Mario Arias Gómez.
Cuando me hablaron del señor, Mario Arias Gómez, como un personaje distinguido y muy interesante para entrevistar, comprendía entre sus múltiples labores, una robusta carrera en política. La verdad, pensé en rechazar dicha sugerencia dada la antipatía o si se quiere, aversión, que he venido desarrollando hace ya un buen cúmulo de años por aquellos que la profesan. En otras palabras, mi credibilidad frente a los políticos no importa su inclinación ideológica o partido, es casi que nula.
Pese a estas prevenciones decidí conversar con el personaje en mención. Al final, dialogar con alguien curtido de experiencia en un área específica pero que además se ha sumergido en el mar de la historia y la escritura, siempre resulta bastante interesante y enriquecedor.
Mario Arias Gómez es un veterano hombre de política, doctor en Derecho y Ciencias Políticas, especializado en Derecho Comercial. Ha ejercido como cónsul, concejal, diputado, senador y representante a la Cámara. Pero, además, es escritor; historiador, comentarista sociopolítico, miembro de la Academia Bolivariana del Estado Zulia, Venezuela, y director de la Academia de Historia, José María Córdova Muñoz - Capítulo de Perú.
He aquí, algunas de las opiniones de lo que, a su juicio, Mario Arias Gómez, considera ha sido el protagonismo que ha ejercido la política y sus políticos a través de los años, desde sus días cuando era un activo funcionario público hasta el momento actual que vive Colombia en materia política con sus protagonistas.
Por: Germán Posada
¿Qué tarea en especial recuerda durante su desempeño como Cónsul en Venezuela en el gobierno de Belisario Betancur?
En gracia a la brevedad, limito la respuesta solo al hecho haber puesto en evidencia y logrado que el gobierno de Belisario Betancur y el Canciller (Ministro de Relaciones Exteriores): Rodrigo Lloreda Caicedo, a los que serví, corrigieran la anormal, antipática y extravagante discriminación a los colombianos con la expedición del imprescindible documento de identificación -el pasaporte-, para los viajeros fuera del país o los compatriotas residentes en el exterior, práctica heredada de los anteriores gobiernos, consistente en disponer de clases de pasaportes, con la misma información, diferenciados por el color -verde y gris- y por el precio (US$ 9.00 y US$ 4.00).
Al verde accedían los naturales con capacidad de pago -empresarios y profesionales-; al gris, la anodina, anónima, millonaria diáspora de gente del montón -campesinos, trabajadores rasos, domésticas-, penosamente tratados como ciudadanos de segunda. Multifacéticos correligionarios en busca de oportunidades de trabajo, empleo, generosamente acogidos por el país hermano, donde ejercieron en paz sus saberes ancestrales, artesanales, industriales, profesiones, desarrollaron sus vocaciones, rehicieron- muchos- sus vidas. La gran mayoría, domésticas y trabajadores del campo, indocumentados, sin visa.
Apetecida mano de obra captada en puntos de embarque preestablecidos en la frontera, por acaudalados hacendados y terratenientes, con la complicidad de la sobornada Guardia Nacional. Ganaderos que tenían por costumbre retener la cédula de lo ‘macheteros’ como eran rebautizados, a efecto de impedir el trasiego, especie de secuestro que garantizaba la permanencia. Si no madrugaba a ordeñar, el venezolano no tomaba leche.
Colombianos que llegaban, unos en defensa de sus vidas, o acosados por circunstancias políticas, por amenazas derivadas de la endémica violencia ídem en las décadas del 50 y 60, cuando no, por la represión, la persecución a los líderes sociales, luchadores por las utópica: justicia social, la igualdad, la equidad, ejercitada en el último medio siglo XX, indistintamente, por ideologizados gobiernos -liberales y conservadores- que, idearon el Frente Nacional, para alternarse y repartirse -en exclusividad- el poder en Colombia.
¿A qué se llamó ‘viernes negro’ en Venezuela y qué representó para el resto de América Latina?
