Conversar con el periodista Guillermo Romero Salamanca es como emprender un vuelo mágico en el que en un abrir y cerrar de ojos te encuentras entre lo más espléndido y exquisito de aquellos lugares a los que están acostumbrados aquellos que transitan por aquellas alfombras rojas que te conducen hacia lo más encopetado del mundo artístico y de repente apareces sorprendido, impresionado, aterrado, en medio de tierra, desolación, hambre y tristeza.
Pero lo interesante de ese vuelo es que alcanzamos a entender que frente a cualquier situación en particular impera por encima de todo la fragilidad humana. Para Guillermo Romero Salamanca lo de ayer fue una experiencia imborrable y la de hoy es otra completamente distinta pero que también perdurara durante su existencia.
Atrás han quedado esos momentos en los que departir con Julio Iglesias, Shakira, Jerónimo o Vicente Fernández, fuera de lo formal, también era estar con amigos. Hoy, ni los micrófonos, ni las cámaras, ni las luces están, pero otra gente ha venido a ocupar ese espacio de tiempo que amigablemente, Guillermo les quiere brindar.
Por: Germán Posada
G.P.: ¿Cuanto tiempo trabajó en el periodismo de la farándula y el espectáculo?
G.R.: En el periodismo del espectáculo siempre fueron 30 años continuos desde cuando estuve como primer empleado de la agencia de noticias Colprensa hasta el 2006 que fue cuando dirigí la última emisora que fue Kokorico Stereo en Zipaquirá.
¿Qué lo movió a enfocarse por esta línea de periodismo?
G.R.: Esto fue apasionante porque cuando yo llegué a Colprensa comenzaron a dividir los cargos que eran por aéreas diferentes. Antes los periodistas hacían todas las noticias. Cuando me preguntaron a mí yo respondí que quería hacer reportajes y que quería dedicarme al mundo del espectáculo. En ese momento los únicos que escribían espectáculo en Colombia eran Álvaro Monroy en El Espectador y Miguel Ayuso en El Tiempo. Para la época se habían terminado la Revista Antena y la Revista Hit que dirigía Gustavo Castro Caicedo. Digamos que estaba como acéfalo esa parte y con mi trabajo se creó en Colprensa una revista que se llamó “Pantallazos”, que fue muy famosa, salía con los 17 periódicos que estaban afiliados en ese momento en Colprensa. Después presenté una idea a los periódicos que se llamó la “Revista Viernes Cultural” que unió al periódico El Colombiano, El País, Vanguardia Liberal, El Universal y La Tarde. Esta revista alcanzó a tener 400 mil ejemplares cada semana. Después de varios años me fui como primer Jefe de Prensa que tuvo el Canal RCN cuando estuvo de presidente Samuel Duque. Luego me salió la propuesta que fue cambiar totalmente e irme a montar emisoras en todo el país, un trabajo de unos cinco años y luego volví a Viernes Cultural por otros 5 años y terminé en Kokoriko Stereo con mucha sintonía en Zipaquirá y la zona Norte de Bogotá.
G.P.: ¿Se puede hacer un periodismo de farándula serio sin entrar en amarillismos?
G.R.: Desde luego. Lo que pasa es que la misma palabra “farándula” significa algo falso. De ahí que la farándula pueda existir en el deporte, en la política, en economía, en lo judicial, en todo. La farándula es ir más allá de la fantasía. Pero lo que yo hacía era hablar de espectáculo y esto había que comenzar a organizarlo porque no existían canales de televisión, se incrementaron las casas de discos, el ramo de los empresarios de espectáculos era muy incipiente, no había logística, no había creatividad, y hubo que reestructurar todo. Cuando yo comencé los cantantes sobresalientes en la balada eran Oscar Golden, Claudia de Colombia, Vicky, Harold, luego llegaron Billy Pontoni, Galy Galiano y Raúl Santi. Había que impulsar estos artistas. En el mundo del espectáculo existe la tendencia a decir que esto es para darle “palo” a los artistas y no es cierto. Se trata también de ayudar a fabricar artistas, de fabricar gente. Por eso en Revista Viernes Cultural se le dio la primera portada a Shakira, Marbelle, Los Cincuenta de Joselito, Catherine Siachoque, Cristina Umaña y más. Allí lanzábamos a mucha gente, algunos triunfaron y otros no.
G.P.: Una de sus pasiones es componer. ¿Acaso hay un momento especial para componer una canción?
