Oscar de Moya.
Sería labor imposible enumerar todos aquellos programas que tanto en radio como en televisión escuchaba y veía mientras crecía en Colombia. Recuerdo aquellas famosas caricaturas que narraban las aventuras futuristas de “He-Man” (El hombre más poderoso del universo) y que muy particularmente hicieron que jamás olvidara el nombre del actor Oscar De Moya de quien ya era bastante notoria su presencia en la televisión y al que sorpresivamente dejé de ver. Con el transcurso del tiempo fue enorme el impacto que me causó el escuchar la noticia en la cual describían las secuelas que una intoxicación había dejado en su cara y al mismo tiempo relacionaban su voz con el doblaje que hacía para Colombia de “He-Man”, aquel héroe fantástico. Fué así de esta manera como pude entender del porqué ya no se le veía tan seguido en televisión hasta el punto de desaparecer casi completamente de la pantalla chica. Con el paso del tiempo y en plena era virtual aprovechando el uso de las redes sociales, tuve la fortuna de encontrar sin imaginármelo a este gran actor, galán y protagonista de infinidad de seriados que hicieron historia en la radio y la televisión nuestra. Luego de una solicitud que muy amablemente aceptó, con una gran sencillez y como si fuéramos amigos de larga data, Oscar comenzó a contarme parte de su vida desde sus inicios en la actuación en su natal Bogotá.
(Entrevista realizada originalmente en octubre de 2012 y publicada en soyperiodista.com)
Por Germán Posada
“A los 12 años cuando estudiaba bachillerato en el –Colegio Santiago Pérez– llegó a dictar clases de teatro el profesor Ramiro Corsa, esas clases fueron para mí el mosquito que me picó y me dejó el virus”, comenta Oscar, quién cuando faltó el profesor, fué él, quien se dedicó a montar las obras de teatro. Todo esto lo llevó a dar pasos hacia el teatro aficionado y paralelo a esta experiencia estudió en el Colegio Superior de Telecomunicaciones en donde obtuvo su diploma como locutor.
Tuvo un programa que se transmitió en la antigua HJCK y fué la única vez que hizo radio en cabina con cierta continuidad. Su estilo estaba más enfocado en la actuación y su vida transcurría como maestro de ceremonias, grabando documentales y comerciales para importantes firmas como Suramericana de Seguros, Conavi y Postobón, que entre otras formaron parte de una enorme lista de marcas y productos que tuvieron el sello profesional de su elegante, comercial y potente voz.
Su madrina en el mundo de la actuación radial fué la actriz y locutora María del Pilar. “Los Pobres También Lloran” “Arandu” “Un Hombre ha perdido su Alma” “El Tono de tu Piel” “Simplemente María” “El Valiente” “Así Resolvemos tu caso” “Kadir el Árabe” “Los Pecados de Ayer” son algunos de los títulos de las cientos de radionovelas en las que participó Oscar De Moya sin contar sus participaciones en radioteatro en la Radio Difusora Nacional de Colombia.
Bien grabada en la memoria de Oscar De Moya quedó la fecha de su entrada a la televisión colombiana. El 1 de Enero de 1970 fué invitado a realizar el papel de un comisario en la telenovela “Una Vida para Amarte”. “Me llamaron para hacer un capitulo que se multiplicó en ochenta, esto se me convirtió de un día para el otro en un monstruo y me abrió las puertas para televisión”, comenta Oscar al recordar que luego pasó a formar parte de la plantilla protagónica de “La Ciudad Grita”, luego vinieron papeles como “El Culebro” en -La Vorágine-, “Rolandito” en -Gabriela- y “El Conde Atilio” en -Los Novios-, en donde representó a un loco sinvergüenza y maldadoso que vivía de su nombre. Oscar considera que este papel contribuyó enormemente a desarrollar su parte histriónica, razón por la cual lo considera como su personaje preferido.
Dos producciones que recuerda con especial interés fueron “Gabriela” una producción Colombo-venezolana y que tuvo un rotundo éxito en Colombia y “Los Recién Llegados” en la que participaron Colombia, Perú y Estados Unidos y que no pudo verse en el país ya que trataba un tema político fuerte y el gobierno de turno no lo permitió. Fué dirigida por Boris Roth y como co-director el autor Armando Robles Godoy, conocido hombre de cine y letras del Perú.