Apelativo originado por la devaluación del bolívar, decretada por el gobierno de Luis Herrera Campíns, copeyano, oriundo de Acarigua, estado Portuguesa, época en que el dólar dejó de cotizarse libremente al precio de $4,30 bolívares, inamovible desde 1961 (22 años atrás), instaurado por el gobierno (AD) de Rómulo Betancourt.
Devaluación que puso fin a la "Venezuela saudita", con un altísimo, costo social y político para el Gobierno, remezón que marcó el antes y después de la nostálgica época dorada en la historia económica del otrora ‘Bravo pueblo’, reflejada por la persistente, insoluble inestabilidad del bolívar y el dólar estadounidense, caldo de cultivo de la debacle financiera actual, que no cesa, 41 años después, ahondada por el moteado socialismo del siglo XXI que desarticuló y descuadernó al país. Tragedia conexa al caótico drama migratorio, a la inseguridad que contagió, que padece América Latina y el mundo.
¿Con su experiencia en tareas de política internacional y habiendo sido cónsul en Venezuela en aquellos tiempos de tanta bonanza y poderío económico, qué opina de la actual administración en Colombia cuyo mandatario -se supone- es adepto al pensamiento de Hugo Chávez?
Inquisitorial apreciación, altamente cuestionable, sin sustento, denegada, fraguada por el belicoso innombrable, amo de la despistada logia de esbirros -con complejo de manada-, que repiten como loros, amplifican sus trinos, y se hacen los “suecos” frente a su delictual, extenso prontuario, que, a pesar del cúmulo de la gravedad de las acusaciones en su contra, sigue libre, maquilladas, silenciadas por el corrupto Francisco Barbosa, a su servicio.
¿En qué es peor pensar actualmente en Colombia, en la reforma a la Constitución o en otra reelección de Gustavo Petro como también lo hicieron en su momento los expresidentes Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos?
Enmarco la reelección en la premisa: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno; y aún lo malo, si poco, no tan malo. Brevedad, brevedad y concisión”, prédica del escritor del Siglo de Oro, el jesuita Baltasar Gracián (1601-1658), autor de ‘El Criticón’, una de las novelas más importantes -por su calidad- de la literatura ibérica, equiparable al Quijote, La Celestina.
En cuanto a la reforma de la Constitución, sería una más de las cerca de sesenta mudanzas sobrevenidas en sus 33 años de vigencia, introducidas por razones coyunturales, de conveniencia, más que por necesidad, sin que importara preservar su integridad o coherencia. Ampararse en una absoluta, inexistente, revaluada: Intangibilidad, petrificación, rigidez, es un despropósito.
No extraña por tanto, ni es motivo de escándalo, ni es válida, ni se justifica la avalancha desatada por pretender, el Presidente, atender -entre otras- la necesaria, urgentísima reforma a la justicia -infinidad de veces intentada y otras tanto, frustrada- que corrija la inoperancia, la impunidad reinante; enfrente el narcoterrorismo, el acoso guerrillero, el clientelismo y libertinaje político; reinvente la rebautizada Comisión de Absoluciones -fuente de impunidad-, así como la postulación y elección de los titulares de la Fiscalía, de los órganos de control, a fin de garantizar su autonomía e independencia frente al Gobierno; destrabe -lejos del apremio partidista, de subalternos intereses- las reformas: educativa, laboral, pensional, salud.
Derecho -irrenunciable- del que está investido por el constituyente primario, el Presidente, cuya propuesta fue tachada desmesurada, desconsideradamente de “fanfarronada”, por quien impertérrito agenció, esa sí, advenediza, artificial, espuria, exótica, ilegitima ‘Séptima papeleta’ (sepultada en el olvido), ilegal, postiza figura que abrió la caja de Pandora, que cerró -antidemocráticamente- el Congreso; sapo al que sin ningún rigor académico, la CSJ le dio vida jurídica, so pretexto de que la ‘Charta’ de 1886 tiró al mar las llaves de su inaplazable 'aggiornamiento', calificado de urgencia nacional.
