Héctor Idárraga en su oficina en Houston, (USA).
Es muy grato conocer personas que se dedican a realizar causas nobles por la sociedad sin esperar nada a cambio, más que ser testigos de cómo la vida le cambia de manera positiva a muchas personas que se benefician de aquellos actos de buena voluntad.
Héctor Idárraga, no es un colombiano como otros que muy acaudalados, intentan mostrarse con un buen corazón y andan desesperados buscando en donde invertir miles de millones de pesos en obras de beneficencia, su objetivo lo que pretende más bien, es que el gobierno no se quede con todas sus utilidades. Héctor Idárraga, es un hombre noble, sencillo y trabajador, que quiso seguir el legado que sus padres le dejaron, el de ayudar y servir a los menos favorecidos.
Hope, cuyo significado en español, es esperanza, es el nombre que identifica la Fundación que dirige este caldense y a través de la cual se dedican a recolectar instrumentos musicales con la esperanza, precisamente, de que miles de niños de bajos recursos en Colombia, tengan la oportunidad de aprender a tocar uno de estos instrumentos dentro de una banda musical y a través de esta, se encaminen como personas de bien dentro de la sociedad.
“No dejaremos de pelear para hacer un mundo que a través de la música les dé a los jóvenes la disciplina como guía para su vida”, es una de las consignas de Héctor Idárraga, que discretamente está realizando una enorme labor social y por la cual es orgullo nacional y ejemplo de buen colombiano en el exterior.
Por: German Posada
¿Antes de irse para Estados Unidos que hacía en Colombia?
Sali de bachillerato en 1980. Pagué servicio militar y cuando terminé quise ser oficial de la policía, pero me enfermé de la cadera por lo cual desistí en mis intenciones. Intenté inscribirme a la universidad para ser contador, pero tuve algunos inconvenientes con mis papeles del ICFES y en esa época mi hermano que estaba en Estados Unidos me propuso irme a vivir allá. Viajé en 1983 y ya sumo 38 años de estar en este país.
¿En qué se ocupó cuando llegó a Estados Unidos?
Trabajé un año pintando casas y también vendía aparatos electrónicos en una tienda cuya clientela eran inmigrantes latinos. El sueño americano existe, pero hay que trabajar.
¿Cómo se inició su Fundación Hope?
Mi hermano tenía un negocio pequeño de venta de carros usados y yo le ayudaba y limpiaba los carros. Allí encontraba muchas monedas y las recogía en un tarro, cuando alcance a reunir unos 50 dólares se lo mandé a mi madre y le dije que dispusiera del dinero, ella toda la vida hizo mucha caridad.
Mi mamá con esta plata compró varios paquetes escolares para niños de escasos recursos del vecindario y con el tiempo los fuimos incrementando y en los últimos 20 años hemos entregado 1.400 paquetes escolares. También en las novenas de aguinaldo les regalamos peluches a los niños. Digamos que ese fue el inicio de mi labor social, pero esto viene de muchos años atrás desde mi infancia cuando veía a mis padres hacer obras de caridad.
Ya en lo que tiene que ver directamente con Hope, hace 17 años de visita en mi pueblo fui a la escuela y en un salón de clases escuché tres horas de función musical y terminé llorando de la maravilla, disciplina y calidad musical con la que tocaban los estudiantes. Le pregunté al profesor Holver Mauricio Cardona, que necesitaba y me respondió que muchas cosas pero que lo primordial eran instrumentos porque estaban muy viejos y desgastados. Yo le respondí que iba a ver que podía hacer.
De vuelta a Estados Unidos, fui a un almacén del mercado de las pulgas y compré dos clarinetes y un saxo. No sabía si eran de buena marca o en qué estado estaban, pero los compré. Cuando volví a Colombia, resultó que en ese año era el primer concurso nacional infantil de bandas y lo iban a hacer en mi pueblo.