Su voz y apariencia hicieron que Oscar De Moya se caracterizara como uno de los galanes de la época. “Me llamaban para galantear pero conté con la suerte en ser muy versátil en la parte de comedia y haciendo papeles rudos”, recuerda el actor.
La camaradería en el trabajo fué muy especial y aunque es bastante extensa, en su lista ocupan sitios muy importantes nombres como los de Aldemar García a quién consideró su padrino en la televisión, Julio Cesar Luna, Victor Cifuentes, Yamile Humar, Manuel Pachón, Gabriel Vanegas, Leticia Palacio, Silvio Ángel, Lucero Galindo, Luci Colombia Arias, Alberto Saavedra, Mariela Home, Stella Rivero, Flor Vargas, Ana Mojica, Alicia de Rojas, Jaime Calero Varona (técnico), Gilberto Puentes, Sofía Morales y Manuel Currea, estos últimos cuatro ya fallecidos.
Estando en la cúspide de su carrera, casi como una telenovela, la mala fortuna se hizo presente enfrentándolo al papel más difícil de su vida, luchar contra las consecuencias de una intoxicación que le mermó su ritmo de trabajo y lo hizo ausentarse por espacio de tres años entre 1983 y 1986. “Mientras estábamos en un estudio de grabación llego el almuerzo y me dí cuenta de que la carne estaba muy negra pero aún así comí y obviamente su sabor fue horrible. Le comenté a Boris Roth y el me dijo de no comerla, lamentablemente y pensando en un acto de mala educación no quise escupir el pedazo que había masticado y me lo tragué. Comencé a sentir fiebre pero me pasó gracias a unas sales que me dieron pero luego de dos días me levanté sintiendo la cara muy tirante y al mirarme en el espejo pude ver que estaba completamente inflamada, pero esto también me pasó gracias a una prescripción médica”. Días después abriendo la puerta de su casa sintió un dolor en los dedos y tenía un brote muy raro en las palmas de las manos pero nuevamente se mejoró con otra fórmula médica.
“Visité muchos médicos y me aliviaba transitoriamente hasta que se me comenzó a quemar la piel de la cara. Esto me afectó terriblemente la salud y la parte laboral, arruinándome económicamente. Tuve fiebres que superaban los 40 grados, dolores que me dejaban completamente inmóvil, me asfixiaba, sufrí una fotofobia que cualquier tipo de luz me quemaba las cara. Así, transcurrieron alrededor de dos años. Un día, el actor Jorge Emilo Salazar (q.e.p.d) me recomendó un bioenergético llamado John Raúl Sabogal que me devolvió la vida y la tranquilidad“, mi mamá “John Raúl“, así lo llamó cariñosamente Oscar.
“Esta lucha duró 6 años. Estaba en los 30 y aparentaba el doble de mi edad, por fortuna sicológicamente no me dejé afectar y caminaba mucho y me distraía. En ocasiones en donde acostumbrábamos reunirnos al -Coffee Shop- algunos de mis amigos sólo me reconocían por mi voz. La cara de angustia y la impresión que les causaba eran terribles.”, recuerda Oscar.
“Me llamaban para galantear pero conté con la suerte en ser muy versátil en la parte de comedia y haciendo papeles rudos”
Oscar de Moya.
Gracias al tratamiento del doctor John Raúl y el tomar mucha agua, Oscar tomaba entre 20 y 30 vasos de agua diarios pudo recuperarse completamente sin secuelas. Su voz también se le afectó a causa de una resequedad muy fuerte en la garganta que la distorsionaba. Tuvo un bajón económico impresionante y sus ángeles de la guarda fueron su cuñado Edgar Oviedo Sandoval (también locutor) y su hermana que lo cuidaron y lo ayudaron a salir adelante. “No tengo como agradecerles”, dice Oscar. En esta dura etapa en la vida profesional de Oscar De Moya hubo gente que se comportó muy bien con él y otros que lo despreciaron.
“Me ayudaron mucho en especial los directores Jaime Velásquez (q.e.p.d.) recuerdo que me hacía maquillar muy bien y también Kepa Amuchastegui. Otros no vale ni la pena mencionar, algunos de mis colegas se atrevieron a decir que yo tenía sida”, esto fué muy duro, recuerda.