Los famosos falsos positivos manchan considerablemente la carrera política de Álvaro Uribe Vélez. ¿El título de 'Gran Colombiano’ es un merecido reconocimiento al exmandatario?
Una mascarada el título del ‘Gran Colombiano’, al llamado a juicio, no propiamente, por los atroces, surrealistas asesinatos de jóvenes desempleados disfrazados de guerrilleros, eufemísticamente llamados ‘falsos positivos’, presentados como bajas en combate, que según la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) suman 6.402 (cifra parcial). Estremecedores, turbada crímenes de lesa humanidad, imprescriptibles, que la estupefacta, turbada comunidad internacional y el país, condenan, agotan los adjetivos del diccionario para censurarlos, repudiarlos, asesinatos que claman venganza del Cielo, y que mancharon -indeleble, irreversiblemente- a Colombia.
Estimulados por la brutal directiva 029 de 2005, suscrita por el plutócrata sin alma que nos ocupa, con Camilo Ospina -su agachado ministro de Defensa-, los cuales pretendió justificar con flagrante crudeza, el impresentable, sombrío malabarista del Ubérrimo, frente a las acongojadas, inconsolables, vejadas madres de Soacha, revictimizadas, al soltar intencionalmente el dudoso comentario, si acaso, los imberbes, ajusticiados jóvenes -ataviados de guerrilleros por sus verdugos- “no estarían cogiendo café propiamente.”
Infamia barruntada mientras con total desfachatez, ordenaba condecorar a los operadores -militares, policías informantes-, entregaba recompensas en dinero, otorgaba comisiones al exterior, permisos de descanso, premios por capturar, dar de baja -preferentemente- a los inocentes inmolados. Leyenda negra ‘irrefutable’ que la historia registra ya como la etapa más negra, más sucia de Colombia, que la nueva fiscal seguramente se impondrá la prioritaria, imperiosa tarea de develarlos, manera -única- para que descansen -por fin- las víctimas, deudos, agregada la limpieza de la Fiscalía -que harto lo necesita- de las alimañas que dejó enquistadas el locuaz, inescrupuloso, incompetente - ‘exfiscal de bolsillo con cola de simio’- apologista del acorralado ´matarife’.
Fiscal que con una venda en los ojos eludió la obligación de investigar a fondo al reseñado (1087985) belcebú de marras, presunto autor intelectual de los ‘falsos positivos y masacres’, las que por el contrario buscó blanquear -a como diera lugar-. Desvergüenza que inició con la solicitud -contra evidencia- de la preclusión por ‘fraude procesal y soborno a testigos’ -los delitos menos graves- que lo acosan y por los cuales acaba de ser llamado -9 de abril/2024- a juicio, lo cual demuestra una vez más que ‘nadie está por encima de la ley’, delitos por los que tendrá que responder, permitiendo que las víctimas y deudos empiezan a dormir tranquilos, luego de vislumbrar que se agotó la impunidad que por décadas ha rondado al liso personaje.
¿Juan Manuel Santos fue merecedor de un Premio Nobel de Paz?
Si señor, duélale al que le duela, luego de 34 años de otorgado el Nobel de Literatura 1982, al genial, Gabriel García Márquez, le fue concedido -merecidamente- el Nobel de Paz 2016 al presidente Santos "por sus decididos esfuerzos por acabar con la guerra civil que ha vivido el país desde hace más de cincuenta años, una guerra en la que han perdido la vida al menos 220.000 colombianos y que ha desplazado a cerca de seis millones de personas", destacó el precitado Comité que agregó el “desea de estimular a todos aquellos que luchan por la paz, la reconciliación y la justicia en Colombia" según fundamentación aducida por el Comité Noruego del Nobel.
Usted tiene ciudadanía peruana. ¿Por qué resultó en Perú?