Me encontré con el maestro y le entregué los 3 instrumentos que había comprado en Estados Unidos. Un técnico los revisó y le dijo al profesor que estaban mejores que los de los alumnos. De esta manera me fui entusiasmando y cada vez que iba a Colombia llevaba entre 1 y 3 instrumentos musicales.
¿Su fundación opera sólo en el Municipio de Caldas?
El programa de bandas musicales nació en 1977 con 12 muchachos que comenzaron con una banda en Paipa.
Con Hope, el programa de bandas musicales que ha tenido más suceso en Colombia ha sido en Caldas. Allí tienen un director oficial que enseña música continuamente todo el año. Los 27 municipios que tiene Caldas reúnen aproximadamente 80 bandas musicales. Desafortunadamente fuera de Caldas, hemos tenido problemas ya que por razones políticas entra una nueva administración a una escuela o un centro comercial y cambian al director afectando la continuidad que viene desarrollando una banda musical.
Para que una banda musical florezca mínimo necesita diez años continuos en la parte musical. En la parte social florece desde que se sienta al niño frente a un instrumento. Son dos cosas que van muy juntas y que son maravillosas.
Nosotros hemos entregado instrumentos musicales en todos los rincones de Colombia, desde el Guainía hasta El Choco, desde Providencia hasta El Amazonas. Son más de 300 comunidades que se han beneficiado de este proyecto. Hay bandas en Galapa Atlántico, en Miranda Cauca, varias en Los Santanderes, 4 en Guainía, etc.
¿Cómo hace para encargarse de Hope desde el exterior?
Hope es una Fundación sin fondos. El sueño que nosotros buscamos es que nos regalen, que nos donen un instrumento.
En Caldas la labor la hace el profesor que me inspiró, Holver Mauricio Cardona, y dos amigos más que trabajan en el grupo. Pero quien tiene la autoridad para que los instrumentos lleguen a su destino soy yo.
¿Cuál es el proceso para la adquisición de instrumentos?
Nos sirven instrumentos en cualquier condición. De hecho, algunos de ellos sirven hasta para partes que se acondicionan para otros instrumentos.
El mundo confabula y tengo claro que arriba hay alguien. Resulta que en los inicios de Hope cuando compré un trombón, lo que me llegó fueron partes de un Mustang 68. Hice el reclamo y la persona encargada amablemente me dijo que personalmente iba a entregarme lo que yo había pedido. Aproveché y le mostré el proyecto y por coincidencia resultó ser alguien que vende a las escuelas instrumentos musicales usados de grado A, B y C. Yo tomo todo lo que sea grado C, o sea que necesita alguna reparación. Esta persona se ha convertido de gran soporte para nuestra Fundación porque en vez de vendernos los instrumentos nos los regala. La última vez donó 400 instrumentos.
Otros instrumentos se compran en subasta, otras personas se unen a la causa como un amigo mexicano que me ayuda bastante y a veces los clientes de mi negocio me traen un instrumento cuando se dan cuenta de lo que hago.
¿Cuántas personas se han beneficiado con los instrumentos musicales?
Antes de la pandemia se beneficiaban entre 10 mil a 15 mil niños. Desafortunadamente hay comunidades muy pobres en donde solo alcanza un instrumento por 3 niños.
¿Tiene conocimiento si hay niños de estas bandas musicales que han logrado hacer carrera en la música?
Una joven que tocó un instrumento de Hope cuando era pequeña, fue de las primeras que ganó la beca de ser pilo paga y se encuentra en Alemania. Si no me equivoco hizo su carrera en una Ingenieria en la Universidad Javeriana y se ganó una pasantía para irse a estudiar a Alemania.
La Banda de Manizales está integrada por estudiantes universitarios que así no hagan licenciatura en música todavía guardan el talento de la música. Allí seleccionan de 38 a 40 músicos a través de un concurso a ciegas, abren el telón, pasa el muchacho y toca una hora y un jurado muy equitativo lo califica. El año pasado pasaron 29 de los 38 y todos eran caldenses.
