yo tuve oportunidad de irme al exterior a narrar y decidí que mi sitio era Medellín. Después del Mundial del 98 en Francia, el presidente de Caracol me dijo que me tenía que ir a narrar a Bogotá porque en ese entonces Edgar Perea (qepd) se iba al Senado y yo sentía que no quería y así se lo expresé. Recuerdo que el director de deportes don Oscar Rentería, me dijo que no era una pregunta que era prácticamente una orden. Eso es un orgullo porque es una empresa 1A en la radio deportiva en Colombia y lo que en un principio eran 5 años, se convirtieron en casi 15 años en Caracol y un año en una sociedad que se hice con Javier Hernández Bonnet, Adolfo Pérez y demás. Medellín es esa ciudad que tiene su encanto. Yo llegué siendo un absoluto desconocido, me abrieron sus puertas y tengo algo que se llama gratitud sin olvidar que nací en Buga, en el Valle y la quiero y la llevo en el alma. Visitarla me sirve para recargar baterías. Caminando por sus calles recuerdo las travesuras de muchacho.
“Medellín es esa ciudad que tiene su encanto. Yo llegué siendo un absoluto desconocido, me abrieron sus puertas y tengo algo que se llama gratitud.”
Dany Alejandro Hoyos(Suso) y Jorge Eliecer Campuzano.
G.P.: ¿Cómo analiza en su vida el hecho de que un día entró para ocupar oficios varios en una emisora y luego se convertiría en toda una personalidad de la radio?
J.E.: Yo me casé bastante joven pero fue una bendición de Dios haberlo hecho. No tenía profesión y apenas era un estudiante de tercero de bachillerato y mi hermano Armando era ya un locutor casi consagrado. Yo estaba seguro de que mi madre no sabía que me había casado a escondidas. Un sábado después de haberme casado recuerdo que Armando llegó en la mañana y yo estaba acostado. Mi madre le dijo a Armando: “Cómo le parece que ese muérgano se casó”. Armando había transmitido en esos días para la emisora “Voces de Occidente” los juegos departamentales que se hicieron en Buga y cuando fue a cobrar su salario invitó al gerente de la emisora a almorzar a la casa ese sábado. Mi hermano le preguntó si podía emplearme diciéndole que yo podía servirle de mensajero, barrendero, portero y hasta control. Para ese entonces desde el colegio yo tenía la vocación de narrar, inclusive me ponía de arquero porque era muy mal jugador y así narraba y por esto me gané muchos “madrazos” por los goles que me hacían. El caso es que este señor me ayudó y en un lapso de unos 5 días se retiraron los tres locutores de la emisora. Me hicieron una prueba leyendo un boletín de la embajada norteamericana y con esto me invitaron a comenzar un primero de septiembre a presentar un programa que se llamaba “Su correspondencia Musical”. Obviamente no sabía improvisar, no sabía nada. Todo me lo escribieron. Ese día me gradué de locutor. Aplacé mi estudio. En Buga estuve trabajando 4 años para luego ser trasladado a Medellín en donde terminé mi bachillerato y fui a la Universidad de Antioquia para estudiar Comunicación Social y Periodismo.
G.P.: ¿Quién fue en su vida Armando Moncada Campuzano?
J.E.: Armando no solamente fue mi hermano por parte de mi madre. Fue mi papá por la diferencia de edad. Me llevaba 16 años y en mis travesuras me alcanzó a dar “juete”. Cuando empecé modestamente a tener éxito en mi carrera el me aconsejaba y me corregía. Era una responsabilidad inmensa ser hermano de una figura como él en ese momento que era uno de los tres narradores más importantes de la época junto a Don Carlos Arturo Rueda C y Pastor Londoño. A él, lo tuve como papá muchos años y al final de sus últimos años lo pude disfrutar como hermano. Pudimos llorar juntos. Esto me hizo feliz. En noviembre 6 del 96 murió. Lo extraño muchísimo y siempre mis recuerdos están con él. Yo lo tengo felizmente en unión de mi madre y mis abuelos en un osario en Buga y cada que voy comparto un poco con ellos y tengo el gran recuerdo de quien fuera una de las glorias de la radio colombiana.
G.P.: ¿Cómo recuerda su famosa entrevista con Pelé?