Circunstancialmente, de huida de la violencia partisana y paramilitar que se apoderó -súbitamente- de mi entrañable, admirada, cortejada patria chica, ¡Pensilvania!, otrora remanso de paz, asediada por la sanguinaria Elda Neyis Mosquera García (alias 'Karina'), comandante del frente 47 de las Farc, quien asaltó y prácticamente destruyó el corregimiento de Arboleda, causando la muerte a 13 policías y uno más desaparecido, tres civiles, entre ellos, un apreciado, íntimo, verdadero amigo, Mario Jaramillo Gómez.
Al parecer es cercano a la familia del expresidente Alberto Fujimori y tengo entendido que fue un asesor durante su mandato en Perú. ¿Por qué fue exitoso y a la vez perdedor, Fujimori en Perú?
Mi fugaz cercanía al corajudo arquitecto del nuevo Perú, encarnación el bien hacer, el buen gobernar, se debió a la invaluable Luisa María Cuculiza, intrépida exministra de la mujer, exalcaldesa de San Borja (Lima), con quien cultivé una amical y fructífera relación en un complejísimo momento del país -de excepcionalidad histórica-, que requirió de una autoridad diestra, fuerte, que sin miedo enfrentara con destreza, valor, a ‘Sendero Luminoso’, guerrilla que tenía sometido, agobiado al Perú, sumido en la incertidumbre, en un Estado fallido, producto de una corrupta, descalificada, altanera casta política, que al estilo del Flautista de Hamelin, que llevó la plaga de ratas al matadero, aquellos malos peruanos condujeron el imperio incaico al precipicio.
Gracias a las pragmáticas, profilácticas, sensatas disposiciones con las que el pulcro ingeniero, Alberto Fujimori ‘el chinito’, palió la súper diagnosticada infecta, tenaz crisis, tomadas sin arredrarse, las cuales salvaron literalmente al país, lo apuntalaron, cohesionaron, fortalecieron, reunificaron, en torno a los sueños de paz, gracias a las susodichas, asépticas, extraordinarias, quirúrgicas, saludables temporales normas emitidas en el marco del aséptico, higiénico, transitorio autogolpe, orientadas a rescatar la desfalleciente soberanía -hasta entonces en entredicho-, a recuperar la confianza ciudadana del estado de anomia, polarización en que la maltrecha nación agonizaba, se debatía, avivada por la anémica economía, insolvencia, falta de crédito, que tenía al país batallando, forcejeando bajo la penosa condición de paria internacional.
Gestión enmarcada preminentemente dentro de la nueva Constitución -ineluctable legado aún vigente, respetado -sin excepción- por los gobiernos sucesores. Cometido que convirtió al Perú en un vergel, reconocido por tirios y troyanos, por la banca internacional y los organismos multilaterales.
¿Qué representa ser miembro de la Academia Bolivariana del Zulia y Directo de la Academia José María Córdova -Capítulo Perú-?
Un impensable, inmerecido, grandísimo, honroso, fascinante honor.
¿Usted que en sus columnas ha analizado la situación actual en Haití, que piensa de esta nación que lamentablemente se hunde más y más en el caos y en donde el asesinato de su último presidente Jovenel Moise, con participación de asesinos colombianos, se recrudece más aún en el desconcierto?
Aberrante, convulsa, enmarañada, humillante, purulenta, volcánica situación, reino del caos en el que languidece la antiguamente ‘Perla de las Antillas’ que hace 220 años fue la primera nación independiente de América, la segunda república más antigua del hemisferio occidental, trasformada por el desgobierno, la corrupción, la violencia, en un infeliz, minusválido, raquítico país, el más pobre, putrefacto del universo, en riesgo -inminente- de que 1,4 millones de haitianos, de los 11 millones del censo, caigan en la hambruna. Barbarie, caos, corrupción en que se extingue, periclita la República; causa del infame, incalificable, imperdonable magnicidio financiado por el crimen organizado, el narcotráfico.