De estos 29 integrantes 16 tuvieron un instrumento de Hope en sus inicios. Esto realmente me conmovió al punto que se me vinieron las lágrimas. Ellos son del Oriente de Caldas, una zona muy marcada por lo violencia. De manera que yo creo que nuestro propósito con Hope se hizo.
Hemos llegado a comunidades como Arboleda o Berlín, corregimientos de Caldas en donde sus bandas tenían 10 instrumentos y con Hope llegaron a tener
40.
“El sueño que nosotros buscamos es que nos regalen, que nos donen un instrumento.”
Héctor Idárraga, posando junto a los instrumentos musicales recaudados. (Houston).
¿Qué artistas en Colombia conocen Hope y quien se ha unido a la Fundación?
Actualmente le estoy colaborando al músico Willy García, ex integrante del Grupo Niche, en un proyecto en una escuela de formación musical en Buenaventura en el Barrio Lleras. Ya les entregamos varios instrumentos musicales y el proyecto va en marcha.
¿Y alguna otra personalidad que se haya acercado a conocer su trabajo?
Yo he sido muy silencioso en este trabajo y he aprendido a darle tiempo al tiempo. Aprendí a ser cauteloso y muy cuidadoso porque también se me han presentado inconvenientes con mi labor social. Recuerde que en todo proyecto hay dos que no hacen nada, dos que critican, dos que trabajan y uno que entra para la foto. Por muy bueno que sea usted, siempre será malo para alguien.
En el 2010 fui parte de un comité y logramos traer la Banda de mi pueblo a Houston. Aquí estuvieron diez días haciendo unas presentaciones y a los 52 muchachos les empaqué a cada uno una caja con un instrumento para traer a Colombia. Sin embargo, no faltaron los inconvenientes. Por eso he rechazado proposiciones que no veo viables para la Fundación y prefiero seguir como voy.
Algunas personas cercanas amigas me ayudan mucho. Le conté por ejemplo del amigo norteamericano que vio seriedad en nuestro proyecto y se ha convertido en un gran soporte para Hope.
¿En 2020 fue postulado a ser el Caldense del Año, qué pasó con esta nominación?
En aquella ocasión no me eligieron. He recibido otros premios en Estados Unidos y en Colombia. He sido condecorado con la Orden de la Democracia Simón Bolívar en el grado Cruz Oficial y como un colombiano que deja huella en el exterior, que me entregó la Embajada colombiana en Washington.
Pero el premio más grande que yo puede tener con este proyecto es ver a un niño empuñando un instrumento de Hope. En este momento lloro al recordar todas las historias que he oído de ellos.
Cuando entregué 144 instrumentos a una comunidad indígena, un niño de la comunidad se me arrimó y me dijo que a él le gustaba más la banda sinfónica que los grupos irregulares, fue ahí cuando ví la importancia de Hope.
Y tengo infinidad de historias para contar. Por ejemplo, cuando venía del Municipio de Aguadas, vi una banda musical, paré en el camino e invité a los muchachos a un helado. El Maestro reunió la banda y me presentó. Yo siempre he tenido una pregunta para los muchachos a donde quiera vaya. Me gusta saber qué es la música para ellos, o qué es la música dentro de sus vidas.
Una chica de aquella banda me respondió y me dijo: “La música, mi banda, mis amigos, mi director, mi escuela, son todo, porque si no desde los 10 años, yo sería una grillita.” En un principio yo no entendí palabra “grillita” y luego ella misma me explico que significaba una prostituta. En ese momento a mí se me fue el mundo con esa explicación. Hoy esa chica estudia licenciatura en música.