J.E.: Esto tiene una enorme significación. Yo necesitaba una entrevista con Pelé para completar un programa que se llamaba “La Historia viva de la Copa Libertadores de América”. Buscaba por todos los medios a Pele para entrevistarlo y era imposible. En algunos escenarios nos habíamos cruzado, le había pedido el favor pero no era fácil. El mantiene muchas ocupaciones y exclusividades. La gente que lo patrocina a él es muy celosa. En plena Copa América del 93 si no estoy mal, estábamos en el Hotel “Oro Verde” de Guayaquil y José Lázaro “El Gordo”, que había sido empresario de futbol y que había administrado la carrera de Roberto Carlos por muchos años, manejaba todo lo que tenía que ver con publicidad en los estadios en Ecuador. Era muy amigo mío y le pedí a él ese favor. Sólo necesitaba 5 minutos. Una noche de un sábado estábamos en el cuarto Benjamín Cuellar y yo. Eran casi las once de la noche y Lázaro me llamó anunciándome que me tenía a Pelé y que su solicitud era que no le preguntara nada de la Copa América. Sentado frente a Pelé comencé a hablarle de jugadores cómo Cuthino, Dorval y Mengal, con esta conversación él se emocionó muchísimo al punto que tuve que interrumpirlo para darle vuelta al casete. Estas experiencias con Pelé fueron contadas en el programa y me ayudó en buena parte para ganarme el Premio Simón Bolívar de Periodismo en el año 2016. Este ha sido uno de los grandes meritos que tengo en mi carrera profesional.
G.P.: ¿Qué es lo que le más agradece al “Señor de los Milagros” de Buga?
J.E.: Ahí si me tendría que sentar a hacer una lista larga. De las cosas más simples, “El Señor de los Milagros”, me daba la posibilidad cada domingo de tomarme una gaseosa con pan en las afueras de la Basílica. Mi madre me daba los diez centavos para darlos en la limosna de la misa. Del colegio nos llevaba todos los domingos a la misa de la Basílica con un calor infernal y además vestido de cachaco. Durante la semana yo guardaba unas “arandelitas” y las sacaba para tirarlas al talego del que pasaba recogiendo y me quedaba con los centavos (jajaja). Era como la única venganza contra ese calor tan terrible. Yo sé que el Sr de los Milagros me daba esa bendición para que yo me fuera con esos centavos a tomarme una gaseosa con pan que era lo que tomábamos los muchachos en esa época. Ahora, más en serio, lo primero que me dio fue la posibilidad de empezar en mi profesión pero sobretodo me dio la vida de mi hijo mayor, que estuvo a punto de morirse con tan solo 25 días de nacido. Seguramente que irresponsablemente lo saqué de la clínica y me lo llevé para la Basílica y la bendición del “Señor de los Milagros” y una mano amiga de un curandero me lo alivió. Le encargué que me ayudara a surgir en mi carrera y me abrió las puertas para que yo fuera entrando a cada uno de los pasos sin necesidad de tocar. Lo último, es que mi esposa no podía quedar embarazada y el también nos hizo el milagro. El es cómplice de todas estas cosas. Y seguramente también desde el cielo mi madre sabe que ella está en todos estos actos míos.
G.P.: Muy seguramente aprendió de varias personas el ejercicio de su profesión. ¿A quién considera en especial que fue su mentor dentro de su carrera?
J.E.: Mi mentor pudiera haber sido Armando porque por lo menos habló por mí para trabajar en una emisora así hubiera sido de barrendero. Creo que Armando lo que menos pensó era que fuera a resultar locutor. El siempre fue muy fuerte conmigo en lo que a consejos se refiere. Igualmente, Hernán Cobo Villafañe, Director “Voces de Occidente”, Alfonso Arellano García con quién leía el noticiero en Buga, don Jairo Restrepo López, don Jairo Tobón de la Roche, don Germán Tobón Martínez, “Benny” Tobón, todos ellos me rodearon y creyeron en mi. También don Antonio Pardo García. En los Juegos Panamericanos en Cali en el 71, se realizó una transmisión histórica con Todelar en donde éramos locutores prácticamente desconocidos, algunas figuras conocidas eran: Joaquín Marino López y Fernando Franco. En estos juegos nos lanzaron a muchos, entre ellos a Jaime Ortiz Alvear y a mí cuando tenía 21 años de edad. Este lanzamiento en Cali fue clave para mi carrera. Todas estas personas que he mencionado me ayudaron mucho y sería injusto desconocer a muchos otros que de alguna manera me han dado la mano y me siguen ayudando durante todos estos años de carrera.