Libertinas bandas perdonavidas, coligadas a una totalitaria, falsificada, fraudulenta, ilegítima dirigencia compuesta por incurables saqueadores del erario, gavilla de malandrines, vagos y cuantas inimaginables alimañas de todos los pelambres existen que en conjunto sumieron la población en la miseria, malhechores, salteadores dueños del 80 % del hoy lejano, maravilloso, paradisíaco, paradigmático rincón del mundo -que fue, copado por estas sabandijas.
El afrentoso, cobarde deshonroso, escalofriante, infamante, repugnante regicidio del presidente, Jovenel Moise, ejecutado por colombianos, no tiene perdón, además de que contribuyó a poner en la picota pública el nombre de nuestra martirizada, amada Colombia, reiterando la mala fama ante el mundo, de ser cantera de mercenarios asesinos. Dios se apiade de nosotros.
"En los últimos veinte años de corrupción y frenesí, he asistido a un impensable desenfreno político de toda índole, de escandalosos, múltiples enriquecimientos ilícitos desperdigados por doquier."
Mario Arias Gómez. (1984).
“El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad”. (Gabriel García Márquez). Con este epígrafe comienza una de sus columnas titulada: Envejeced con Felicidad. Digamos que envejecer no es del todo un bálsamo en nuestra vida. ¿Qué es envejecer en Colombia?
Respecto al recurrente exordio, secuela -inexorable- del paso del tiempo, intuido como acopio de conocimiento, de experiencia, de sabiduría, de inagotable, invaluable fuente de inspiración, apartada de hipotética dolencia de vida; vejez contra la cual no hay fórmula mágica, ni menjurje que la evite, imparable, indefectible destino hacia el cual avanzamos: la muerte que forma parte de la vida, por no decir que, a la postre son la misma cosa, sin que tampoco valgan conjuros, ni rezos. Desenlace fatal al que el gran manizaleño, Silvio Villegas, agregó: “Lo peor de la muerte es el olvido”. Amarga realidad, ácida como un limón recién exprimido.
Y en cuanto al envejecimiento en Colombia, me remito a la prédica del Eclesiastés -el libro de la paciencia-: “Todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”. La cultura china -recuerdo- desde tiempos antiguos, inmemoriales, valora a sus mayores, los trata con gran reverencia, consideración. Por estos lares el gran piropo que utilizamos es “que más sabe el diablo por viejo que por diablo”.
A propósito, Miguel de Cervantes, escribió su crepuscular, cumbre obra, ‘El Quijote de la Mancha’, ya sexagenario -anciano para su tiempo- uno de los más grandes clásicos de la humanidad, al lado de la Biblia, La Ilíada, La Odisea.
Evoco -para rematar la pregunta- una anécdota de Winston Churchill, a quien un día le preguntaron: ¿Cuál era la razón de su longevidad?, Respondió: “Se la debo íntegramente al deporte… Nunca lo practiqué”.
¿Cómo historiador por qué se interesa tanto en la vida de José María Córdova?
Para agradecer, honrar la membresía de la benemérita Academia de Historia, José María Córdova Muñoz, depositaria de su memoria.
¿Qué está haciendo mal la izquierda en nombre de Simón Bolívar?
El distorsionar las acciones, concepciones y sueños de ‘El Libertador’, punzado él por la opresión colonial y su lucha por la independencia, influenciado por la “Liberté, Égalité, Fraternité”, ideas de la Revolución Francesa y la Ilustración, pilares -fundamentales- que inspiraron su pensamiento, la visión que influenciaron la formación de los países latinoamericanos; en la emancipación social y cultural, en las soluciones -innovadoras- a los desafíos conexos; en la construcción de una sociedad justa, igualitaria, equitativa.
Ideas plagiadas y traicionadas, expósitas -en mi criterio- por la siniestra, torcida izquierda por la que me inquiere.
¿Qué paralelo haría de aquellos años suyos activos en política desde la presidencia de Belisario Betancur hasta la época actual con sus protagonistas? ¿Ha mejorado, empeorado, sigue lo mismo?