G.R.: No es que yo sea el gran compositor. Soy quizás un verseador. Un día después de una rumba, cogí una servilleta y escribí “Como te quiero Medellín” que fue el himno de la Feria de las Flores en Medellín. Se la mostré a Humberto Muriel del Combo de las Estrellas y le gustó. Finalmente la grabó Fernando Gonzales, luego por diferencias entre ambos, la canción quedó como en la intemperie. Después de un accidente que tuve en un carro, con los muchachos que nos ayudaron comenzamos a hablar y jugando con un palo, nació “El Palito” que la grabaron “Los 50 de Joselito”. “Sin billete no hay amor” fue por un amigo que tuvo una pena muy grande y yo le compuse esa canción y así han nacido otras, pero digamos que no es que tenga las cantidades si no más bien como un ejercicio de poder cantar y poder escribirle algo a alguien.
G.P.: ¿Qué hace que una canción pueda tener éxito?
G.R.: Primero que sea buena. Segundo que tenga la oportunidad de ser escuchada. Hay muchas canciones ahora que no se escuchan porque no hay el medio. En Colombia a pesar de que hay más de mil emisoras en todo el país hay mucha restricción para mostrar el trabajo de los artistas. Se vuelve un círculo vicioso con el estilo de las canciones. No hay musicales de televisión. Revistas del espectáculo no hay. Se hacen alguna cosas como el trabajo de Víctor Manuel como Paparazzi, TV y Novelas, la revista Vea, que son muy buenas pero son muy pocas y hacen falta más. Lo ideal sería que hubiera 20 o 30.
G.P.: ¿Cuál considera fue en lo qué se basó el éxito de Julio Iglesias en el mundo?
G.R.: Julio fue en su momento el que abrió el camino a muchísima gente. Antes que cantante fue un visionario, fue un gran empresario, un hombre que supo armar toda una carrera. Cuando una estrella del firmamento le compró los derechos para que se llamara Julio Iglesias, fue la primera persona que se le ocurrió ponerle ese nombre a una estrella. Una estrella que se llama Julio Iglesias. Fue la primera persona que le dio por ponerle el nombre a los perfumes masculinos “Julio Iglesias”. De vender zapatos “Julio Iglesias”. De meterse en un mercado distinto. De poder hacer una canción con Frank Sinatra y con lo más grandes cantantes de toda América, tales como Roberto Carlos, Vicente Fernández, Rafael, José José. Julio era el innovador. La ventaja que tenía Julio era que trabajaba muchísimas horas, el podía levantarse a las 10:00 am pero trabajaba hasta el otro día a las dos o tres de la mañana y estaba siempre pendiente de todo. A que saliera siempre la foto, de generar noticia, de crear buenos trabajos. Lo que él hizo con el Maestro Ferro fueron canciones excelentemente bien grabadas. Después aprendieron otros como Shakira y Carlos Vives en Colombia y toda esa camada de artistas mexicanos que tuvo México en los 90s. Todo esto obedece a un trabajo que hizo un personaje como Julio Iglesias.
G.P.: Shakira es la artista internacional por excelencia en Colombia. ¿Definitivo para la proyección de un cantante qué también interprete en inglés?
G.R.: Si desde luego. Esto es fundamental y no solamente en ingles, si se puede en más idiomas. Estamos hablando de globalización y esa es la visión que ha tenido Shakira que lo ha podido hacer, ahora desafortunadamente tiene su problema en la garganta y esperamos que se recupere prontamente.
“Detrás de un artista hay un excelente ser humano que necesita comprensión y ayuda. Por más de que tenga éxito o aplausos, cada uno tiene un problema personal.”
Shakira y Guillermo Romero Salamanca
G.P.: ¿Cómo define su carrera en los años qué trabajó con la gente de farándula?
G.R.: Aprendí mucho y pude conocer el mundo. Por el espectáculo estuve en Nueva York, Miami, Los Angeles, Las Vegas, México, Acapulco, Republica Dominicana, Venezuela, Ecuador, Perú, España, Alemania, Austria y aquí en Colombia en donde no estaría. Lo otro es que uno conoce cualquier cantidad de personas, de culturas, de ídolos, no solamente del espectáculo, detrás de este van empresarios, políticos y otras personas. El mundo del espectáculo moviliza personas y mueve la economía de una forma impresionante. Si bien ahora si no se venden discos, dentro de poco cuando se conozcan mas las cifras de lo que se vende por internet va a ser grandísimo. Son cifras incalculables. En Colombia nuestros ídolos en algún momento fueron Rodolfo Aicardi y Claudia de Colombia que han vendido millones de discos. Tal vez Rodolfo es quien más ha vendido a nivel tropical. Yo creo que tiene los 500 millones de discos y le seguiría Shakira pero lo de ella ya es una cosa fuera de lo común.
