Wbeimar Muñoz Ceballos.
A Wbeimar Muñoz Ceballos lo conocí hace más de tres décadas cuando aún afloraba aquella época de la juventud. Por esos días en mis estudios de bachillerato fungía como profesor de español y literatura el popular locutor, abogado y político antioqueño, Santiago Martínez, más conocido como “El Santy Martínez”.
Recuerdo que con él emprendimos la tarea de analizar la obra, “La Divina Comedia” de Dante Alighieri, y fue también el quién propuso un día la visita a nuestra sala de clases del ilustre personaje. Hablar en detalle de esa tertulia sería casi que una hipérbole pero entre el asombro que nos causaba estar sentados escuchando a semejante personalidad si recuerdo muy bien que el objetivo de su presencia era el de inculcarnos el gusto y el amor por la lectura.
A estas alturas y después de tantos años vuelvo a encontrarlo pero esta vez a través de la distancia, desde la cual sus palabras siguen desprendiendo ese sentimiento poético frente a la vida y el cual yo plasmo a través de esta entrevista.
Por: Germán Posada
G.P.: Trabajar mucho siendo un niño lo forjó a ser el hombre disciplinado y exitoso que ahora es. ¿Siente un vacío de no haber podido jugar como debía cuando era un niño?
W.M.C.: Indudablemente, trabajar en la niñez, representa una disciplina prolongada en el tiempo. A veces añoro esa época, pensando que en otras circunstancias pude haber participado de los juegos con otros chiquillos, pero no hay vacío, porque cuando no se puede…no se puede y eso hay que entenderlo tarde que temprano.
G.P.: ¿Qué figura de la locución lo motivó más a ser narrador deportivo, su profesor Roberto Otálvaro o Carlos Arturo Rueda C?
W.M.C.: Roberto Otálvaro despertó mi curiosidad y quien me causó asombro fue Carlos Arturo Rueda. Uno me indicó donde estaba el espejo y el otro, sin saberlo, me invitó a mirarme en él.
G.P.: ¿Qué lo incentivaba tanto a leer desde niño?
W.M.C.: Cuando tenía 10 años, una prima odontóloga, me prestó el libro “Fouché” de Stefan Sweig. Cualquier día que lo llevé al colegio y lo estaba leyendo en un recreo, un profesor me preguntó por el contenido de la obra y yo le hice un resumen. Me felicitó y me dijo que nunca abandonara los libros si quería llegar lejos. Un consejo que llevo cosido al alma.
G.P.: Ese atraco del que fue víctima en algún momento de su vida de alguna manera lo hizo convertirse en comentarista de alto nivel. ¿Que tanto le cambió esta experiencia en su vida?
W.M.C.: En el atraco recibí un apretón tan fuerte en la garganta, que me hundió la “manzana de Adán” y me atrofió el músculo cricoaritenoideo que es el tensor de las cuerdas vocales. Quedé totalmente afónico durante muchos meses y me vi obligado a un largo trabajo de rehabilitación de la voz. Cambiar la profesión de narrador a comentarista, es algo que todavía le agradezco a los atracadores.
G.P.: ¿Aspira cumplir los 120 años?
W.M.C.: Siempre he visualizado mi longevidad hasta los 104 años, pero con los avances de la ciencia, no descarto prolongarla hasta los 120, siempre y cuando esté con vitalidad física y mental.
G.P.: Dicen que es muy obsesivo y perfeccionista. ¿Se equivocan?
W.M.C.: Sí. Soy obsesivo y busco la perfección, aunque ésta última es muy difícil de abrazar.
G.P.: ¿Cuál ha sido su mejor época en la radio?
W.M.C.: Mi mejor época en la radio es la actual, por madurez y responsabilidad.
G.P.: ¿Club Atlético Nacional o Independiente Medellín?
W.M.C.: Nunca he sido un hincha enfermizo, pero el equipo de mis simpatías es Cúcuta Deportivo. Lamentablemente hace mucho tiempo navega más en las aguas de la segunda división que en las de la primera.
G.P.: ¿En su profesión que opina al hablar de retiro?
W.M.C.: Nunca menciono la palabra retiro. Prefiero hablar de descanso, para dedicarme a los viajes, los libros y la música, sin proponer por ahora una fecha determinada.
G.P.: ¿En cuál de las dos áreas se ha sentido sintió más cómodo narrador o comentarista?
W.M.C.: Me siento más cómodo como comentarista. Además mi voz cambió de tesitura, porque perdí los agudos del relator. Pasé de tenor a barítono.
“No soy un letrado, sino un buen lector que ama la vida.”
Wbeimar Muñoz Ceballos
G.P.: ¿Cómo recuerda al Gran Edgar Perea?
W.M.C.: Edgar Perea fue mi hermano durante cuatro décadas. Un personaje inolvidable, con un corazón más largo y ancho que cualquier estadio del mundo.
G.P.: ¿Se perdió el respeto por hacer la buena radio que usted siempre ha pregonado o son los cambios en las nuevas generaciones?
W.M.C.: Antes había más respeto por el oyente, pero uno debe entender que las sociedades cambian. Hoy en día interesa más el “ráting” que los valores humanos.
G.P.: ¿Cuáles son sus palabras para Andrés Escobar y el Palomo Usuriaga?
W.M.C.: Andrés Escobar representó al buen futbolista y al señorío. Palomo Usuriaga fue un niño grande y díscolo cuyo recuerdo se diluye con la misma velocidad con la que buscó los arcos adversarios.
G.P.: ¿Qué quizo decir cuando mencionó que no conocía bobos que no fueran bohemios?
W.M.C.: Lo que dije alguna vez “no conozco pensadores que no sean bohemios”, era una referencia especial a la tropa del ayer. “Antes, el poeta y el novelista eran sinónimos de bohemia. No me imagino a Baudelaire,Verlaine, Rimbaud, Wilde, Hemingway o Poe, compartiendo con bobos en sus tertulias. Y si alguno se coló, nadie supo su nombre.”
G.P.: ¿Cuál sería el mejor homenaje en vida que podrían hacerle a su carrera profesional en los medios?
W.M.C.: No aspiro a más homenajes. Basta con los que me hicieron generosamente algunas universidades como la UPB y Autónoma del Caribe.
G.P.: ¿A quién agradece especialmente por su formación radial?
W.M.C.: En particular tuve dos maestros : Jaime Tobón de la Roche y Miguel Zapata Restrepo, pero sigo aprendiendo de mis compañeros de profesión y de los oyentes.
G.P.: Considerado como el periodista deportivo más ilustrado del país. ¿Qué opina al respecto?
W.M.C.: Esa consideración es absurda. No soy un letrado, sino un buen lector que ama la vida. Una persona que sigue sin entender cómo millones de seres, pasan de la cuna al sepulcro, sin un solo estremecimiento.
G.P.: Es muy importante para usted no acostarse un solo día de su vida sin aprender algo nuevo. ¿Hoy por ejemplo que aprendió?
W.M.C.: Hoy viendo en un semáforo a unos niños que alargaban sus manos mendicantes, volví a pensar que en el mundo habrá esperanza, mientras no perdamos la sensibilidad.
G.P.: Muy amable por su valioso tiempo.
W.M.C.: Dios le pague por ésta nota. Reciba un fuerte abrazo…y hasta que tenga la oportunidad de dárselo personalmente. Saludos.
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