No cabe comparación entre el gobierno Belisario Betancur, con ninguno de los sucesores, los cuales no le llegaron ni siquiera a los jarretes, cuya trayectoria demuestra a las claras, lo que la inteligencia, audacia, educación, entrega al conocimiento, espíritu de superación lograron en su meritoria carrera pública.
Fueron en su orden: Virgilio Barco Vargas, aquejado por la ‘enfermedad del olvido’. César Gaviria Trujillo, se encontró la presidencia en un cementerio. Ernesto Samper Pizano -el Bojote gastó su tiempo defendiéndose del ‘Proceso 8.000’, recordado por el conchudo: ‘aquí estoy y aquí me quedo’. Ni qué decir del baladí, fatuo, frívolo, sideral medianía, Andrés Pastrana Arango, cuya relación con el pederasta Jeffrey Epstein, me releva de perfilarlo. De los dos períodos del prontuariado, Álvaro Uribe Vélez, da físico asco, temor referenciarlo. A Juan Manuel Santos Calderón lo salvó el Nobel de la Paz 2016, y de la otra anónima, teledirigida medianía ‘que dijo Uribe’, Iván Duque Márquez, su desgobierno e incompetencia, superó -con creces- a Pastrana. Gustavo Francisco Petro Urrego -primer Gobierno de izquierda de nuestra historia republicana- espero sinceramente equipare o supere a su par Belisario, personajes ambos de ‘pata al suelo’.
¿Con su experiencia en política y habiendo ejercido como Senador de la República, cómo ve que desde esta entidad se le haga tanto contrapeso a las medidas o reformas sugeridas en la actual administración?
En los últimos veinte años de corrupción y frenesí, he asistido a un impensable desenfreno político de toda índole, de escandalosos, múltiples enriquecimientos ilícitos desperdigados por doquier, la mayoría, de los mismos que hoy ejercen -con sesgo político- el contrapeso aludido. Descarnada, dolorosa, inaceptable realidad, referida al teocrático, plutocrático uribismo -etiqueta equívoca- encarnación de la rancia, retrasada, hirsuta ultraderecha que en el mundo ha sido y que quedó atrás, en la que se reciclaron los derruidos conservatismo y liberalismo, vergonzantes entelequias.
Desaparecidos fetiches que fueron -como los escombros de hoy- la misma cosa, y que a muchos nos indujo a buscar un cambio programático, progresista, en defensa de los derechos humanos, propuesta de renovación con la que nos identificamos, seguros que había que buscarla por fuera del precitado salpicón ideológico, que de derecha nada tiene.
Por órdenes y cambios desde la presidencia actual, se observa que de alguna manera entidades como la Policía y el Ejército Nacional, que velan por la seguridad y el orden del país, se han visto menguadas en sus funciones. ¿Cuál es su mirada, su análisis al respecto?
¡Maldito sea el soldado que vuelva las armas contra su pueblo!, admonición agregada a que “cuando la tiranía se hace ley, la rebelión es un derecho”, frases de ‘El Libertador’ Simón Bolívar, expresadas hace más de 200 años, marco filosófico recogido por el presidente Petro -como comandante en jefe a las fuerzas militares- en el instructivo impartido frente al manejo de la protesta social, alimentada por la violencia estatal.
Protocolo diferenciado de la confusa, brutal represión ejecutada por el subpresidente Duque -vasallo del halcón del Ubérrimo-, dupla insensible al dolor del pueblo, que acalló a la fuerza el masivo paro nacional/2019, cuyo detonante fue, el proyecto de ajuste tributario presentado eufemísticamente como "Ley de Solidaridad Sostenible", que planteó aplicar el IVA a los servicios básicos -agua, luz, gas-, el impuesto sobre la renta a las personas que ganaran más de 2,4 millones de pesos al mes; esquile, no cabe otro adjetivo- a los ingresos laborales de la clase media, baja.