G.P.: ¿En algún momento llegó a pensar qué el mundo del espectáculo es superficial?
G.R.: Es como se tome. Hay personas y colegas que lo manejan de esa forma. El meterse en la vida privada de las personas. Ese estilo de periodismo yo no lo manejé salvo contadas ocasiones. Lo mío fue más lo creativo, lo artístico, de mercadeo, de impulsar a las personas como seres humanos más que a productos. Detrás de cada artista hay un ser humano, por eso me hice muy amigo de ellos. Menciono por ejemplo a Jerónimo, Eduardo Paz, Raúl Santi, Galy Galiano, Darío Gómez, Rafael Orozco y otros más. Yo los veía llorar, sufrir, reír, gozarse la vida. La soledad de los artistas es muy grande. Todo este tipo de cosas las trataba desde el factor humano.
G.P.: ¿Qué lo motivó a ayudar a la gente más vulnerable?
G.R.: Esa es la pregunta del siglo. Es una excelente pregunta que yo todos los días me hago porque hago esto. Es curioso que después de haber estado en manteles en los grandes hoteles, restaurantes, rodeado de una inmensa cantidad de artistas, por mencionar a Julio Iglesias, Rocío Durcal, Rafael, Paloma San Basilio, Shakira, etc, ahora esté también con las personas más humildes. Me parece que el mundo está lleno de seres humanos, de grandes seres humanos que están arriba y están abajo. Y nos dejamos llevar por esa superficialidad que tú muy bien enfocas cuando nos dejamos farandulear y el mundo no es así. En los centros comerciales de Bogotá, los lunes en la mañana recogen entre 60 y 80 toneladas de comida que no se ha consumido. Yo he visto algunas señoras que hacen el aseo que van metiendo en bolsas presas que quedan completas, las seleccionan y luego se las llevan. Hay mucha gente en Ciudad Bolívar, en Soacha, en Usme, en Bosa, en el centro de Bogotá, detrás del Palacio de Nariño hay cientos y cientos de personas que no comen, que están viviendo mal. ¿Qué hacemos nosotros, lo dejamos así, ser indiferentes ó mirar a ver qué hacemos? Este país tiene el problema de que todo es la fórmula, el papel, la fotocopia 150, el Sisbén. Ya cualquier persona de estos sectores mantiene una carpeta llena de fotocopias y van a cualquier fundación y van saliendo con la fotocopia. Todos nos llenamos de formas y nuestro país tiene mucha hambre y ahora con la llegada de nuestros hermanos venezolanos, la cosa se nota mucho más.
G.P.: ¿Quiénes le colaboran en su tarea social?
G.R.: Hace cuatro años yo le comentaba esta misma situación a un amigo que se llama Hernán Garzón en Zipaquirá y el muy gentilmente me llevó a donde unos amigos de él que son El Dr. Luis Fernando Calle, dueño de Tablegres y el Dr. Helmuth Klinge dueño de Gredos y el Dr. Bernardino Filauri dueño de Ovindoli. A ellos les hablé de las condiciones de vida de la gente de Soacha y Ciudad Bolívar. De cómo la gente hacía sopa con papel periódico y otros que pasan el día sin comer absolutamente nada, entre ellos, niños. Como los niños de una casa se comparten los zapatos un día para uno y al día siguiente para el otro.
Cuando yo hablaba con los ladrilleros en algún momento me ofrecieron 10 mil ladrillos y después otros 20 mil. Con ellos de poco en poco se han entregado 1 millón doscientos mil ladrillos. Cuando se está en la producción del ladrillo los arquitectos piden que el ladrillo vaya de un solo tono, cuando queda un poco mas quemado o claro, no lo reciben, pero el ladrillo está perfecto. Estas imperfecciones y otras más, hacen que estos ladrillos pasen a ser de segunda y esto es lo que muy gentilmente se lo donan a estas personas que viven en estos sectores. A la fecha se han mejorado unas mil casitas beneficiándose unas 5 mil personas. Yo hago la coordinación de llevarlos hasta Soacha o hasta donde haya que hacerlo no importa a qué hora, así sea a las tres de la madrugada.