En Belén de Umbría hice la misma pregunta y una madre de familia me respondió que no quería que a su hija le pasara lo mismo por lo que ella le había tocado pasar. Me dijo que a su mamá la habían asesinado cuando ella apenas tenía 8 años y que su hermano a la edad de 7 años, ya desafiaba al mundo con un machete, y que ella a los 9 años ya estaba debajo de un puente inhalando bóxer. Por fortuna, ahora esta señora se encuentra bien.
La banda les da disciplina a los muchachos. Uno se queda sin palabras de llegar a un salón en un corregimiento en donde como consecuencia de la violencia, masacraron gente y ver una banda musical que empieza con 8 estudiantes y termina con 40, es una sensación de un antes al ver la historia de la guerra y un después con la historia de la paz con los muchachos haciendo música.
Cuando alguien me muestra un niño que quedó huérfano porque el papá fue asesinado víctima del conflicto armado y hoy es el mejor estudiante del salón de música, ese es el mejor premio que yo puedo recibir. Eso es lo que buscamos con Hope, personas que le canten a la vida, que sean soñadores.
¿Qué siente siguiendo el legado de su mamá, Julia y su papá José Roberto?
Es un trabajo muy arduo. Es un don. Es un deber. Uno viene a este planeta y no puede pasar sin pena ni gloria. Por muy poquito que usted haga debe ayudarle al necesitado o por lo menos guiarlo. Yo siempre he dicho que no todo puede ser dado en la boca. Mejor dicho, hay que dar pescado, pero hay que enseñar a pescar.
Mis padres sufrieron mucho siendo pequeños, pero fueron muy buenos con el prójimo, y ese legado uno lo sigue y lucha con él. Es una idea y luego se vuelve pasión.
Hay una canción llanera muy bonita que se la escuché a La Orquesta Filarmónica de Colombia que se llama El Chino de los Mandados. Hace casi dos años cuando la oí por primera vez, mi mente volvió a la edad de 10 años recordando a un niño pidiéndole comida a mi mamá porque no tenía nada que comer en su casa y mi mamá nunca se la negó hasta el día que murió. Siempre que alguien estaba necesitado le abría la puerta. Nunca le decía que no. Y ese fue el legado que me dejaron mis padres.
¿Cómo es su vida, con esta labor social que desarrolla?
Yo creo que en la medida en la que uno va caminando se va dando cuenta de lo afortunado que ha sido en la vida. Uno se queja por circunstancias de la vida y creo que a veces se nos olvida la fortuna que tenemos.
Siempre les he dicho a los amigos que si se creen la última persona de la fila tienen que mirar hacia atrás y sentirse afortunados porque hay millones más detrás de ellos. Hay que disfrutar la vida y compartirla. Yo la comparto con los niños y los ancianos y por eso he trabajado duro toda mi vida.
Un día un amigo me dijo que no valía ser el más rico del cementerio, porque nada nos empacaban ni nada nos llevábamos. La riqueza está en el alma y en el poder ayudarle a otro sea material o espiritualmente.
¿Y para usted que es la música?
La música es un programa que abre el cerebro e invita a la disciplina. La música nos transforma y nos lleva a otras dimensiones por eso se dice que la música es un lenguaje universal. La música nos inspira, nos pone tristes y también nos alegra.
No he podido darle una definición a la música en cuanto al ser humano, pero cuando estamos hablando de un grupo como son las bandas musicales, si le garantizo que esos chicos gracias a esa disciplina que van a adquirir y a sus sueños, van a llegar muy lejos en sus vidas.
Muchas gracias.
Para mí es un honor estar hablando con usted. Aquí seguimos luchando por un mundo mejor así sea como el famoso Sancho Panza, peleando con los molinos de viento. No dejaremos de pelear para hacer un mundo que a través de la música les dé a los jóvenes la disciplina como guía para su vida y una dirección a través de unos instrumentos, un grupo y un director.
“Lo que buscamos con Hope, son personas que le canten a la vida, que sean soñadores.”
Héctor Idárraga y dos integrantes de una Banda Musical.
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