Lo que hizo que los colombianos -especialmente los jóvenes- convocaran el 28 de abril de 2021, el paro nacional, proyecto tributario que a los cuatro días -domingo 2 de mayo/2021- se vio obligado a retirar, sin que ello calmara las incendiadas calles que continuaron ardiendo, procediendo a acusar las marchas de estar infiltradas por guerrilleros y narcotraficantes, financiados por Rusia y Venezuela, manipuladas -supuestamente- por Gustavo Petro. Algo que nunca se demostró.
Fecha que sacudió la historia contemporánea de Colombia, Doloso, doloroso hecho que llevó al presidente Petro, posesionado, a anunciar: “Yo no le voy a destruir los ojos a los jóvenes con granadas lacrimógenas”. Varios organismos internacionales -la Unión Europea, la oficina de la ONU para los Derechos Humanos- criticaron con dureza, el uso excesivo de la fuerza de los cuerpos de seguridad, especialmente del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad).
“Condenamos las muertes" dijo el portavoz de la Comisión, Peter Stano, "al mismo tiempo confiamos en que las instituciones colombianas investiguen los abusos y violaciones de los derechos humanos y de las libertades civiles".
Pidió -asimismo-: "investigar denuncias sobre vandalismo inducido para generar pánico y deslegitimar la protesta pacífica".
Millares de colombianos se sumaron a las protestas en Nueva York, Estados Unidos, Francia, Madrid, España, Bélgica, Países Bajos y otros países. Violencia empleada contra los participantes que registró más de 1000 casos. La Defensoría del Pueblo registró al menos 42 personas fallecidas (un uniformado y 41 civiles), más de 1.600 lesionados, entre manifestantes y uniformados (522 policías y un millar y pico de civiles heridos), 254 comercios saqueados, 87 sucursales bancarias y dos sedes de gobernaciones asaltadas, cargas de camiones robadas, decenas de autobuses, peajes y CAI destruidos, entre otros muchos costosos destrozos presentados en Bogotá, Cali, Bucaramanga, Medellín, Neiva, Armenia -algunas de las localidades afectadas-.
Las redes sociales se inundaron con imágenes de os abusos, secuela de la feroz represión ejercitada por la prostituida política de la ‘Seguridad Democrática’, por la que se siente vergüenza ajena.
¿En lo que ha transcurrido del nuevo gobierno, cuál es su sumario de lo que sería lo bueno, lo malo y lo feo?
Le respondo a sabiendas de que es más fácil discrepar de un terrorista que del uribismo -contradictor incurable-, para el que el vaso siempre está vacío, nada de medio lleno, clásica metáfora para describir al optimista y al pesimista, lo bueno, lo malo. Una ley de la física establece que ningún cuerpo puede ocupar el espacio de otro al mismo tiempo.
Respecto a lo bueno, para mí, sin duda, los programas con el que Petro convenció, engatusó a las mayorías, no todas propiamente petristas -como el suscrito- que le dieron (dimos) el triunfo, la oportunidad de CAMBIO alternativo, a la lucha -coherente- contra las desigualdades sociales, a la implantación de un modelo integral de desarrollo comunitario -Sustentable y Sostenible-, alejado del modelo extractivista -carbón, gas, minero, petróleo-, apartado del pernicioso socialismo Siglo XXI, controlado por el Cártel de Los Soles.
Lo malo: cantinflesco, descalificativo expediente, fraguado por los ideologizados, permisivos petrofóbicos, calanchines uribistas, para los que Petro es el diablo, el Hezbollah colombiano, un peligro para la democracia.
Lo feo: lo tildan de agresivo, codicioso, comunista, exguerrillero, expropiador, inescrupuloso, mala gente, narcisista, sectario, soberbio, tóxico, vanidoso, vengativo, sincronizado con actividades subterráneas, organizaciones extremistas. Rasgos y características -en síntesis- de una mala persona.