“Me parece que el mundo está lleno de seres humanos, de grandes seres humanos que están arriba y están abajo.”
Guillermo Romero Salamanca
G.P.: ¿Cómo vive esa transformación de haber estado en medio de tanto glamour y ahora vivir tan de cerca la realidad de la pobreza?
G.R.: Detrás de un artista hay un excelente ser humano que necesita comprensión y ayuda. Por más de que tenga éxito o aplausos, cada uno tiene un problema personal. Y al otro lado hay personas que están en un mundo que se llama el de la “Desesperanza” que es el que a mí me preocupa más. Porque la sociedad y todo les importa un pito. Recientemente un muchacho de 17 años, el mayor de los hermanos y quien ayudaba a su mamá con algo de dinero para la casa, sufrió un accidente mientras trabajaba. En el hospital, el administrador, el celador, los médicos, las enfermeras, los que estaban allí, contemplaron como el muchacho se murió porque no tenía un papel que se llama Sisbén o una cédula. Esa es la deshumanización completa. Ese problema gigante de Colombia, de gente que no tiene nada, que nos importa nada porque preferimos estar en el glamour, viviendo de una fantasía que no existe. Esto hay que mirarlo sabiendo que por encima de todo somos seres humanos. Uno se encuentra con Dios arriba y abajo. Hay que enseñarle al que tiene a que dé y al que no tiene enseñarle a que lo reciba y lo haga bien.
G.P.: ¿Qué lo hace feliz?
G.R.: Ver la gente feliz.
G.P.: ¿Y qué le da tristeza?
G.R.: No ver los demás felices. Hay unos días en que me llaman familias que yo se que están muy mal. Por ejemplo en estos días de tantas lluvias muchas familias se ven afectadas. Un día llegué a una casa en donde estaba la mamá con sus dos hijos, eran como las once de la mañana y vi que las camas no estaban tendidas y al preguntarles porque estaban en ese desorden, sorprendidos me respondieron que no tenían cobijas y por eso utilizaban su ropa, toallas, etc. Esto es algo tan sencillo que a uno le parece que todos tienen una cobija y resulta que no es así. Cuando no hay dinero se originan otra clase de problemas. En Bogotá la gente cree que con coger un ladrón y golpearlo porque robo algo es hacer justicia. A las cárceles no les cabe un preso más. La corrupción aumenta todos los días. La plata que se roban en este país no tiene precio, no tiene cifras. Hay una injusticia grande en Colombia y la brecha es cada vez más grande. Los bancos se llenan de dinero sin responsabilidad social. Nosotros hemos hecho trabajos en el campo y descubrimos que la gente allí están viviendo muy mal. Hay que buscarle la felicidad a las personas.
G.P.: ¿Qué le dejó la visita del Papa a Colombia?
G.R.: Un día en una rueda de prensa en el Episcopado pude enterarme que los colegas no estaban enterados de quien era el Papa y lo que podía representar. La gente se queda en la poesía, en la farándula, en lo superficial. Me propuse entonces sacar una columna llamada “Empápate” y la promocioné virtualmente a muchas personas y medios. El Papa vino y cambió un poco a Bogotá, y el país lo sintió bastante y siempre fueron 14 millones y medio de personas que lo vieron. Por esos días los homicidios llegaron a cero. Por lo menos haber tenido un día de paz en Colombia fue mucho.
G.P.: ¿Le ha deseado a algún actor qué se “unte de mierda”?
G.R.: (Jajaja) Si es de teatro sí. A los actores de teatro es a los que hay que desearles eso por esa tradición que ellos tienen cuando antiguamente a los teatros la gente iba en sus coches y al bajarse se entraban de estiércol antes de entrar al teatro, el olor era fuerte y a medida que el teatro se llenaba entre más oliera a estiércol era porque había más gente y el beneficio era grande para los actores. Son creencias que tienen muchas profesiones.
G.P.: ¿Qué está pidiendo en especial para esta navidad?
G.R.: Iremos a Soacha a grabar un video de un villancico y se va a hacer con unos 20 niños. No es el coro súper espectacular al que estamos acostumbrados pero queremos mostrar ese espíritu, de sensibilizar un poco. Además es poderlos hacer felices obsequiándoles algo y mostrarles que hay otros seres que se interesan por ellos.
“Uno se encuentra con Dios arriba y abajo. Hay que enseñarle al que tiene a que dé y al que no tiene enseñarle a que lo reciba y lo haga bien.”
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