“Mi mentor pudiera haber sido Armando porque por lo menos habló por mí para trabajar en una emisora así hubiera sido de barrendero. Creo que Armando lo que menos pensó era que fuera a resultar locutor.”
Armando Moncada (qepd) y Jorge Eliecer Campuzano.
G.P.: En más de media década narrando fútbol son incontables los momentos alegres pero también quizás los tristes. ¿Cuáles le traen mayor recordación?
J.E.: Yo creo que alegres son todos esos momentos en donde uno logra exteriorizar todas estas felicidades cumpliendo con la profesión. Por ejemplo: el gol de Andrade que nos dió la clasificación para ir a los Juegos Olímpicos de Munich en el 72. El titulo de la Copa Libertadores de América que ganó Nacional en el año 89. Las representaciones de Lucho Herrera en Europa. En fin, incontables eventos en los que he estado narrando.
El momento triste que muchos lo conocen fue la pérdida trágica de mi madre cuando un irresponsable borracho y drogadicto hizo que mi carro se estrellara. Mi madre era mi compañera y compartió conmigo sus últimos ocho años de su vida los cuales disfruté plenamente.
G.P.: ¿Nos comparte algunos de los cuidados que utiliza para mantener saludable su voz?
J.E.: Siempre aprendí a respetar al oyente. Sin llegar borracho, ni fumando, ni drogado. Todo esto me ha ayudado en mi carrera. Mis cuidados están fundamentados en aprender a respirar. Tuve la fortuna de que una excelente fonoaudióloga en Medellín estuvo pendiente de mi voz por espacio de 30 años. Además dos Otorrinos fantásticos. Los doctores, Mario Noreña y Alfonso White. Con ellos hago mucho ejercicio para cuidarme la voz.
G.P.: ¿Cuál es la mayor felicidad en su vida?
J.E.: Mi familia. Tengo cinco hijos y siete nietos y tenerlos a todos eso me hace muy feliz. Ellos me han apoyado en los momentos más difíciles. Todo esto te da la tranquilidad de poder al cabo de los años decir que eres feliz. Me puedo reunir cuando quiero con los amigos, tomarme una copa de vino o un refresco y lo disfruto. ¿Qué más podría pedirle a la vida si me lo ha dado todo?
G.P.: ¿Si buscáramos la culpa ó culpables por la falta de profesionalismo que no ejercen muchos locutores en la actualidad cayendo hasta en lo vulgar en su manera de hablar, cual o quienes serían?
J.E.: Lo que pasa es que nos hemos equivocado en los valores. Ya los valores han desaparecido. Ya no hay respeto. Antes decir “carajo” al aire, era casi una sanción del Ministerio de Comunicaciones. En nuestro país los padres de la patria y de las leyes soberanas decidieron que nuestra labor no fuera profesión y la consideraron arte. Quedamos entonces al mismo nivel de los pintores, del señor que pone ladrillos, de los artistas, cantantes, etc. Antes siendo una profesión, teníamos una licencia que sólo permitía a las personas que la tuviéramos participar en los medíos. Hoy en día cualquier parásito como aquellos brujos que engañan a la gente de una manera infame, pueden hacerlo. En la radio deportiva llega mucha gente que no tiene el suficiente respeto por el micrófono y cuando uno le pierdde respeto al micrófono es como cuando uno le pierde el respeto a los padres o a la esposa. Pero bueno, cada día trae su afán y cada uno hará las cosas como considere las debe hacer.
G.P.: ¿Cómo recuerda su visita a Montreal, ciudad en donde vive actualmente Víctor Mora y en donde usted transmitió los Juegos Olímpicos del 76?
J.E.: Víctor Mora, es un atleta nuestro que nos dio muchos triunfos. Allí estuve en el 76. Narré con Jaime Ortiz la carrera en la que participó Víctor Mora y otras modalidades como el ciclismo, no recuerdo muy bien, han pasado tantos años que es imposible tener el recuerdo vivo de lo que pasó. Ya son 40 años de haber estado allí. Es una historia bastante pasada de años.