¿La vaca que está circulando actualmente en el territorio antioqueño es augurio de buena leche?
Grotesca, mefistofélica, polémica, sollozante “vaca”, rimbombante propuesta con tufillo regionalista y ribetes politiqueros, que busca recolectar un billón de pesos para finiquitar obras desfinanciadas, como el túnel del “Toyo”.
Iniciativa desdibujada por proceder del burdo, camaleónico, indeseable, intocable engañabobos, titiritero del Ubérrimo que no da puntada sin dedal, quien, calculada, maliciosa pretende capitalizar políticamente, la desmentida -no probada- animadversión del presidente Petro hacia los paisas, falacia que corrió a recoger y amplificar el gobernador, Andrés Julián Rendón, su acólito.
Faraónicas obras en beneficio -incontestable- de los intereses de las expansivas élites pudientes del valle de Aburrá y la banca privada, a costa de las destechadas, famélicas clases populares, en condiciones de vulnerabilidad. Bien se dice que "El camino al infierno está pavimentado con buenas intenciones".
‘Vaca’ a la que al parecer ingresaron aportes del Clan del Golfo, sin que se sepa a ‘cambio de qué’, recursos que -de probarse- resultan blanqueados -por arte de birlibirloque-, sin que los creativos de marras, expliquen a título de qué, el cómo entran al tesoro departamental; ingresos y gastos que deberán estar previstos en el presupuesto, ya que según el artículo 330 -numeral 4- de la Constitución, la Asamblea no es competente para decretar, mediante ordenanza, “los tributos y contribuciones necesarios para el cumplimiento de las funciones departamentales”. ¿Y del control fiscal qué?
Captación masiva de recursos para financiar la conclusión de obras de infraestructura, estimulada por la clase pudiente, sin criterio -es claro- de solidaridad social, recaudo para muchos, ilícito (Decreto 3227/82), que me temo, van a enganchar, a enredar al pillado amanuense del innombrable, pues no faltará quien lo denuncie como incurso en el susodicho delito. Esperemos qué dice la Fiscalía y los organismos de control.
¿Cuál es su balance, su compendio de lo que ha significado o ha sido para usted su experiencia en la carrera política?
La cereza sobre el pastel sería, el poco o ningún respeto que a lo largo del tiempo, los gobiernos -con muy pocas excepciones- tienen por los deberes, funciones u obligaciones que les asigna -de manera expresa y exclusiva- la Constitución, las leyes y el Estado de derecho, con olvido de que toda sociedad democrática se rige por lo que los griegos llamaban la isonomía -igualdad ante la ley-, es decir, que todos nos regimos por las mismas leyes, obedecemos las mismas leyes, gozamos de los mismos derechos y participamos -por igual- en su formulación a través de representantes democráticamente elegidos.
Prevalente principio ejercitado en el marco del bien común que a todos nos concierne sobre cualquier espurio, subalterno interés, de índole político, particular, gremial o del que fuere, gestionados por hilarantes, vergonzantes marionetas (muchos de ellos), que son un peligro de nuestra democracia, que abogan, propenden por la destrucción del Estado de derecho y sus instituciones.
Irrita la prepotencia, la pobreza moral de los tornadizos gobiernos por ellos establecidos, puestos al servicio de sus propios beneficios, provechos, individuales o de grupo, en perjuicio de los 52 millones, aproximativamente, de entristecidos, oprimidos compatriotas, subordinados a una sectaria clase política -envenenada de odio, de rencor, cuyos apéndices -los parlamentarios- votan más por emoción que fundados en la información, inclusive en las Altas Cortes.
Respecto al gran compendio o balance, experiencia por las que me inquiere, en gracia a la brevedad, a la certeza -dicho sin retórica- la sintetizaría en lo dicho por Gilberto Alzate Avendaño: "la política es el arte de defenderse de los amigos"; agrego la paz, la cual solo se consigue transando, tolerando, olvidando, perdonando, sin que eso implique o se infiera una claudicación de los principios.
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