Tres nombres muy importantes figuran en la vida de Oscar de Moya a quien él considera sus verdaderos amigos y maestros. “Agradezco infinitamente a Boris Roth, quien me enseñó lo que ahora soy, a Fabio Camero (el regañón) y a Carlos de la Fuente quién me soportó y me tuvo una enorme paciencia porque era pésimo lector haciendo las radionovelas en Caracol en donde trabajé casi 12 años”. Su último trabajo lo realizó en 1991 en “La Casa de las dos Palmas” en donde representó al “Maestro Bastidas”.
A mediados de los noventa siendo socio inversionista y gerente de una empresa en Bogotá con la cual prestaban servicios generales, se vino a la quiebra, razón por la cual en 1996 decide venirse a la aventura para Miami en donde supo adaptarse pese a no poder ejercer su profesión completamente. Pese a su nuevo estilo de vida, Oscar tuvo la oportunidad de participar en algunas telenovelas a través de Telemundo y además grabar comerciales y realizar narraciones para Colombia pero no con la misma intensidad de antes.
Luego de una prolífica carrera como actor en Colombia y sin la agitación de las cámaras, memorizar textos y largas jornadas de grabación, Oscar vive actualmente una vida más sosegada en Miami en donde junto a Oscar Andrés, su hijo, se ocupa de su empresa familiar en la que maneja sus propios horarios. Hace dos años tuvo que soportar la muerte de su otra hija Yina María Alexandra De Moya León quién murió en Colombia víctima de una diabetes.
Trasnochador por excelencia pero muy cumplidor de su deber, después de tomarse un buen café, a las seis de la mañana está listo para coordinar las labores diarias desde su casa. Podar el jardín, cortar las hojas de los arboles, sembrar sus matas, jugar con su perro “Roco” y mimar a su nieta de 8 años también forman parte de sus tareas.
La nostalgia de aquellos años en los que formaba parte de un selecto grupo de actores lo hace reflexionar en los temas que se ven en la televisión actual de nuestro país y de los profesionales que ya no son protagonistas. “Me da tristeza, abrimos un camino muy bonito con cosas que valían mucho la pena y hoy el tema es sólo narcotráfico y violencia. Se me hace ingrato el medio porque hay gente de mucho valor a la que hoy día no la voltean ni a mirar y fué gente que produjo mucho dinero para muchas empresas. No es mi caso pero si conozco el de algunas personas que no merecen estar como están”, comenta Oscar.
Recomienda a los nuevos actores que amen lo que están haciendo y que estudien mucho si quieren triunfar. Insiste en que hay que ser creativos y en no dejarse obnubilar por lo que aparentemente es la gloria ya que dura muy poco. “En esta profesión nos sometemos a toda clase de críticas, en mi época la vida me fué bastante generosa con las mujeres y tenía admiradoras por montón pero siempre fuí esquivo y me cuide mucho, no quise caer en ese facilismo. Pese a todo esto hubo rumores de mí que decían que era homosexual. He tenido siempre mucho respeto con los sentimientos y con mi cuerpo. Reconozco que siempre me ha gustado el cigarrillo y fuí alcohólico pero hace ya 20 años que dejé de beber”.
Óscar es un melómano muy amplio que puede escuchar música de carrilera hasta Mozart y es un admirador del cine francés. Se siente muy a gusto con el cine colombiano actual del que piensa que a excepción del tema del narcotráfico ha hecho cosas maravillosas.
Aunque no se considera un fanático del futbol es hincha del “Santafesito lindo” como él lo llama y opina que la selección actual de futbol pasa por un buen momento. “Caray… caray… merece aplausos y ojala continué así, porque creo que vamos a hacer muy buen papel”, opina optimista.
Se siente muy agradecido con la tierra que le abrió sus puertas y que lo ha tratado con cariño pero sigue adorando a Colombia por la que siente una inmensa nostalgia. Considera que es complicada la situación actual del país pero con ánimo en la gente y deseos de salir adelante.
Para este caballero de la actuación que confiesa haber siempre querido interpretar al compositor ruso Tchaikovsky, es muy importante vivir con alegría, optimismo y soñar siempre.
Satisfecho de ver que lo que sembró dejó sus frutos y que no se perdió el tiempo al hacer la tarea, muy amablemente y con su elocuente voz, se despidió diciendo: “Tengo una gran satisfacción y sigo adorando a la gente que todavía me recuerda, a todos ellos los llevo en mi corazón”.
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