G.P.: ¿De qué manera le ayudó Diomedes Díaz para conquistar a su esposa Consuelo?
J.E.: Con una canción que se llama: “Te quiero mucho”. Cuando Diomedes no era siquiera ni medianamente famoso algún día estando trabajando en el estadio el apareció con un amigo en común y entró en cabina porque quería estar ahí conmigo, yo no tenía idea de quién era él. Contó que había sido mensajero de Radio Guatapurí en Valledupar. Con el tiempo y ya famoso nos volvimos a encontrar en Medellín, lamentablemente no se dio cuenta lo grande que era. Algún día de novio con la que ahora es mi segunda esposa estábamos en el carro y coloqué esta canción y se la dediqué. Así reafirmamos nuestro romance.
G.P.: ¿Sueña con narrar los partidos de la selección Colombia en el Mundial de Rusia?
J.E.: Esa es una ambición y un deseo que todos tenemos. Colombia ha mostrado que tiene posibilidades. Yo veo una clara posibilidad de clasificar para poder estar narrando los partidos de nuestra Selección.
G.P.: ¿Ya ha pensado hasta cuando narrará fútbol o ni siquiera ha pasado esta idea en su cabeza?
J.E.: Yo tengo claro dos cosas. Una es que cuando yo sienta que mi voz no me da los tonos que yo necesite ese día sin decir nada me voy. Porque así como nunca dije nada cuando llegué tampoco voy a decir nada cuando me vaya. La otra es que yo no voy a esperarme a las críticas de la gente. Hasta ahora mi voz está absolutamente madura, una voz hecha y cuidada durante toda mi vida y te repito el día que no quiera cargar el maletín para ir a trabajar ese día me retiro. Tengo un maletín en donde cargo todas mis cosas de trabajo y no me gusta que nadie me lo cargue. Ni siquiera mis hijos. Quiero retirarme haciendo un partidito de futbol en una cancha sencilla de un pueblo y transmitir a través de un megáfono o parlante, así como llegué, así me iré, sin hasta luegos, ni lástimas. Gracias a Dios he sido muy juicioso y entendí que si no cuidaba los pesos cuando eran los pesos, no iba a tenerlos nunca para vivir mi vejez con tranquilidad.
Mi mujer dice que con ese -cuentico del retiro-, nos vinimos para Medellín porque estaba pensando seriamente en ello. Pero al llegar aquí y encontrarme con Wbeimar trabajar juntos y divertirnos, ha sido maravilloso. Esto es lo que yo hago, disfrutar mi profesión a plenitud.
G.P.: ¿Cual es el balance en su vida con todo lo logrado en su profesión en los medios?
J.E.: El balance es simple. Empecé en una estación de un pueblo lindísimo como es Buga, luego trabajé en los años dorados de Todelar, después el paso por RCN durante 15 ó 16 años, que fueron momentos grandísimos con esta compañía y luego Caracol. También sumo un año que hice -quien lo creyera donde menos trabajé fue en mi propia empresa que hice con mi hermano Armando en Bogotá- y que se llamaba Prodeportivo. No me acomodé en Bogotá en el año 77.
Yo digo que el resumen de mi vida profesional es ese. De resto en las otras cuatro empresas formé mi carrera. El gran balance de mi vida lo hago en los corazones de mi familia porque he logrado a través de los años que ellos sean muy unidos y eso me da la tranquilidad hoy que después de tantos años puedo decir que esto es irrepetible. Desde luego, el cariño de la gente que siempre me ha tratado bien.
G.P.: Muy amable por aceptar mi invitación.
J.E.: Gracias a ti por haberme contactado. Admiro a la gente que está por fuera del país. Yo tengo hijos en el exterior y se lo duro que toca. Todo lo que hay que luchar y batallar para salir adelante y ser gente de bien. Un abrazo muy fuerte de este bugueño antioqueñizado.
“Cuando yo sienta que mi voz no me da los tonos que yo necesite ese día sin decir nada me voy. Porque así como nunca dije nada cuando llegué, tampoco voy a decir nada cuando me vaya.”
Especial Acord Antioquia.
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